CAPÍTULO I.
Se centra en la
formación escolar de Carlos Bovary. Hasta los 15 años el encargado de su
formación es el cura del pueblo. A esa edad lo meten en un internado. Allí la
experiencia no es muy buena pues sus modales rurales llaman la atención del
resto de compañeros y llega a sufrir lo que podríamos llamar acoso escolar,
aunque por la personalidad del muchacho, esos comportamientos no hacen mella en
él. Después de superar el bachillerato, estudia medicina titulándose como
médico sin ser brillante ni comprender muy bien los conocimientos estudiados.
También se
presenta a sus padres. La que lleva un poco de control en la hacienda familiar
es la madre, pues su marido es un manirroto y despreocupado: con poco que se
hubiera esforzado hubiera logrado una posición económica desahogada, pero como
se dio a la buena vida, tan solo pudieron ir tirando.
Una vez acabada
la carrera de medicina, su madre le buscó un destino para ejercerla en un
pueblo llamado TOSTES y además le casó con una viuda de 45 años y con unas
rentas que le permitirían vivir bien. Sin embargo, su mujer ELOÍSA, le hacía
trabajar y le controlaba el desempeño de su oficio.
CAPÍTULO II.
Conoce a EMMA, a
cuyo padre Carlos trata una pierna fracturada, por lo cual le está agradecido
de por vida. Una vez repuesto el enfermo, el médico continúa visitándolo solo
con el objeto de ver a Emma. Esta vive en casa acomodada, propia de un labrador
rico, como era su padre. Ella ha sido educada en un colegio de monjas, en las
Ursulinas. Pronto la mujer del médico se percata de que esas visitas tan
frecuentes esconden algo y acaba por descubrir la existencia de Emma, por lo
que prohíbe a su marido que vuelva a verla.
Los padres de
Carlos descubren que la hacienda de la viuda con la que habían casado al hijo
no era tan amplia como había afirmado y se lo echan en cara. A consecuencia del
disgusto, a los pocos días muere. Cuando esto sucede, Carlos se percata de que
la quería.
CAPÍTULO III.
Después de la
muerte de su esposa, Carlos recobra la libertad y sin tapujos visita a Emma,
con la que pasa mucho tiempo. Se propone declararse, pero no es capaz de
decírselo. El padre de la chica se percata de ello y es él mismo quien se lo
saca al médico y le comunicará las pretensiones de él.
CAPÍTULO IV.
Se cuentan los
fastos de la boda de Carlos y Emma como si fuera un cuadro de costumbres. La
fiesta se celebra en casa de ella donde acuden muchos invitados de los pueblos
de alrededor. Estos visten elegantemente, aunque los trajes que llevan para la
ocasión les resulten molestos como hombres de campo que son. No se menciona
ningún acto religioso y se centran en los banquetes y fiestas que duran dos
días, al cabo de los cuales el nuevo matrimonio se traslada a su residencia, al
pueblo donde ejerce él.
CAPÍTULO V.
Se describe la
modesta casa de Carlos con los ojos de la esposa. La primera impresión es la de
abandono, mediocridad… Pronto Emma proyecta los cambios oportunos para ponerla
a su gusto. Cuando suben al dormitorio, los ojos de la recién casada se dirige
al ramo de azahar de la anterior esposa que el viudo no se ha preocupado de
retirar, haciéndolo en ese momento, hecho que suscita en la recién casada la
reflexión de qué harían con su ramo en el caso de que llegara a fallecer.
Los primeros
días después de la boda el médico está feliz y desea regresar a casa pronto
para contemplar a su esposa. En cambio para ella supone una frustración y el
estado de enamoramiento en el que creía estar antes de la boda se desvanece
cuando conoce la casa donde habrá de vivir.
CAPÍTULO VI.
[Hay
analepsis: se retrocede en el tiempo para narrar la educación que recibió Emma
en un colegio de monjas, aunque al final hay una conclusión idéntica a la del
anterior capítulo. La idea que se que había hecho de lo que era felicidad no
correspondía para nada con la vida que comenzaba.]
