Déjeme ver.
Juan José Millás
Ahora mismo hay miles o millones de personas en otros tantos probadores de grandes almacenes intentando encajar su cuerpo en unas prendas que seguramente no les quedan bien. Se contemplan en el espejo, tiran de aquí y de allá a ver si la cosa tiene arreglo mientras el traje viejo cuelga de una percha de la pared como una mortaja. Millones de personas encerradas en esa especie de ascensor inmóvil llamado probador se desabrochan la blusa o la camisa aquí o en Londres o en París, también en Nueva York o en Tokio, se desabrochan la camisa o la blusa, decíamos, con la expresión cansada del que, más que un trapo, parece que se prueba la realidad. La realidad, excepto para el que puede permitirse el lujo de hacérsela a medida, cae mal, muy mal. Hay millones de personas en todo el mundo quitándosela y poniéndosela desconsoladamente, al borde de las lágrimas.
A veces, abandonas el probador con la realidad puesta y el vendedor te dice que ajustando un poco los hombros y acortando las mangas podría quedarte como un guante. Al final, por no volver a vestirte y desnudarte, pues ya estás agotado, te la llevas contra una tarjeta de crédito famélica y brotas desde los grandes almacenes a la noche porque los días, con el cambio de horario, no duran nada, nada. Te vienen cortos los días, como las mangas de la realidad, como la sisa del vestido. Hay gente que se hace los días a medida, pero tampoco es lo común porque salen muy caros. Juntando siete días de usar y tirar sale una semana barata durante la que los niños han pasado la gripe. El martes ingresaron a mamá en un pasillo del hospital porque no había habitaciones libres. Los pantalones me están bien, pero el mundo me hace un poco de daño aquí. Déjeme ver, dice el vendedor.
ESTRUCTURA EXTERNA.
Texto completo en prosa. Se trata de un texto periodístico de opinión; en concreto, de una columna. Los discursos que predominan son la descripción subjetiva en varias partes del texto, aunque es significativa desde la línea 1 a la 9; partes argumentativas no hay muchas: en la línea 8: La realidad, excepto para el que puede permitirse el lujo de hacérsela a medida, cae mal, muy mal o en la línea 16: Hay gente que se hace los días a medida, pero tampoco es lo común porque salen muy caros. Juntando siete días de usar y tirar sale una semana barata durante la que los niños han pasado la gripe.
ESTRUCTURA INTERNA.
INTRODUCCIÓN.
El autor parte de un hecho habitual en la vida, como es la de probar la ropa que se va a comprar, para centrar el tema de si las personas se adaptan bien a la realidad que les toca vivir.
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Descripción.Ahora mismo hay miles o millones de personas en otros tantos probadores de grandes almacenes intentando encajar su cuerpo en unas prendas que seguramente no les quedan bien. Se contemplan en el espejo, tiran de aquí y de allá a ver si la cosa tiene arreglo mientras el traje viejo cuelga de una percha de la pared como una mortaja. Millones de personas encerradas en esa especie de ascensor inmóvil llamado probador se desabrochan la blusa o la camisa aquí o en Londres o en París, también en Nueva York o en Tokio, se desabrochan la camisa o la blusa, decíamos, con la expresión cansada del que, más que un trapo, parece que se prueba la realidad.
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CUERPO ARGUMENTATIVO.
Adaptarse a la realidad cuesta, excepto para las personas adineradas, que la adaptan a su medida.
Los poderes públicos (el vendedor) ofrecen una realidad (una prenda), una vida, no perfecta, pero piden a los ciudadanos que se adapten a ella y cumplan con sus obligaciones sin rechistar (pago con tarjeta).
No hay tiempo para la realización personal, excepto para los ricos que pueden comprar también tiempo. El tiempo solo da para cubrir las necesidades de los seres queridos.
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ARGUMENTACIÓNLa realidad, excepto para el que puede permitirse el lujo de hacérsela a medida, cae mal, muy mal. Descripción.Hay millones de personas en todo el mundo quitándosela y poniéndosela desconsoladamente, al borde de las lágrimas.
