Comentario de texto de un fragmento del capítulo VII de Los pazos de Ulloa de Emilia Pardo Bazán.


[…] Julián oía estupefacto aquellas miserias de la vida pecadora, y se admiraba de lo bien que teje el diablo sus redes.
- Pero, señor... - balbució -. Si usted mismo lo conoce y lo comprende...
 -¿Pues no lo he de comprender? ¿Soy estúpido acaso para no ver que esa desvergonzada huye de mí, y cada día tengo que cazarla como a una liebre? ¡Sólo está contenta entre los demás labriegos, con la hechicera que le trae y lleva chismes y recados a los mozos! A mí me detesta. A la hora menos pensada me envenenará.
- Señor marqués, ¡yo me pasmo! - arguyó el capellán eficazmente -. ¡Que usted se apure por una cosa tan fácil de arreglar! ¿Tiene más que poner a semejante mujer en la calle?
Como ambos interlocutores se habían acostumbrado a la oscuridad, no sólo vio Julián que el marqués meneaba la cabeza, sino que torcía el gesto.
- Bien se habla... - pronunció sordamente -. Decir es una cosa y hacer es otra... Las dificultades se tocan en la práctica. Si echo a ese enemigo, no encuentro quien me guise ni quien venga a servirme. Su padre... ¿Usted no lo creerá? Su padre tiene amenazadas a todas las mozas de que a la que entre aquí en marchándose su hija, le mete él una perdigonada en los lomos... Y saben que es hombre para hacerlo como lo dice. Un día cogí yo a Sabel por un brazo y la puse en la puerta de la casa: la misma noche se me despidieron las otras criadas, Primitivo se fingió enfermo, y estuve una semana comiendo en la rectoral[1] y haciéndome la cama yo mismo... Y tuve que pedirle a Sabel, de favor, que volviese... Desengáñese usted, pueden más que nosotros. Esa comparsa que traen alrededor son paniaguados suyos, que les obedecen ciegamente. ¿Piensa usted que yo ahorro un ochavo aquí en este desierto? ¡Quiá! Vive a mi cuenta toda la parroquia. Ellos se beben mi cosecha de vino, mantienen sus gallinas con mis frutos, mis montes y sotos[2] les suministran leña, mis hórreos les surten de pan; la renta se cobra tarde, mal y arrastro; yo sostengo siete u ocho vacas, y la leche que bebo cabe en el hueco de la mano; en mis establos hay un rebaño de bueyes y terneros que jamás se uncen para labrar mis tierras; se compran con mi dinero, eso sí, pero luego se dan a aparcería[3] y no se me rinden cuentas jamás...[…]

1.     ESTRUCTURA EXTERNA.
El fragmento en prosa pertenece al capítulo VII de la novela naturalista Los pazos de Ulloa de Emilia Pardo Bazán. El tipo de discurso que predomina es el narrativo, pero, además, encontramos un diálogo, intercalado entre las partes narrativas, entre dos de sus protagonistas: el marqués de Ulloa y el joven sacerdote Julián. Incluso, podemos resaltar un desarrollo argumentativo con el cual el noble pretende convencer a su interlocutor de que no es fácil cambiar el estado de las cosas de su heredad.

2.  ESTRUCTURA INTERNA.
Desde el punto de vista del desarrollo del contenido, señalamos las siguientes partes:
La primera la podríamos situar desde la línea 1 a la 11. En esta parte el marqués analiza la dependencia absoluta que tiene de Sabel y de su padre Primitivo, el capataz de su hacienda.
La segunda parte, de la línea 12 a la 20, según la confesión del marqués, se centra en el amedrentamiento de Primitivo al resto de criados y al vecindario para que estén sometidos a sus órdenes.
La tercera parte, de la línea 20 a la 26, continuando con la confesión, reconoce la expoliación de sus bienes por parte de los criados.

2.    TEMAS.
Confesión del marqués de Ulloa a Julián de la dependencia emocional y material de él hacia Sabel y Primitivo, padre de ésta.
Otro tema secundario es el expolio de los bienes del noble a manos de su criado Primitivo.

4. RESUMEN.
El marqués de Ulloa y Julián hablan de la relación del señorito con la criada y el sacerdote no comprende cómo su amo mantiene una relación tan perniciosa con ella. Piensa el sacerdote que el problema se resolvería despidiéndola, pero el marqués le dice que no es tan fácil y que, de hecho, ya la había despedido una vez, mas, al final, no le quedó más remedio que admitirla de nuevo porque todos los criados dejaron de servirle y no encontró a nadie que la sustituyera por el miedo que todos los vecinos tenían a su capataz Primitivo. Y no solo eso, sino que reconoce que todos los criados y vecinos le roban y disfrutan de sus bienes.