Se cuenta la
época de Emma en el colegio de las Ursulinas resaltando las lecturas de la adolescente,
que despertaron una sensibilidad exacerbada y crearon unos anhelos que se vonvirtieron
en el modelo de vida que deseaba para ella. Estando en el colegio es cuando murió
su madre. Fue la época de mayor fervor religioso, aunque pronto las monjas se
percataron de que la vocación religiosa de la muchacha era una falacia y cuando
se marchó del colegio, se alegraron.
Cuando Carlos
frecuentó su casa, esa pasión sublime se había despertado, pero no era él el acicate
y al llegar a la nueva casa, comprobó que esa pasión soñada no correspondía con
la realidad que veía.
CAPÍTULO VII.
Emma desea
sentir la pasión enraizada desde su adolescencia, intenta enamorarse de su
marido, pero se convence de que éste es un hombre anodino, sin una conversación
original. La vida de la mujer está marcada por la rutina.
La madre de
Carlos cuando los visita observa de que su nuera gasta por encima de sus ingresos
y, por otra parte, que su hijo quiere más a su esposa que a ella.
La monotonía del
matrimonio se rompe cuando son invitados a una fiesta al castillo del marqués
de Anvervilliers, al que el doctor había curado unas molestias.
CAPÍTULO VIII.
El marqués de
Anvervilliers les invita a cenar y a pasar una noche en su castillo de Vanbyessard.
Convivirán durante unas horas con la más selecta aristocracia. La experiencia
será decisiva para Emma que no podrá ya olvidar la fiesta, exquisita en cuanto
a los alimentos degustados, los modales finos, el trato delicado… En cambio, cuando Carlos regresa a casa, se
siente aliviado y feliz de volver a su rutina. Para Emma, cuando entra en casa
y ve que la cena no está preparada y que la criada -la despedirá de inmediato-
la contesta descaradamente, la vida a partir de ese momento le resultará más
anodina, insulsa y odiosa.
CAPÍTULO IX.
Esa infelicidad
y perspectiva de que nada cambiaría fue haciendo mella en la mujer del médico.
Imaginaba la vida de lujo que llevarían los parisinos. Se suscribió a una
revista de moda. Procuró que en su vida hubiera algún atisbo de una vida
refinada. Contrató a una nueva criada que denominaba doncella. Se llamaba
FELICIDAD e intentó educarla esmeradamente en las tareas domésticas. Esperó,
cuando había pasado un año, que el conde les invitara de nuevo al castillo para
volver a ver al vizconde con el que bailó en la fiesta y con el que había
estado soñando todo ese tiempo. Sin embargo, los días transcurren sin que nada
la sacase de la monotonía.
Carlos trabajaba
todo el día y cuando regresaba se sentía feliz al ver a su mujer, sin ser
consciente de lo que la pasaba. Por lo menos albergaba la esperanza de que su
marido llegara a ser alguien en el mundo de la medicina, pero Carlos no tenía
amor propio ni ambición. Ante este panorama, Emma comenzó a presentar episodios
de depresión cuya causa, según determinaron, era el lugar donde vivían. Así que
su marido decidió dejar Tostes y trasladarse a Yonville L´Abbaye. El traslado
lo realizaron en marzo, después de haber vivido cuatro años en la anterior localidad.
En la mudanza, Emma encuentra su ramo de novia deshilachado y lo quema.
Coincidiendo con
el traslado Emma se quedó embarazada.
SEGUNDA PARTE.
CAPÍTULO I.
El nuevo pueblo
se encuentra a ocho leguas de ROUEN. Es una localidad
sin encanto. El centro urbano es una larga calle central donde se concentran los comercios. Del
conjunto urbano se destaca la farmacia del señor HOMAIS, que está esperando en
el hostal El león de oro, que es
regentado por la viuda LEFRANÇOIS, la llegada del nuevo médico. El coche se
retrasa porque durante el viaje se ha escapado el galgo de Emma. Cuando llega,
es ella la que baja primero, él venía dormido.
CAPÍTULO II.