NARRACIÓN en segunda persona.A veces, abandonas el probador con la realidad puesta y el vendedor DIÁLOGO EN ESTILO INDIRECTOte dice que ajustando un poco los hombros y acortando las mangas podría quedarte como un guante. Al final, por no volver a vestirte y desnudarte, pues ya estás agotado, te la llevas contra una tarjeta de crédito famélica y brotas desde los grandes almacenes a la noche porque los días, con el cambio de horario, no duran nada, nada. Te vienen cortos los días, como las mangas de la realidad, como la sisa del vestido. ARGUMENTACIÓN Hay gente que se hace los días a medida, pero tampoco es lo común porque salen muy caros. Juntando siete días de usar y tirar sale una semana barata durante la que los niños han pasado la gripe. DIÁLOGO EN ESTILO DIRECTOEl martes ingresaron a mamá en un pasillo del hospital porque no había habitaciones libres.
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TESIS. El tiempo pasa para la mayoría de las personas sobrellevando una existencia cruda de la que apenas pueden escapar ni pedir a nadie que la mejore.
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Los pantalones me están bien, pero el mundo me hace un poco de daño aquí. Déjeme ver, dice el vendedor.
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TEMA: Reflexión existencial por parte del autor de lo que supone vivir para la mayoría de las personas comunes.
RESUMEN. Partiendo de algo común para la mayoría de los personas, como es probarse la ropa antes de comprarla en el probador de la tienda y percatarse de que raras veces esas prendas se ajustan perfectamente al talle, el autor reflexiona sobre la calidad existencial de las personas sin grandes recursos económicos que viven de su trabajo, pues aquellos que no necesitan trabajar eligen la vida deseada y disponen de todo el tiempo para gozarla. La existencia para las personas normales no da nada más que para sobrevivir atendiendo a las necesidades más urgentes: atender a las personas que dependen de ellas –los hijos, los padres mayores… La posibilidad de disfrutar en esta vida es limitada para ellos y no parece que les quede otra opción que adaptarse a ella, ya que no hay nadie capaz de cambiar el sistema.
ACTITUD E INTENCIÓN.
La actitud es subjetiva, con un enfoque personal propio de un autor que se aproxima a realidades o problemas partiendo de detalles o acciones nimias. También, como novelista que es, esa actitud subjetiva se aprecia en los recursos literarios utilizados en el desarrollo de la columna: símiles, como el de la línea 4, cuando dice: cuelga de una percha de la pared como una mortaja (además, la palabra mortaja tiene un significado negativo, propio de la visión pesimista que se percibe en todo el texto); metáforas, como la de la línea 5: en esa especie de ascensor inmóvil. Además, en su discurso también hay expresiones características del registro coloquial, algo usual de las columnas: a ver si la cosa tiene arreglo, dice en la línea 3; quedarte como un guante, en la línea 12 (también es símil). Las repeticiones de palabras son otro ejemplo de la expresividad del texto; al repetir, se resalta el significado y la actitud doliente del emisor: cae mal, muy mal, de la línea 9 o, en la línea 15: los días no duran nada, nada. Otro detalle de la actitud subjetiva es el uso de adjetivos explicativos valorativos; por ejemplo, el de la línea 14, una tarjeta de crédito famélica.
La intención fundamental del autor es reflexionar sobre el sentido de la existencia de la inmensa mayoría de la población que dedica su tiempo a resolver problemas, o bien, ocupado en el trabajo y no puede disfrutar de cierto tiempo para realizar actividades de su gusto.
El autor se dirige en 2ª persona al lector identificándolo de manera parecida a las personas que describe en el artículo: abandonas el probador (Tú), de la línea 11. Es una muestra de la función apelativa. Por otra parte, incluye al lector en el discurso, cuando usa el plural sociativo: decíamos, de la línea 7.
La función expresiva ya ha quedado reflejada cuando se ha hablado de la actitud. Podemos reiterar la visión pesimista de la vida presentada por Juan José Millás. Es una forma, además, de solidarizarse con todas esas personas que llevan una vida sin muchos alicientes, pues él, por su posición personal, seguramente no se encuentre entre el común de los mortales. Es también una muestra de desesperanza ya que los visos de que la vida mejore no existen: no hay nadie que sea capaz de mejorar la situación de las personas.
TIPO DE TEXTO.
En cuanto a su ámbito de uso los podemos considerar un texto profesional. Se trata de un texto periodístico de opinión; en concreto, de una columna. Este tipo de texto suele ser escrito por personas que colaboran con el periódico de manera regular, normalmente escritores profesionales, como es el caso de Juan José Millás, uno de los novelistas actuales de mayor éxito. Las columnas ocupan un espacio fijo. Abordan temas de interés, aunque no necesariamente deben cumplir la condición de ser rabiosamente actuales como las noticias. La forma de abordar los asuntos se caracteriza por su informalidad: no pretenden agotar el análisis del tema del que escriben y éste es enfocado de manera personal, características que son propias del ensayo. Otro rasgo de las columnas es la presencia de recursos literarios, como se ha reflejado al hablar de la actitud del autor.