5. ANÁLISIS Y COMENTARIO DE LAS PRINCIPALES FIGURAS LITERARIAS.

FIGURA
Líneas
CITA
EXPLICACIÓN
Apóstrofes
8
Señor marqués, …Hay otros ejemplos a lo largo del texto.
Son formas apelativas con las que los hablantes llaman la atención de su interlocutor.
Interrogación retórica
Hay bastan-tes: p.e. l4
- ¿Pues no lo he de comprender? ¿Soy estúpido acaso para no ver que esa desvergonzada huye de mí, y cada día tengo que cazarla como a una liebre?
Aunque formalmente son preguntas, se aproximan más a enunciados exclamativos con los que el marqués expresa su fastidio por las imprecaciones del sacerdote y por su incapacidad para cambiar el orden de los acontecimientos.
Hipérbole y metáfora
20/21
 ¿Piensa usted que yo ahorro un ochavo aquí en este desierto?
Obviamente se trata de una exageración por parte del marqués de que es incapaz de ahorrar nada.
También es una metáfora cuando se refiere a la zona donde vive como un desierto, no tanto por la vegetación, que es exuberante, sino por la poca gente que la habita.
21
Vive a mi cuenta toda la parroquia
Es otra exageración y, a partir de aquí, el resto del texto lo podemos considerar todo él una hipérbole.
Enumeración
21/26
Ellos se beben mi cosecha de vino, … con mis frutos, mis montes y sotos…, mis hórreos…; la renta se cobra tarde, mal y arrastro; yo sostengo siete u ocho vacas, y la leche que bebo cabe en el hueco de la mano; en mis establos hay un rebaño de bueyes y terneros que jamás se uncen para labrar mis tierras; se compran con mi dinero, eso sí, pero luego se dan a aparcería  y no se me rinden cuentas jamás... […]
Enumeración de los bienes del marqués de los que se aprovechan toda la parroquia, (el conjunto de vecinos que son feligreses de una iglesia).
Metáforas
1 y 2
…de lo bien que el diablo teje sus redes.
Julián, como sacerdote, entiende la vida como una dicotomía entre el mal, representado por el diablo, y el bien, encarnado por Dios. Cuando hay conductas contrarias a las normas cristianas, cree que se deben a la intervención del diablo. En este sentido, la trampa en la que está atrapado el marqués cree que es obra del maligno.
9
¿Tiene más que poner a semejante mujer en la calle?
Es una metáfora común en el registro coloquial con la que se quiere decir: echar, despedir de un empleo
19/20
Esa comparsa que traen alrededor son paniaguados suyos, que les obedecen ciegamente.
Una comparsa es un conjunto de músicos, los vecinos, que son dirigidos por un director de orquesta, Primitivo. Los vecinos no van a hacer nada distinto de lo que diga el capataz porque son paniaguados suyos: están empapados, son obedientes, de los intereses de Primitivo.
Símil
5
…cada día tengo que cazarla como a una liebre?
La personalidad de Sabel, libre y salvaje, y la relación sentimental que con ella mantiene es tan incierta, como lo es la del cazador, (él es uno contumaz) cuando sale tras su presa.


6. CARACTERÍSTICAS DE LA LITERATURA REALISTA Y NATURALISTA EN ESTE FRAGMENTO.
Hay bastantes características de la novela realista que podemos resaltar. La ambientación de los hechos se efectúa en el lugar de procedencia del autor, en Galicia, en una zona próxima a Santiago de Compostela. Desde el punto de vista del tiempo, los hechos se sitúan en la época que vivieron los autores. Los protagonistas son seres conflictivos y representativos de una parte de la sociedad: como, por ejemplo, la decadencia de la nobleza rural, representada por el marqués. También podemos observar algunos rasgos propios de la tendencia de la novela naturalista: la presencia de personajes amorales y sin civilizar, la mayoría vinculados al mundo rural, el mundo que rodea a Primitivo, pero también otros personajes; un espacio cerrado, habitado por pocas personas (desierto, así se llama en el texto); y el planteamiento del conflicto como si fuera casi un experimento: ¿qué sucederá en ese espacio y con esos personajes amorales si incluimos en él a personajes delicados y civilizados, como son Nucha y el mismo Julián? Y, para acabar, el narrador es externo y omnisciente.
Por otra parte, una de las claves del desarrollo argumental es el temor del marqués a que lo asesinen para que toda la hacienda pase a Perucho, su único hijo bastardo nacido de su relación con Sabel. Cuando se lo confiesa a Julián, éste no lo considera probable porque está comenzando a descubrir los entresijos que hay alrededor de su amo. Incluso, más adelante, cuando se dirijan caminando a tomar la diligencia hacia Santiago, no será consciente del peligro que corre su propia vida cuando el marqués desenmascare la intención del capataz de asesinarlo.



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Sinopsis

El asesinato de un diputado en un museo de Madrid lleva a un inspector inexperto a Salamanca, circunscripción por la que es electo el difunto. Durante la estancia en la ciudad se adentrará en el mundo académico, político y social en busca de indicios que expliquen los motivos que han llevado al verdugo a cometer tal atrocidad. El proceso indagatorio conducirá al detective a plantearse alguno de los principios por los que ha de regirse en su oficio, después de entrevistarse con testigos poco habituales que no parecen entristecerse con la muerte del político y que no aportan datos significativos del caso.

El ambiente de la localidad universitaria de principios de los noventa del siglo pasado, extraño para el protagonista, más la resolución del caso, le dejarán la sensación de fracaso de su valía profesional y, sobre todo, del papel que le corresponde como agente al servicio de la justicia. 


[1]  Despacho del párroco.
[2] Sitio poblado de árboles, arbustos, matas y malezas.
[3] Contrato entre el dueño de tierras y el que las cultiva, (en este caso, los bueyes) para repartirse los productos o beneficios. Es lo que se llama contrato de aparcería.

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