En El león de
oro les han preparado la cena. Con ellos va a comer LEÓN DEPUIS, un pasante
del notario de la localidad que todavía no ha acabado la carrera de Derecho. Es
un cliente habitual del mesón. Se hospeda en una habitación que está encima de
la farmacia del señor Homais. En la cena, Emma y León congenian rápidamente por
poseer una sensibilidad muy parecida. A ambos les gusta la literatura: a ella,
más la novela; a él, la poesía. También coinciden en sus anhelos por conocer
otros países, la música…
Acabada la cena
se dirigen a su nuevo hogar. En esos momentos Emma piensa que es la cuarta casa
en la que duerme. Asocia este hecho a que cada vez que ha pasado esto ha habido
un cambio en su vida y espera que la nueva etapa no sea peor que la que deja.
CAPÍTULO III.
Al principio se
le resisten los pacientes y pasa mucho tiempo realizando arreglos en casa. El
boticario procuraba portarse diligentemente con el matrimonio; buscaba su
simpatía por temor a una hipotética denuncia, ya que en el pasado había tenido problemas
con la justicia por intrusismo profesional.
Por otra parte,
el embarazo de Emma era para Carlos fuente de felicidad; no tanto para ella. La
madre prefería dar a luz un hijo porque por su sexo tendría más libertad para
disfrutar. Sin embargo, parió una niña, a la que Emma, después de dar muchas
vueltas a posibles nombres, llama BERTA. La crianza de la niña fue encomendada
a una nodriza. La primera visita que la realiza a su hija es en compañía de
León con el que se encontró de casualidad.
CAPÍTULO IV.
El matrimonio
Bovary poco a poco se va haciendo al lugar. Después de cenar su casa se
convierte en lugar de tertulia. El farmacéutico y León pasan con ellos unas
horas jugando a las cartas, al dominó o leyendo el periódico. También Emma y
León encuentran un momento para charlar íntimamente de sus lecturas, de moda,
de sus gustos, sobre todo cuando Carlos y Homais se quedan dormidos. Esta
confianza entre ellos llega hasta el punto de que ella le hace un regalo, un
tapete. Este detalle es interpretado por la familia del farmacéutico como que
hay algo entre ellos.
CAPÍTULO V.
Emma se percata
de que León se ha enamorado de ella y también ella de él. Pero en vez de
mostrarse más amable lo que intenta es alejarse. Para ello alaba a su marido,
se muestra hacendosa, trae a Berta a casa, se transforma en virtuosa. Sin
embargo, en la soledad se desespera y llora. Solo la criada se da cuenta de ese
estado de desesperación; mas el ama la prohíbe que hable y cuente a nadie lo
que la pasa.
CAPÍTULO VI.
Madame Bovary
continúa angustiada. Un día al oír las campanas acude a la iglesia en busca del
cura. Recuerda su etapa espiritual de las Ursulinas. En la iglesia hay un grupo
de niños que juguetea mientras esperan a que el cura les llame para la
catequesis. Cuando se encuentran el religioso no es capaz de captar la
necesidad de ayuda de la mujer y está más pendiente de las travesuras de los
niños que de la mujer. Ésta, por otra parte, observa el atuendo manchado del
sacerdote y su rostro y se percata de que no es la persona que necesita para
desahogarse. Tan irritada llega a casa que abofetea a su hija cuando ésta se
abraza a sus rodillas. Observando cómo llora se da cuenta de lo fea que es.
León, después de
muchas dudas y de preparativos múltiples, decide abandonar el pueblo y acabar
la carrera de Derecho en París. Su despedida de Emma es decepcionante: ninguno
da muestras del gran amor que se profesan.
CAPÍTULO VII.
La marcha de
León deja a Emma entristecida y depresiva. Carlos llama a su madre para que le
ayude a descubrir el origen del mal y ésta dictamina que la causa es su
inactividad y sobre todo las lecturas poco convenientes que realiza, por lo que
deciden dar de baja la suscripción de la librería que surte a Emma.
Un día de
mercado acudió a la consulta RODOLFO BOULANGER DE LA HUCHETTE, un rico
aristócrata de 35 años que explota sin demasiado interés las tierras que rodean
su castillo. Uno de su criados quiere que le sangre el médico. La ocasión
permite a Rodolfo conocer a Emma, por la que se siente fuertemente atraído.
CAPÍTULO VIII.
