Comentario de texto 2 de El estudiante de Salamanca / José Espronceda



Mientras, la ronda frenética             
que en raudo[1] giro se agita,              
más cada vez precipita                      
su vértigo sin ceder;                          
más cada vez se atropella,
más cada vez se arrebata,    
y en círculos se desata                       
violentos más cada vez:    
[…]
Y a tan continuo vértigo,
a tan funesto encanto,                      
a tan horrible canto,                         
a tan tremenda lid[2];                          
entre los brazos lúbricos[3]
que aprémianle sujeto,                      
del hórrido esqueleto,                      
entre caricias mil:                              

Jamás vencido el ánimo,   
su cuerpo ya rendido,                       
sintió desfallecido                            
faltarle, Montemar;                           
y a par que más su espíritu                
desmiente su miseria                        


la flaca, vil materia                             
comienza a desmayar.                       

Y siente un confuso,                        
loco devaneo,                    
languidez, mareo                              
y angustioso afán:                             
y sombras y luces                              
la estancia que gira,                           
y espíritus mira                  
que vienen y van.
[…]                    
y siente luego                     
su pecho ahogado                            
y desmayado,                     
turbios sus ojos,                               
sus graves párpados                         
flojos caer:                         
la frente inclina                  
sobre su pecho,                
y a su despecho,                                
siente sus brazos                              
lánguidos, débiles,                            
desfallecer.                         

Y vio luego        
una llama                           
que se inflama                    
y murió;                             

y perdido,                          
oyó el eco                           
de un gemido                    
que expiró.                         

Tal, dulce                           
suspira                               
 la lira                  
que hirió,                           
en blando                          
concepto,                          
del viento                          
la voz,                
leve,                    
breve                  
son[4].                   

En tanto en nubes de carmín y grana
su luz el alba arrebolada[5] envía,          
y alegre regocija y engalana  
las altas torres al naciente día;             
sereno el cielo, calma la mañana,
blanda la brisa, trasparente y fría,
vierte a la tierra el sol con su hermosura              
rayos de paz y celestial ventura.                          
Y huyó la noche y con la noche huían
sus sombras y quiméricas[6] mujeres,
y a su silencio y calma sucedían           
el bullicio y rumor de los talleres;
y a su trabajo y a su afán volvían         
los hombres y a sus frívolos placeres, algunos hoy volviendo a su faena
de zozobra y temor el alma llena:       

¡Que era pública voz, que llanto arranca            
del pecho pecador y empedernido,
que en forma de mujer y en una blanca túnica misteriosa revestido,
aquella noche el diablo a Salamanca
había en fin por Montemar venido!...
Y si, lector, dijerdes ser comento[7],
como me lo contaron, te lo cuento.  

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1.         Estructura externa.
Fragmento de la obra en verso El estudiante de Salamanca de José Espronceda. El texto objeto de comentario se sitúa en el cuarto canto, al final, cuando muere don Félix de Montemar.
Los tipos de discurso más importantes son la narración, casi todo el fragmento, y la descripción, por ejemplo, del amanecer a partir del verso 64/71.
Desde el punto de vista métrico, resaltamos la polimetría y la adaptación de los versos al contenido: para expresar cómo poco a poco se extingue la vida del protagonista, los versos van decreciendo de octosílabos a trisílabos.
Veamos con más detalles estos pormenores. Del verso 1 al 32 nos encontramos con tres octavillas agudas o italianas, aunque la medida de los versos no es igual: en la primera son octosílabos; en la segunda y tercera, heptasílabos; y la cuarta hexasílabos. Esta estrofa es la combinación de ocho versos octosílabos o menos en que el cuarto y el octavo poseen rima aguda, y segundo y tercero riman entre sí, así como el sexto y séptimo, quedando sueltos primero y quinto. Fue una estrofa muy popular a finales del siglo XVIII y durante el siglo XIX, y se utilizó frecuentemente para el canto por su gran musicalidad.
A continuación nos encontramos dos estrofas muy desiguales: una que va desde el verso 33 al 44, formada por doce versos pentasílabos entre los cuales algunos riman en consonante y otros quedan libres; otra estrofa de versos tetrasílabos que va del verso 45 al 52; y otra de once versos trisílabos, con las mismas características que las anteriores en cuanto a la rima. No obstante, hay que recalcar la presencia de dos rimas agudas: una siempre en el último verso y otra en el medio.
Por último, nos encontramos tres octavas reales formadas por versos endecasílabos con rima consonante. Los seis primeros versos riman alternados (primero con tercero y quinto; segundo con cuarto y sexto). El séptimo y el octavo riman entre sí. (ABABABCC)

2.         Estructura interna.
El texto se puede dividir en dos partes:
La primera desde el verso 1 al 63 en el que se relata la muerte de don Félix Montemar abrazado por el esqueleto fantasma de doña Elvira, rodeados por un círculo de espectros que danza alrededor de ellos.
La segunda parte del verso 64 hasta el final en la que se describe el alba de un nuevo día en la ciudad de Salamanca donde la gente comienza vivir una nueva jornada yendo cada uno a sus quehaceres. Pronto se corre el rumor de que don Félix ha muerto esa noche de manera misteriosa.
El narrador se dirige al lector –narratario- para asegurar que él solo ha contado lo que decían esos rumores.

3.    Tema.
Agonía y muerte de don Félix de Montemar a manos del esqueleto fantasma de doña Elvira.

4.    Resumen.
El fantasma esqueleto de doña Elvira abraza cada vez más intensamente a don Félix hasta que éste va perdiendo poco a poco la conciencia, la visión y, aturdido por el agobio de un grupo de esqueletos que danza alrededor de la pareja, acaba muriendo reclinando la cabeza en el hombro de ella. Lo último que oye es su suspiro. Momento en el que el alba ilumina la ciudad de Salamanca y sus habitantes despiertan para dirigirse cada uno a sus tareas. En estas primeras horas corre el rumor de que uno de sus vecinos más conocido había muerto de manera extraña esa noche.

