Comentario de texto 2 de El estudiante de Salamanca / José Espronceda
Mientras, la ronda frenética que en raudo [1] giro se agita, más cada vez precipita su vértigo sin ceder; más cada vez se atropella, más cada vez se arrebata, y en círculos se desata violentos más cada vez: […] Y a tan continuo vértigo, a tan funesto encanto, a tan horrible canto, a tan tremenda lid [2] ; entre los brazos lúbricos [3] que aprémianle sujeto, del hórrido esqueleto, entre caricias mil: Jamás vencido el ánimo, su cuerpo ya rendido, sintió desfallecido faltarle, Montemar; y a par que más su espíritu desmiente su miseria la flaca, vil materia comienza a desmayar.