Se celebra una fería
agraria e industrial en la localidad. Todos sus vecinos y los de los pueblos de
alrededor acuden al evento. Emma pasea del brazo de Rodolfo por las calles. A
lo largo del día pueden hablar de sus angustias. Él se presenta como un hombre
desgraciado, sin suerte en la vida, solitario…; sin embargo, cree en la
felicidad. Cuando llegan los momentos de los discursos, los dos suben al balcón
del salón de plenos del ayuntamiento para ver mejor el estrado de los oradores.
Es en ese momento cuando él se le insinúa y le toma la mano, que ella no
esquiva. La jornada concluyó con un castillo de fuegos artificiales y ya
separados pues Emma los ve en compañía de su marido.
CAPÍTULO IX.
Después de ese
encuentro, Rodolfo tardó en volver a ver a Emma. Cuando se encontraron, una vez
superados los reproches iniciales, se reconciliaron y buscaron una excusa para
encontrarse cuando él la invitó a montar a caballo, invitación que gustó a
Carlos porque creyó que vendría bien para que su esposa se animara.
En esos paseos
por el bosque se amaron, se abrazaron y el amor fue tan fuerte que Emma, cuando
su marido salía temprano, después de marcharse, iba corriendo a casa de Rodolfo
para pasar con él una hora escasa. Tantas veces lo hacía, que él juzgó este
hecho demasiado temerario.
CAPÍTULO X.
La propia Emma
se percató del peligro que suponía sus andanzas. Una mañana se topó con BINET, el
recaudador, que cazaba furtivamente patos y tuvo que mentir diciendo que venía
de casa de la nodriza cuando hacía más de un año que la niña vivía en casa.
El escenario de
sus encuentros hubo de cambiar. Ahora lo hacían también de noche en el jardín o
en alguna dependencia de la propia casa de ella.
Con el tiempo
las palabras amables y las ternuras de él fueron a menos, aunque ella se sometía
más.
El contacto con
el padre de Emma, el tío ROUAL, se realizaba anualmente a través del envío de
un pavo, señal de agradecimiento por su antigua curación.
CAPÍTULO XI.
El señor Homais,
el farmacéutico, propone operar a HIPÓLITO, un criado de El León de Oro, de un
defecto en la pierna que le hace andar cojo. Primero habla con el médico al que
anima a llevar a cabo la operación; y también con el chico para convencerlo de
que se deje intervenir. Emma se deja persuadir pensando que puede aportar
prestigio a su marido y a ella también. La intervención parece un éxito, que el
farmacéutico, corresponsal de un periódico, glosa. No obstante, cuando el
chico, está sujeto a una especie de potro, comienza a quejarse y lo que es
peor, su pierna comienza a cangrenarse por lo que han de llamar a otro médico
para que valore al enfermo y para que finalmente ampute la pierna.
Esa noche Emma
espera a su amante sentada en la escalera.
CAPÍTULO XII.
Emma compra una
pierna de madera que supla la amputada de Hipólito. El encargado de conseguir
todo lo quiera es el señor LHEUREUX, que cuando llega el momento de cobrar sus
ventas pone a la mujer del médico en un apuro. En esta tesitura, el comerciante
le exige que devuelva lo comprado, especialmente la fusta que había regalado a
su amante. Con lo cual sospecha que el comerciante está al tanto de sus
correrías amorosas. Menos mal que en última instancia consigue dinero para
saldar las deudas.
Por otra parte,
la relación de con Rodolfo es cada vez más dependiente. Él se aprovecha de este
sometimiento para sentir nuevas experiencias.
Ella, a estas alturas, se comporta más desinhibida y provocativa en el pueblo
fumando sin ningún rubor. Finalmente proyectan huir juntos, plan que permite a
Emma sobrellevar más dócilmente su vida en familia.
Emma encarga a
Lheureux un abrigo, un arca y un bolso. El comerciante sospecha que algo trama
la mujer. Los amantes habían proyectado fugarse en el plazo de un mes a Génova.
Mas en el último encuentro antes de la partida, él ya ha decidido que no
acudirá al lugar de la cita.
CAPÍTULO XIII.
