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Comentario de texto de un fragmento del capítulo XXIX de La Regenta / Leopoldo Alas, Clarín

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Texto extraído del CAPÍTULO XXIX de la REGENTA/ CLARÍN  El Magistral estaba pensando que el cristal helado que oprimía su frente parecía un cuchillo que le iba cercenando los sesos; y pensaba además que su madre al meterle por la cabeza una sotana le había hecho tan desgraciado, tan miserable, que él era en el mundo lo único digno de lástima. La idea vulgar, falsa y grosera de comparar al clérigo con el eunuco se le fue metiendo también por el cerebro con la humedad del cristal helado. « Sí, él era como un eunuco1 enamorado, un objeto digno de risa, una cosa repugnante de puro ridícula... Su mujer, la Regenta, que era su mujer, su legítima mujer, no ante Dios, no ante los hombres, ante ellos dos, ante él sobre todo, ante su amor, ante su voluntad de hierro, ante todas las ternuras de su alma, la Regenta, su hermana del alma, su mujer, su esposa, su humilde esposa... le había engañado, le había deshonrado, como otra mujer cualquiera; y él, que tenía sed de sangre, ansias de apretar e

Comentario de la columna de Elvira Lindo titulada "Conciliar"

Conciliar ELVIRA LINDO 23/12/2009 Mi casa linda con una guardería, o escuela infantil, como se llama ahora. Si esta circunstancia se hubiera dado en Estados Unidos, quien nos vendió la casa debería haberlo advertido. Para los americanos que no están en edad de criarlos, los niños son altamente molestos. A mí los niños chicos me enternecen. Una vez que he conseguido transformar su bullicio en el ruido de fondo que cada casa tiene, mi casa no sería la misma sin ellos. Como los arbolillos del patio, los niños me avisan puntualmente de las estaciones. En verano hay una remesa nueva de bebés que por la mañana maúllan como gatos, contagiados unos por otros. Algunos llaman a su madre desesperadamente. Me parten el corazón. El llanto se desvanece con la comida y luego, tras el silencio de la siesta, canturrean distraídamente un disco de canciones infantiles. A veces me he descubierto escribiendo sobre Obama, el aborto o la corrupción inmobiliaria mientras tarareaba El señor Don Gato. Los e