5.    Características propias de la poesía y literatura románticas que podamos comentar a propósito de este texto.
El texto llama la atención por la métrica. La polimetría propia de la poesía romántica aquí se desborda con versos y estrofas de distintas características.
Los dos últimos versos del fragmento y de toda la obra nos revela el origen de la narración, una leyenda, que Espronceda recrea; es decir, tiene un carácter historicista. Podemos señalar, aunque no hay muchas referencias temporales, que la historia se retrotrae en el tiempo, pues se nos dice en el canto tercero que don Diego, el hermano de doña Elvira vino de Flandes para vengar la muerte de su hermana. Flandes perteneció a la corona española hasta el siglo XVII.
El protagonista es el prototipo de personaje romántico: libertino, valiente, provocador, varonil… No obstante, su conducta es castigada con la muerte y la condenación eterna. Si comparamos el personaje de don Félix con el Don Juan Tenorio de Zorrilla, siendo dos personajes muy parecidos en sus hábitos y concepción narrativa, observamos que Zorrilla le salva gracias al amor de de doña Inés; aquí, a pesar de que hay reminiscencias aún de amor por parte de doña Elvira, don Félix se condena por su obstinación. El tema romántico, el amor más allá de la muerte, es uno de los motivos que mueven la narración.
La ambientación también es romántica con esos seres de ultratumba que danzan y cantan alrededor de los dos amantes. El espacio, un cementerio con panteones abiertos, palacios desiertos… ayudan a crear una ambientación tenebrosa y de misterio, acrecentada por ser por la noche cuando sucede toda la acción. En contraposición, el amanecer trae la serenidad y alegría a la ciudad.

6.     Figuras literarias.
FIGURA
VERSO
CITA
INTERPRETACIÓN
Exclamación
80/85
¡Que era pública voz…
Lo raro de lo sucedido en la noche se acrecienta con esa oración exclamativa con la que la gente va corriendo la voz de los hechos acaecidos.
Paranomasia
10/11
encanto / canto
Parecido fonético de las dos palabras que desde el punto de vista semántico más bien son opuestas.
Epítetos
en todo el texto
ronda frenética,
tremenda lid, hórrido esqueleto
Se resaltan cualidades ya presentes en los sustantivos para resaltarlas.
Polisíndeton
72/79
Y huyó la noche y con…
El amanecer supone que la ciudad despierta y sus habitantes laboriosos comienzan el ajetreo diario y no paran de hacer cosas; esa laboriosidad se acrecienta con el uso repetido de la conjunción.
5 y 6
más cada vez se atropella…
Paralelismos
9/12
a tan continuo vértigo…
Se repite en los primero cuatro versos de la estrofa el siguiente esquema sintáctico: preposición + adverbio + adjetivo + sustantivo. Se consigue ritmo.
Elipsis
79
…de zozobra y temor el alma llena:
Se suprime o se sobreentiende el verbo declarativo decían.
Enumeración
25/32
33/44
…y siente luego….
Hay una serie de palabras consecutivas que sirven para describir la agonía de don Félix: pecho ahogado y desmayado, turbios sus ojos, sus graves párpados…
Símil
53/63
Tal, dulce suspira la lira
Lo último que oyó don Félix es el suspiro de doña Elvira que le llega igual de débil que el sonido arrancado por el viento a una lira. 
Personificación
Hipérbaton
64/63
El alba envía su luz…
Se dota de vida y de acción humana a un momento del día como es el alba.
Además encontramos bastante desorden sintáctico: el alba envía su luz arrebolada…
En toda esta estrofa se atribuyen estados anímicos propios de las personas a fenómenos de la naturaleza: sereno el cielo, calma la mañana, rayos de paz… Hay una identificación del amanecer apacible con la gente normal que se levanta un nuevo día después de haber descansado, en contraposición a la noche turbulenta, onírica vivida por don Félix.
Metonimia
22/24
la flaca, vil materia comienza a desmayar
Antes se ha mencionado su espíritu. El ser humano es cuerpo y alma. Para expresar el desfallecimiento de don Félix, solo se hace referencia a la materia, cuerpo, como la que se desvanece y su espíritu aún continuara viviendo independientemente.
Hipérbole
16
entre caricias mil
Exageración de las caricias que acaban siendo el tormento que le lleva a la muerte asfixiándolo.



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Sinopsis

El asesinato de un diputado en un museo de Madrid lleva a un inspector inexperto a Salamanca, circunscripción por la que es electo el difunto. Durante la estancia en la ciudad se adentrará en el mundo académico, político y social en busca de indicios que expliquen los motivos que han llevado al verdugo a cometer tal atrocidad. El proceso indagatorio conducirá al detective a plantearse alguno de los principios por los que ha de regirse en su oficio, después de entrevistarse con testigos poco habituales que no parecen entristecerse con la muerte del político y que no aportan datos significativos del caso.

El ambiente de la localidad universitaria de principios de los noventa del siglo pasado, extraño para el protagonista, más la resolución del caso, le dejarán la sensación de fracaso de su valía profesional y, sobre todo, del papel que le corresponde como agente al servicio de la justicia. 


[1] Veloz.
[2] Lucha
[3] Propenso a la lujuria.
[4] Sonido.
[5] Color rojo de las nubes iluminadas por los rayos del Sol.
[6] Que es ilusorio, imaginado,sin fundamento.
[7] Embuste, mentira disfrazada con artificio.

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