Por su temática existencialista lo podemos considerar un texto humanístico, que es objeto de estudio por parte de la sociología y la filosofía, aunque ya ha quedado claro que no es un texto expositivo. Los receptores no buscan una información exhaustiva, sino un enfoque personal de los asuntos que abordan sus articulistas preferidos.
En cuanto a su elocución es un texto descriptivo y argumentativo que persigue trasladar a sus oyentes una reflexión de lo que supone la existencia.
Ya se ha hecho referencia a características propias de la argumentación y opinión como el uso de la primera persona: decíamos, de la línea 7; el uso de adjetivos explicativos valorativos, como, por ejemplo, el de la línea 14, una tarjeta de crédito famélica, o el de la línea 17: sale una semana barata; el uso intemporal o gnómico del presente de indicativo de la línea 9: la realidad cae mal…; el uso de enunciados compuestos con subordinadas causales: …es lo común porque salen muy caros, de la línea 17.
Veamos algunas características de las partes descriptivas, como el uso del presente con un valor actual, pues la acción verbal coincide con el momento presente de lo que describe: Ahora mismo hay miles…, de la línea 1; el predominio de las estructuras nominales con verbos de estado sobre los verbos de acción: Ahora mismo hay miles o millones de personas [intentando encajar su cuerpo en unas prendas que seguramente no les quedan bien]en otros tantos probadores de grandes almacenes.
Por otra parte, encontramos partes narrativas, ya que se cuenta lo que hace un personaje, identificado con el lector. Encontramos esta parte a partir de la línea 11: [Tú] abandonas el probador…, el vendedor te dice que…, te la llevas y brotas desde los grandes almacenes…; también, partes dialogadas en estilo directo desde la línea 18 hasta el final: El martes ingresaron a mamá… Déjeme ver, dice el vendedor y en estilo indirecto en la línea 11: el vendedor te dice que ajustando un poco…
El registro lingüístico del texto es el estándar propio de la comunicación periodística, con alguna fórmula propia del registro coloquial, algo usual de las columnas: a ver si la cosa tiene arreglo, dice en la línea 3; quedarte como un guante, en la línea 12. Las repeticiones de palabras son otro ejemplo de la expresividad del texto y del registro coloquial: cae mal, muy mal, de la línea 9 o, en la línea 15: los días no duran nada, nada.
ANÁLISIS ESTILÍSTICO DE LOS ADJETIVOS.
Ahora mismo hay miles o millones de personas en otros tantos probadores de grandes almacenes intentando encajar su cuerpo en unas prendas que seguramente no les quedan bien. Se contemplan en el espejo, tiran de aquí y de allá a ver si la cosa tiene arreglo mientras el traje viejo cuelga de una percha de la pared como una mortaja. Millones de personas encerradas en esa especie de ascensor inmóvil llamado probador se desabrochan la blusa o la camisa aquí o en Londres o en París, también en Nueva York o en Tokio, se desabrochan la camisa o la blusa, decíamos, con la expresión cansada del que, más que un trapo, parece que se prueba la realidad. La realidad, excepto para el que puede permitirse el lujo de hacérsela a medida, cae mal, muy mal. Hay millones de personas en todo el mundo quitándosela y poniéndosela desconsoladamente, al borde de las lágrimas.
A veces, abandonas el probador con la realidad puesta y el vendedor te dice que ajustando un poco los hombros y acortando las mangas podría quedarte como un guante. Al final, por no volver a vestirte y desnudarte, pues ya estás agotado, te la llevas contra una tarjeta de crédito famélica y brotas desde los grandes almacenes a la noche porque los días, con el cambio de horario, no duran nada, nada. Te vienen cortos los días, como las mangas de la realidad, como la sisa del vestido. Hay gente que se hace los días a medida, pero tampoco es lo común porque salen muy caros. Juntando siete días de usar y tirar sale una semana barata durante la que los niños han pasado la gripe. El martes ingresaron a mamá en un pasillo del hospital porque no había habitaciones libres. Los pantalones me están bien, pero el mundo me hace un poco de daño aquí. Déjeme ver, dice el vendedor.
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