Un cuento para dos.
Era una tarde de verano. Elena estaba en su casa como todas las tardes, viendo su película favorita e imaginando su vida de esa manera. Mientras que en la otra zona del mundo, Óscar veía la misma película, y pensaba que cómo la gente podía creer en esas historias. Los dos estaban solteros, pero cada uno veía la vida de manera distinta. Ella veía la vida como una película: tarde o temprano encontraría a una persona especial. Mientras que él pensaba que esas cosas eran una tontería. Por eso, Elena, viendo que aquí no había tenido suerte en el amor, se fue hasta el otro lado del mundo. Allí, se enamoré de la primera persona que vio. Era el guía que los iba a acompañar durante todo el viaje. Se llamaba Óscar. Elena pensaba que ese chico era perfecto: alto, rubio, ojos azules... Mientras que él pensaba que esa chica era ideal, y se acercó a hablar con ella. Él le preguntó: ¿Qué tal el viaje?¿Has llegado muy cansada? Ella le respondió: Sí, estoy soltera. Perdón, ejem... el viaje muy bien, pero he llegado un poco cansada. Óscar no se lo podía creer: había encontrado a la chica que quería, pero no podía imaginar que era la chica de las películas que él odiaba.
No hubo un solo día de las vacaciones que no hubieran estado juntos. Todo parecía perfecto, pero él último día, Elena salió rápidamente de su dormitorio y se fue directamente al aeropuerto. Ya se había dado cuenta de que ese chico no era para ella.
Rosa Higuera
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