Nada más llegar
a casa, Rodolfo se pone a escribir una carta a Emma para comunicarle que no
piensa huir con ella. Repasa todas las misivas que múltiples mujeres le habían
escrito; a todas pone en el mismo nivel: amantes al fin y al cabo que han
durado un tiempo nada más y llega a la conclusión que la mujer del médico es
una más.
Una vez escrita
la carta, el señor la manda escondida en una cesta de albaricoques por medio de
un criado. Emma nada más verla sospecha algo malo. Sube al desván a terminar de
leer la misiva porque Carlos está en casa. Con el disgusto acude a cenar, pues
intenta controlar para que no la interroguen. No obstante, cuando Carlos le da
un albericoque a oler, se desmaya y comienza un periodo de depresión que no es
capaz de superar si no es poco a poco hasta dos meses después. Durante el
tiempo que ha estado en cama, su marido la ha cuidado y, por tanto, ha
desatendido a sus pacientes, por lo que económicamente están mal.
CAPÍTULO XIV.
El médico firma
un pagaré al cabo de un año al señor Lheureux con el importe de todas las
deudas contraídas anteriormente más mil francos de préstamo. Sin saber cómo iba
a conseguir el dinero, Carlos tan solo se preocupa de la salud de su mujer.
Ésta poco a poco
se restablece y vuelve a sentir cierta curiosidad por lo que sucede en la
calle. Anímicamente su alma se inclina por la espiritualidad. El párroco, el
señor BOURNISIEN, la visita regularmente,
aunque no consigue en convertirse en su guía espiritual. La incorporación del
sacerdote al pequeño círculo del médico da lugar a enfrentamientos entre el
señor Homais y el religioso. Éste, sin embargo, no es un hombre testarudo, sino
más bien condescendiente con las costumbres burguesas, como el hecho de que no
vea mal que el matrimonio Bovary acuda a la ópera. A pesar de que la situación
económica no es buena, Carlos lleva a su esposa a ver el espectáculo pensando
que la beneficiará.
CAPÍTULO XV.
En el
espectáculo Emma se sumerge en los sentimientos que los personajes transmiten.
La experiencia es extraordinaria. La esposa, por su atuendo y por su manera de
estar, no desentona en aquel ambiente. Al final del segundo acto, la mujer que
ha estado admirando al tenor, al reproducir unas palabras que invitaban a huir
juntos, que a Emma le resultan conocidas, se desvanece un poco. Carlos corre a
buscar un vaso de horchata para reanimarla y cuando regresa al palco comunica a
su esposa que se ha encontrado con León, el abogado. Y acto continuo entra.
Emma no sabe cómo reaccionar, pero la representación ya no tiene el mismo
interés. Antes de que concluya, abandonan el teatro para tomar algo. Carlos anima
a su mujer a que pase algunos días más en Rouen y vuelva a ver la obra.
El reencuentro
con León se produce después de tres años de su marcha de Yonville.
III PARTE.
CAPÍTULO I.
León, que había
seguido discretamente al matrimonio para saber dónde se alojaba, fue a buscar a
Emma al hotel. Sublimemente se declaran el amor que sintieron y que León desea
reanudar; mas ella, con la excusa de la diferencia de edad, lo rechaza, aunque
accede a verse con él una última vez. Emma acude a ese encuentro con una carta
en la que se reafirma en su intención de no querer saber más de él. Se
encuentran en la catedral, donde son importunados por un pelmazo de guía que se
empeña en mostrar las obras de arte que hay en ella. León ha de sacar del
templo a la mujer del médico arrastrándola a la fuerza. Los dos se introducen
en un coche con las cortinas corridas que no parará de dar vueltas durante seis
horas por la localidad. Emma rompe la carta que había escrito y arroja los trocitos
de papel por la ventanilla.
CAPÍTULO II.
Cuando regresa
Emma a Yonville, antes de bajar del carruaje, la esperan para darle el recado
de que pase por la farmacia. Al entrar, ve al señor Homais muy exaltado
regañando a su aprendiz Justino porque éste había cogido un barreño que estaba
al lado de una botella de arsénico y podía haber envenenado a toda la familia,
pues el recipiente se iba a utilizar para la elaboración de mermeladas. Después
le comunica a la mujer de Carlos el fallecimiento de su suegro. Al entrar en
casa encuentra a su marido muy abatido, con un dolor que no equivalía al afecto
mostrado en vida por su progenitor, cuya muerte se produce a la edad de 58
años.
