-Estoy loco, Gabrielillo, ¿qué pasa, qué
ocurre? ¿Oyes las campanas de la parroquia? Por los mártires de Alcalá juro...
no, jurar no, que es pecado... prometo que Santurrias me las ha de pagar todas
juntas. ¿Pero has visto cómo se burla de mí ese condenado? No es él el que
toca, que si fuera... Mira, estaba yo descabezando el primer sueño cuando me
hizo saltar de la cama el ruido de las campanas. ¡Dios mío, qué algazara! Plin,
plan, plin, plan... parecía que el cielo se venía abajo. Lleno de indignación
subí a la torre, pero Santurrias no estaba, y en su lugar sus cuatro hijos
tocaban las campanas. Tal era mi cólera, que resolví mostrar la mayor energía y
les dije: «Pillos, granujas, váyanse de aquí noramala»; pero ellos se rieron de
mí y siguieron tocando... plin, plan, plin, plan... ¡Si hubieras visto a los
cuatro condenados muchachos, con qué alegría, con qué frenesí tiraban de las
cuerdas!... ¡Malditos sean!... Pues uno de ellos, el mayor, es listillo y muy
mono... y ayuda a misa como un zarapico. Pero me dio tal enfado, que les mandé salir de la torre. ¿Tú me obedeciste?,
pues ellos tampoco; el más chico me dijo: «Pare
Gorio jue a matal a Godoy y nos puso a que tocálamosfuelte, fuelte». Desde
las once hasta ahora no han cesado ni un momento. ¿Pero dime, qué ocurre en el
pueblo? He visto el resplandor de una llamarada, he sentido gritos. La tía Gila
fue por orden mía a ver lo que pasaba, y volvió horrorizada, diciendo que estaban
quemando todo el Palacio Real de punta a punta, y los jardines, y el Tajo y la
cascada. Cuéntame, hijito, que estoy sin sosiego.
Contele lo que había pasado en casa del
Príncipe su amigo.
-Pero a estas horas habrán salido las
tropas para castigar a esa vil plebe -me dijo.
-¡Quia! ¡Si entre la multitud había muchos
soldados! La tropa debe de estar sobornada.
-Pero a estas horas el Príncipe ha de
estar tomando sus disposiciones para arreglarlo todo... porque él no es hombre
que se anda con chiquitas, y si les sienta la mano... Cuánto deploro no haber
podido advertirle ayer lo que se preparaba. Ya ves, hubiéramos podido evitar
ese tumulto. ¡Miserable de mí!... Yo, yo tengo la culpa de lo que está pasando.
Si no fuera por este genio corto que Dios me ha dado...
-El Príncipe ha huido, y debe estar a
estas horas muy lejos de Aranjuez.
-¡Que ha huido! No puede ser, no puede ser
-exclamó con cierta enajenación-. Gabriel: ¿para qué mientes? ¿O eres tú
también de los que creen las majaderías y simplezas de Santurrias?
1.
Estructura externa.
Fragmento en prosa del capítulo X de la novela 19 de marzo y 2 de mayo, perteneciente a la primera serie de los Episodios Nacionales de Benito Pérez
Galdós. El fragmento es sobre todo un diálogo en estilo directo entre don
Celestino y Gabriel. En menor medida, hay, además, como es lógico en una
novela, partes narrativas, como, por ejemplo, en la línea 18: Contele lo que había pasado en casa del
Príncipe su amigo.
2. Estructura
interna. Podemos dividir, según el contenido de la conversación de los dos
personajes, el fragmento en dos partes.
La primera, de la línea 1 a la 17, es la
intervención del sacerdote para contarle a Gabriel cómo los hijos del sacristán
de su parroquia le habían despertado la noche anterior al estar toda ella
tocando las campanas por orden de su padre, con el propósito de animar a los
vecinos que asaltaran el palacio real.
La segunda parte, desde la línea 18 hasta
el final, es Gabriel quien le pone al corriente de los disturbios que se están
produciendo en la localidad. Así le describe el asalto al palacio de Godoy y de
cómo éste había huido. El sacerdote no acaba de comprender todo lo que está
pasando.
