Otro difícil día
Entrando en el lúgubre salón, marcado por el pestilente olor a humedad y continuo encerramiento, se encuentra él, sentado como de costumbre en su aterciopelado sillón granate. No hay nada que decore el cuarto. Únicamente seis viejos libros que tal vez usó en su juventud. Está pensando cómo sobrevivir un maldito día más en esta vida cruel. Pálido de rostro y de débil complexión. Su cara, de extraña expresión, refleja el pasar de los años en una vida de sufrimiento. Sus pequeños ojos negros, sus escasos pelos canosos y bastante largos, que cuida con gran cariño; sus orejas grandes y con arrugas, al igual que su nariz. Cargado de espalda, el viejo hombre hace lo posible por no desfallecer en el intento de levantarse. Aburrido, decide tomar un tibio café a modo de cena y se dirige lentamente hacia su cuarto. Mañana será otro difícil día... de lúgubre salón. Bruno Gómez Mediavilla