Por esos días
reciben la visita del señor Lheureux, que con la excusa de vender telas para la
confección de vestidos de luto, propone a la señora que sea ella la que gestione
la economía doméstica. Para ello le sugiere que mediante un poder notarial su
marido delegue en ella. El comerciante les insinúa que el pagaré lo podrán
negociar y que podrán acceder a más crédito. El matrimonio so sabe cómo
proceder y a Carlos se le ocurre la idea de consultar con León esta cuestión.
CAPÍTULO III.
Emma viajará a
Rouen para consultarle a León, ocasión que aprovechan los amantes para pasar
una verdadera luna de miel. Cuando ella se marcha, surge la duda en León de
para qué querrá Emma ejercer el control de la economía del médico mediante ese
poder notarial.
CAPÍTULO IV.
León, no
pudiendo soportar la separación, se decidió volver al pueblo para buscar la oportunidad
de volver a ver a Emma. Solo lo consiguió un instante en una callejuela próxima
a su vivienda. Pero antes de separarse, ella le promete encontrar una excusa
para poder viajar a Rouen una vez a la semana para poder estar juntos. Y
consiguió su propósito al convencer a Carlos de que necesitaba tomar lecciones
de piano para poder mejorar.
Al mismo tiempo
se incrementa la relación de Emma con el comerciante comprando enseres para la
casa.
CAPÍTULO V.
El jueves, que
era el día que Emma iba a Rouen, se levantaba muy temprano y se preparaba con
sumo esmero para el amante. Nada más llegar a la ciudad, se reunía con León en
un hotel que acabó siendo como su casa. Cuando regresaba, llegaba exhausta,
casi sin ganas de cenar. Justino, el ayudante de la farmacia, le ayudaba y le
hacía compañía para servirla en lo que le necesitara. El muchacho había
solicitado que lo contratara de criado.
En estas
correrías y encuentros secretos, Emma se ve en algún apuro, como cuando Carlos
se encuentra con la supuesta profesora de piano y ésta le dice que no conoce a
su mujer; o cuando no es capaz de mostrar los recibos de pago de las clases. Y
lo más comprometedor, el comerciante, el señor Lheureux, les vio salir del
brazo del hotel. Este hombre aprovecha la ventaja de conocer la vida privada de
la mujer para sacar cada vez más réditos a los préstamos a madame Bovary. Le propone
vender una finca, sin contar con el beneplácito de su marido, pero no para
conseguir liquidez sino para embarullar la relación financiera. Emma aprovecha
la disposición de algo de dinero para hacerle regalos a su amante y para vivir
lujosamente con él.
La visita de la
madre de Carlos no sirve para poner orden en una casa cuya deriva era muy
peligrosa. La madre rompe el poder que Emma tenía para administrar los bienes.
Este incidente es casi el fin de la relación familiar con ella. No obstante,
una vez solos, Carlos, vuelve a otorgar ese poder a su esposa.
Por otra parte,
la osadía de Emma llega hasta quedarse a dormir en la ciudad sin avisar. Ante
esta circunstancia, Carlos, muy preocupado, sale en su búsqueda y cuando llega
la mañana la encuentra en una calle donde supuestamente recibía las clases. La
disculpa de la esposa es que se había puesto enferma y se había quedado a
dormir en casa de la profesora.
CAPÍTULO VI.
Para
corresponder a las atenciones que León recibía cuando iba a Yonville de parte
del farmacéutico, que le invitaba a comer, aquél ofreció su hospitalidad en la
ciudad al señor Homais si quería ir a Rouen. Éste aceptó la invitación y viajó
a la ciudad el mismo día que Emma; es decir, el jueves. Esto supuso que León no
pudiera desprenderse todo el día del farmacéutico. A Emma esto le sentó muy mal
y a partir de ese momento la relación con él amante se degradó un poco. De
todas maneras, aunque ella seguía enamorada de él, la convivencia plena no era
ya tan satisfactoria como al principio. León, por otra parte, recelaba de ella,
que le dominaba e intentaba controlar. Su superior, el notario, y su madre, que
había recibido una carta anónima dándole a conocer esta relación, le
aconsejaban que rompiera con ella, pero no era capaz.
