[…] Julián oía
estupefacto aquellas miserias de la vida pecadora, y se admiraba de lo bien que
teje el diablo sus redes.
- Pero,
señor... - balbució -. Si usted mismo lo conoce y lo comprende...
-¿Pues no lo he de comprender? ¿Soy estúpido
acaso para no ver que esa desvergonzada huye de mí, y cada día tengo que
cazarla como a una liebre? ¡Sólo está contenta entre los demás labriegos, con
la hechicera que le trae y lleva chismes y recados a los mozos! A mí me
detesta. A la hora menos pensada me envenenará.
- Señor
marqués, ¡yo me pasmo! - arguyó el capellán eficazmente -. ¡Que usted se apure
por una cosa tan fácil de arreglar! ¿Tiene más que poner a semejante mujer en
la calle?
Como ambos
interlocutores se habían acostumbrado a la oscuridad, no sólo vio Julián que el
marqués meneaba la cabeza, sino que torcía el gesto.
- Bien se
habla... - pronunció sordamente -. Decir es una cosa y hacer es otra... Las
dificultades se tocan en la práctica. Si echo a ese enemigo, no encuentro quien
me guise ni quien venga a servirme. Su padre... ¿Usted no lo creerá? Su padre
tiene amenazadas a todas las mozas de que a la que entre aquí en marchándose su
hija, le mete él una perdigonada en los lomos... Y saben que es hombre para
hacerlo como lo dice. Un día cogí yo a Sabel por un brazo y la puse en la
puerta de la casa: la misma noche se me despidieron las otras criadas,
Primitivo se fingió enfermo, y estuve una semana comiendo en la rectoral
y haciéndome la cama yo mismo... Y tuve que pedirle a Sabel, de favor, que
volviese... Desengáñese usted, pueden más que nosotros. Esa comparsa que traen
alrededor son paniaguados suyos, que les obedecen ciegamente. ¿Piensa usted que
yo ahorro un ochavo aquí en este desierto? ¡Quiá! Vive a mi cuenta toda la
parroquia. Ellos se beben mi cosecha de vino, mantienen sus gallinas con mis
frutos, mis montes y sotos
les suministran leña, mis hórreos les surten de pan; la renta se cobra tarde,
mal y arrastro; yo sostengo siete u ocho vacas, y la leche que bebo cabe en el
hueco de la mano; en mis establos hay un rebaño de bueyes y terneros que jamás
se uncen para labrar mis tierras; se compran con mi dinero, eso sí, pero luego
se dan a aparcería
y no se me rinden cuentas jamás...[…]
1.
ESTRUCTURA EXTERNA.
El fragmento en
prosa pertenece al capítulo VII de la novela naturalista Los pazos de Ulloa de Emilia Pardo Bazán. El tipo de discurso que
predomina es el narrativo, pero, además, encontramos un diálogo, intercalado
entre las partes narrativas, entre dos de sus protagonistas: el marqués de
Ulloa y el joven sacerdote Julián. Incluso, podemos resaltar un desarrollo
argumentativo con el cual el noble pretende convencer a su interlocutor de que
no es fácil cambiar el estado de las cosas de su heredad.
2. ESTRUCTURA
INTERNA.
Desde el punto de vista del desarrollo
del contenido, señalamos las siguientes partes:
La primera la podríamos situar desde la
línea 1 a la 11. En esta parte el marqués analiza la dependencia absoluta que
tiene de Sabel y de su padre Primitivo, el capataz de su hacienda.
La segunda parte, de la línea 12 a la 20,
según la confesión del marqués, se centra en el amedrentamiento de Primitivo al
resto de criados y al vecindario para que estén sometidos a sus órdenes.
La tercera parte, de la línea 20 a la 26,
continuando con la confesión, reconoce la expoliación de sus bienes por parte
de los criados.
2.
TEMAS.
Confesión del marqués de Ulloa a Julián
de la dependencia emocional y material de él hacia Sabel y Primitivo, padre de
ésta.
Otro tema secundario es el expolio de
los bienes del noble a manos de su criado Primitivo.
4.
RESUMEN.
El marqués de Ulloa y Julián hablan de
la relación del señorito con la criada y el sacerdote no comprende cómo su amo
mantiene una relación tan perniciosa con ella. Piensa el sacerdote que el
problema se resolvería despidiéndola, pero el marqués le dice que no es tan
fácil y que, de hecho, ya la había despedido una vez, mas, al final, no le
quedó más remedio que admitirla de nuevo porque todos los criados dejaron de
servirle y no encontró a nadie que la sustituyera por el miedo que todos los
vecinos tenían a su capataz Primitivo. Y no solo eso, sino que reconoce que
todos los criados y vecinos le roban y disfrutan de sus bienes.
5.
ANÁLISIS Y COMENTARIO DE LAS PRINCIPALES FIGURAS LITERARIAS.