3. Tema.
Incredulidad de don Celestino al saber por boca de Gabriel los disturbios que
se están produciendo en Aranjuez.
4. Resumen.
Don Celestino cuenta a Gabriel la sorpresa que se llevó la noche anterior
cuando se despertó al oír tocar las campanas de su iglesia. Subió a la torre a
ver qué sucedía y descubrió a los hijos del sacristán, llamado Santurrias,
volteando las campanas. Cuando les ordenó que cesaran de tocar, no le hicieron
caso, porque su padre les había mandado que no pararan, mientras él participaba
en la revuelta callejera para matar a Godoy. Esos desórdenes fueron confirmados
esa misma noche por una emisaria del sacerdote que le dijo que el palacio real
ardía. Por su parte, Gabriel le puntualiza esos desórdenes aclarando que el
palacio que el populacho ha asaltado es el palacio de Godoy, y que éste ha
desaparecido. Don Celestino se lamenta de no haber comunicado en la entrevista
mantenida con el Príncipe de la Paz, Godoy, las murmuraciones de revuelta
existentes para haberlo prevenido.
5. Características
literarias y culturales propias de la novela realista presentes en este
fragmento.
El asunto de la narración es actual para
el novelista. Bien es verdad que son hechos, el levantamiento popular contra
Godoy, preámbulo del inicio de la Guerra de la Independencia, que él no conoció
personalmente, pero que sí oyó contar a su padre, militar que participó en ese
conflicto. Sabemos que una de las características literarias de los realistas
es ambientar sus historias en el presente en el que viven. Además, son
rigurosos en el tratamiento de los hechos narrados, por lo cual no nos debe
extrañar que Benito Pérez Galdós se informara a conciencia en las revueltas que
narra en esta novela.
Otra característica de la novela es que el
protagonista es representativo de la sociedad en la que vive y, además,
vive conflictos personales. Gabriel, el adolescente protagonista, va a
participar en los principales hechos históricos que se narran en la primera
serie de los Episodios Nacionales de Galdós. Y, también, luchará para conseguir
el amor de Inés.
Otra característica es que los diálogos de
los personajes reproducen su índole social. Don Celestino habla como un cura;
pero, en el fragmento, donde mejor se aprecia es en las respuestas que los
hijos de Santurrias dan al sacerdote cuando éste les ordena que cesen de tocar
las campanas: «Pare Gorio jue a matal a
Godoy y nos puso a que tocálamosfuelte, fuelte», en las líneas 12 y 13.
6. Comentario
de las principales figuras literarias del texto.
FIGURA
|
LÍNEA
|
CITA
|
COMENTARIO
|
Onomatopeya
|
5
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Plin, plan, plin, plan...
|
Se reproduce el sonido del toque de campanas
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Repeticiones
|
27
|
No puede ser, no puede ser
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La
repetición acrecienta la sensación de incredulidad.
|
24
|
Yo, yo tengo la culpa…
|
La
repetición pondera aún más la culpabilidad que siente don Celestino.
|
Paralelismo
|
9
|
con qué alegría, con qué frenesí tiraban de las cuerdas!
|
Repetición
de la misma estructura sintáctica. Se consigue ritmo y se pondera la acción
entusiasta de tocar las campanas por parte de los niños.
|
Asíndeton y enumeración
|
14
|
He visto el resplandor de una llamarada, he sentido gritos.
|
Ausencia
de nexo entre las dos únicas partes de la pequeña enumeración produce el
efecto de que los disturbios mencionados no tengan fin.
|
Polisíndeton
|
16
|
diciendo que estaban quemando todo el Palacio Real de punta a punta,
y los jardines, y el Tajo y la cascada.
|
Con la
presencia innecesaria de las distintas conjunciones se pondera la descripción
de cada uno de los desórdenes enumerados.
|
Símil
|
11
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y ayuda a misa como un zarapico
|
Compara
la actuación como monaguillo del chico a la del pájaro.
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Hipérbole
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5
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parecía que el cielo se venía abajo.
|
Exageración.
Es una expresión coloquial.
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Metáfora
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22
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Y si les sienta la mano
|
El
término metafórico o imagen sentar la
mano, equivale al término real reprimir
por la fuerza.
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Un poco de publicidad personal...
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