En otro orden de
cosas, las relaciones de Emma con su proveedor se complicaban. El señor
Lheureux había vendido los pagarés a un tercero, que presiona para que la mujer
pague. El problema se judicializa y llega el embargo de manera apremiante.
CAPÍTULO VII.
El embargo se
presenta como inevitable y Emma debe soportar estoicamente el recuento y
valoración de sus bienes. Desesperada, a pesar de ser domingo, busca que algún
banquero le preste en Rouen. Recurre a León para que éste se ponga en contacto
con alguien que esté dispuesto a socorrerla, pero todo fue inútil. De vuelta a
Yonville, da en limosna los últimos cinco francos que le quedaban a un pobre
que a la salida de la ciudad siempre importunaba a los ocupantes de la
diligencia.
Al día siguiente
se anuncia en un cartel, que arranca Justino, la venta de los muebles de la
casa del médico. Felicidad, la criada, aconseja que vaya a ver al señor
GUILLAUMIN, el notario. Pero, ya en su casa, éste lo que intenta es propasarse
con la mujer. El siguiente intento es hablar con el señor Binet, el recaudador,
al que intenta engatusar, pero éste la rechaza. Después de esto, no es capaz de
regresar a casa y se encamina a la de la nodriza. Tumbada allí, manda a la
mujer a ver si por casualidad se ha presentado León, mas vuelve con la noticia
de que todos la buscan.
CAPÍTULO VIII.
El último
recurso que se le ocurre es visitar a Rodolfo en su castillo. Entra por donde
lo hacía cuando eran amantes y él cree que ella regresa para reiniciar otra vez
la relación amorosa. Mas pronto sale a colación el motivo verdadero: pedirle 3000
francos, que él no tiene.
Apurada esta
última gestión, ya anochecido, se encamina a la farmacia del seños Homais. La
familia está cenando y Justino se encontraba solo. Le llamó y le convenció para
que le abriera la puerta del laboratorio. Emma, sin dudar, agarró un tarro de
donde tomó un puñado de polvo blanco que llevó a la boca. Se trataba de
arsénico. Emma tuvo la sangre fría de convencer al muchacho para que no armara
alboroto para que las culpas no recayeran en el boticario.
De vuelta a
casa, lo primero que hace es escribir una carta que entregó a su marido con la
orden de que no la abriera hasta el día siguiente. De inmediato comenzó la
larga agonía que ni Carlos, ni el farmacéutico, ya sabiendo que se había
envenenado, ni los médicos más reconocidos del entorno logran detener una vez
auscultada la enferma. No pudiendo hacer nada por ella, el seños Homais invita
a los doctores a almorzar en su casa.
El señor
BOURNISIEN, el cura, es llamado para administrar la extremaunción. Antes de
morir, la mujer pide un espejo en un momento de leve mejoría. Con el último
estertor, se oye la canción que siempre entonaba el indigente ciego que siempre
se subía a la diligencia a pedir a las afueras de Rouen. Su última palabra es
esa, “El ciego”y se echó a reír.
CAPÍTULO IX.
El ciego había
ido a Yonville esperanzado con la posibilidad de curarse después de haber oído
al señor Homais que él sería capaz de sanarlo con sus ungüentos. A este ciego
le entregó Emma sus últimos cinco francos.
El velatorio de
la mujer del médico sirve para que el boticario y el sacerdote se enfrenten
ideológicamente, aunque al final acaban entendiéndose.
Carlos tiene que
tomar algunas decisiones que es incapaz de iniciar por el abatimiento en el que
se encuentra: avisar a la familia y elegir el féretro. Determinará que se la
entierre en tres cajas. Una vez construidas, los vecinos pudieron pasar a casa
a acompañar al médico en su duelo.
CAPÍTULO X.