FIGURA
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Líneas
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CITA
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EXPLICACIÓN
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Apóstrofes
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8
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Señor marqués, …Hay
otros ejemplos a lo largo del texto.
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Son
formas apelativas con las que los hablantes llaman la atención de su
interlocutor.
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Interrogación retórica
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Hay bastan-tes: p.e. l4
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- ¿Pues no lo he de
comprender? ¿Soy estúpido acaso para no ver que esa desvergonzada huye de mí,
y cada día tengo que cazarla como a una liebre?
|
Aunque
formalmente son preguntas, se aproximan más a enunciados exclamativos con los
que el marqués expresa su fastidio por las imprecaciones del sacerdote y por
su incapacidad para cambiar el orden de los acontecimientos.
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Hipérbole y metáfora
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20/21
|
¿Piensa usted que yo ahorro un ochavo aquí
en este desierto?
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Obviamente
se trata de una exageración por parte del marqués de que es incapaz de
ahorrar nada.
También
es una metáfora cuando se refiere a la zona donde vive como un desierto, no
tanto por la vegetación, que es exuberante, sino por la poca gente que la
habita.
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21
|
Vive
a mi cuenta toda la parroquia
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Es
otra exageración y, a partir de aquí, el resto del texto lo podemos considerar
todo él una hipérbole.
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Enumeración
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21/26
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Ellos se beben mi cosecha de vino, … con mis
frutos, mis montes y sotos…, mis hórreos…; la renta se cobra tarde, mal y
arrastro; yo sostengo siete u ocho vacas, y la leche que bebo cabe en el
hueco de la mano; en mis establos hay un rebaño de bueyes y terneros que
jamás se uncen para labrar mis tierras; se compran con mi dinero, eso sí,
pero luego se dan a aparcería y no se
me rinden cuentas jamás... […]
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Enumeración
de los bienes del marqués de los que se aprovechan toda la parroquia, (el
conjunto de vecinos que son feligreses de una iglesia).
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Metáforas
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1 y 2
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…de lo bien que el diablo teje sus redes.
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Julián,
como sacerdote, entiende la vida como una dicotomía entre el mal,
representado por el diablo, y el bien, encarnado por Dios. Cuando hay
conductas contrarias a las normas cristianas, cree que se deben a la
intervención del diablo. En este sentido, la trampa en la que está atrapado
el marqués cree que es obra del maligno.
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9
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¿Tiene más que poner a semejante mujer en la calle?
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Es
una metáfora común en el registro coloquial con la que se quiere decir: echar, despedir de un empleo…
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19/20
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Esa comparsa que traen alrededor son
paniaguados suyos, que les obedecen ciegamente.
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Una
comparsa es un conjunto de músicos, los vecinos, que son dirigidos por un
director de orquesta, Primitivo. Los vecinos no van a hacer nada distinto de
lo que diga el capataz porque son paniaguados suyos: están empapados, son
obedientes, de los intereses de Primitivo.
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Símil
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5
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…cada día tengo que
cazarla como a una liebre?
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La
personalidad de Sabel, libre y salvaje, y la relación sentimental que con
ella mantiene es tan incierta, como lo es la del cazador, (él es uno
contumaz) cuando sale tras su presa.
|
6.
CARACTERÍSTICAS DE LA LITERATURA REALISTA Y NATURALISTA EN ESTE FRAGMENTO.
Hay bastantes características de la
novela realista que podemos resaltar. La ambientación de los hechos se efectúa
en el lugar de procedencia del autor, en Galicia, en una zona próxima a Santiago
de Compostela. Desde el punto de vista del tiempo, los hechos se sitúan en la
época que vivieron los autores. Los protagonistas son seres conflictivos y
representativos de una parte de la sociedad: como, por ejemplo, la decadencia
de la nobleza rural, representada por el marqués. También podemos observar
algunos rasgos propios de la tendencia de la novela naturalista: la presencia
de personajes amorales y sin civilizar, la mayoría vinculados al mundo rural,
el mundo que rodea a Primitivo, pero también otros personajes; un espacio cerrado,
habitado por pocas personas (desierto, así se llama en el texto); y el
planteamiento del conflicto como si fuera casi un experimento: ¿qué sucederá en
ese espacio y con esos personajes amorales si incluimos en él a personajes
delicados y civilizados, como son Nucha y el mismo Julián? Y, para acabar, el
narrador es externo y omnisciente.
Por otra parte, una de las claves del
desarrollo argumental es el temor del marqués a que lo asesinen para que toda
la hacienda pase a Perucho, su único hijo bastardo nacido de su relación con
Sabel. Cuando se lo confiesa a Julián, éste no lo considera probable porque
está comenzando a descubrir los entresijos que hay alrededor de su amo.
Incluso, más adelante, cuando se dirijan caminando a tomar la diligencia hacia
Santiago, no será consciente del peligro que corre su propia vida cuando el
marqués desenmascare la intención del capataz de
asesinarlo.
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