El padre de
Emma, el tío Rouaul, le escribió al farmacéutico para comunicarle que su hija
no se encontraba bien, y el buen hombre se puso de camino con la esperanza de
encontrar viva a su hija. Nada más llegar comienza la ceremonia fúnebre en la
iglesia, que Carlos soporta de mal talante. La llevan al cementerio y la
entierran.
El señor Rouaul
regresa a su casa sin querer ver a su nieta. Carlos y su madre pasan muchas
horas hablando y acuerdan que ella irá a vivir con él contenta de volverle a
recuperar.
Rodolfo, después
de haber estado todo el día de caza, y León, en Rouen, duermen. El único que no
duerme es Justino que, solo ante la tumba de Emma, llora.
CAPÍTULO XI.
Los problemas de
la deuda acechan al viudo, pero Carlos no permite que se lleven ningún objeto
que hubiera pertenecido a su mujer. Su madre se desespera ante esta actitud y
pronto lo vuelve a dejar solo.
Al poco tiempo,
León, ya ejerciendo de notario, hace llegar la nueva de que se casará.
Felicidad, la
criada, huye de casa llevándose todos los vestidos y objetos posibles de su señora.
Un día el médico
descubre en el desván una carta de su mujer que le escribió Rodolfo: la carta
en la que le comunicaba que no huiría con ella. Carlos no comprende muy bien el
contenido, pero sospecha que fueron amantes; sin embargo, le disculpa por
entender que Emma atraía a los hombres. Más tarde se encontrará con él en
persona y su postura será exactamente igual.
Con el tiempo
también descubrirá toda la correspondencia de Emma con León.
Por otra parte,
Carlos se contagia de la personalidad de su difunta mujer y se vuelve refinado
en el vestir y en su aseo personal. Incluso,
termina llevando la misma vida desordenada que fue la causa del fin de
su vida y continúa firmando pagarés. Sufría por la niña porque no podía
vestirla y cuidarla según su categoría. No permitió que Berta se fuera a vivir
con su madre, porque la niña era el consuelo y la imagen de su madre.
El farmacéutico
también fue abandonando al médico. Hubo de anular la mala prensa que el ciego
difundía de él por no ser capaz de curarlo. Para ello emprendió una campaña de
sueltos en la prensa, donde colaboraba, para llamar la atención de las
autoridades para que tomaran medidas contra los indigentes. Por fin encierran
al ciego.
Al final, el
boticario consiguió la condecoración de la Legión de Honor.
Carlos terminó
por no salir de casa. Un día su hija se lo encontró muerto sentado en el
jardín.
Vendieron su
casa y con el dinero pagaron todas las deudas y sobró para comprar el billete
de Berta para que se marchara con la abuela, que murió al poco tiempo, por lo
que hubo de hacerse cargo una tía. Pasado
un tiempo tuvo que trabajar en una fábrica de algodón.
|
Te presento esta novela ambientada en Salamanca que acabo de publicar, por si te animas a leerla. SINOPSIS El asesinato de un diputado en un museo de Madrid lleva a un inspector inexperto a Salamanca, circunscripción por la que es electo el difunto. Durante la estancia en la ciudad se adentrará en el mundo académico, político y social en busca de indicios que expliquen los motivos que han llevado al verdugo a cometer tal atrocidad. El proceso indagatorio conducirá al detective a plantearse alguno de los principios por los que ha de regirse en su oficio, después de entrevistarse con testigos poco habituales que no parecen entristecerse con la muerte del político y que no aportan datos significativos del caso. El ambiente de la localidad universitaria de principios de los noventa del siglo pasado, extraño para el protagonista, más la resolución del caso, le dejarán la sensación de fracaso de su valía profesional y, sobre todo, del papel que le corresponde como agente al servicio de la justicia. Puedes conseguir la novela en papel (16 €) o formato ebook (4,49 €) en varias plataformas on line, tanto en España, como en otros países -la forma más rápida en cualquier país es a través de AMAZON:
-AMAZON (España) -AMAZON (EEUU) -GOOGLE PLAY (formato electrónico) -EL CORTE INGLÉS -CASA DEL LIBRO -LIBRERÍA DE LA U (Colombia) -PERÚEBOOKS (formato electrónico) -CÚSPIDE (Argentina) Etc. |
Comentarios