ARGUMENTO.
Capítulo I.
Gabriel, el personaje
novelesco creado por Galdós que, al contarnos su vida, nos cuenta la Historia
de España, trabaja de cajista en la imprenta del Diario de Madrid y se ha
acostumbrado a ir todos los fines de semana a Aranjuez, a ver a Inés, su novia,
que vive con el tío de ella (hermano de su presunto padre), el sacerdote don Celestino, paisano de
Godoy y favorecido por él. Estamos en marzo de 1808. Gabriel llega a Aranjuez
más o menos a la hora en la que el sacerdote oficia la misa del domingo. A la
salida se encuentra con Inés y pasan el día juntos en casa de don Celestino. Al
atardecer, regresa por el mismo camino hasta Madrid. El lunes, ya en la
imprenta, lee un anuncio de una persona cuyo nombre le resulta conocido. Se
trata de don Mauro, el dueño de una lanería y pañolería que necesitaba un joven
que sirviera para todo.
Capítulo II.
El
domingo 7 de marzo, en el viaje a Aranjuez, Gabriel habla con don Celestino de
la situación política: las buenas relaciones de Godoy con Napoleón y las malas
relaciones de Godoy con el pueblo español. En la comida, don Celestino les
cuenta que los primos madrileños de la madre de Inés (la difunta doña Juana),
los hermanos Requejo (don Mauro y doña Restituta) vendrán a Aranjuez el próximo
domingo14 de marzo a hacerse cargo de Inés, pues, ambos solteros, pues la
quieren nombrar su heredera. Además, el cura se empeña en que los chicos oigan
una poesía, escrita en latín, dedicada a su mentor Godoy. En la comida, hablan
también de la situación del país. Gabriel pone al día a don Celestino del
ambiente político de la capital. La gente está muy enfadada con el ejército
francés que pulula por España, porque, aunque tiene permiso del rey para cruzar
la península camino de Portugal, el número de soldados es mayor que el
autorizado y Napoleón no se atiene a lo pactado. Los madrileños temen que el
rey Carlos IV haga lo que los reyes portugueses al entrar en su país los
franceses, que huyeron a Brasil. Creen que el siguiente paso de la casa real
española es salir de Aranjuez hacia Cádiz para embarcar rumbo a América. Sin
embargo, otros se alegran de la presencia de los franceses porque creen que
vienen a poner en el trono a Fernando VII. Lo que está claro para todos es que
ese ejército extranjero está ocupando las principales plazas militares
españolas sin que las tropas nacionales opongan resistencia.
Capítulo III.
El
domingo, 14 de marzo, volvió Gabriel a Aranjuez con la esperanza de que los
tíos de Inés no se presentaran para llevársela, pero no fue así. Después de
comer, se presentaron. La impresión que el muchacho se llevó de ellos no pudo
ser más desagradable. En este capítulo se analiza la personalidad y la
fisonomía de don Mauro Requejo.
Capítulo IV.
Y,
a continuación, describe a su hermana, doña Restituta. Los dos pasan de los
cuarenta años. Ella se disculpa por haberse presentado sin haber llevado algún
detalle. Pronto ponderan todo el caudal reunido en los años pasados gracias a
su laboriosidad y diligencia. Sin embargo, su opulencia no se refleja en sus
modos de vida espartanos y alejados de todo lujo. A parte de conocer a la
sobrina e intentar llevársela a Madrid con ellos, habían ido a Aranjuez a
conocer unos terrenos recientemente comprados. Esta parcela se suma a las que
poseen en Santiagomillas, en la tierra de Maragatería (León), que es donde todavía
conservan el solar familiar. Pronto los Requejo se dirigen a Inés y comprueban
que se muestra impasible con los asuntos de los que hablan. Sin embargo, don
Celestino responde por ella agradeciendo su generosidad por nombrarla heredera
de sus bienes. Mientras la muchacha piensa la respuesta a la proposición, los
Requejo visitan la parcela comprada.
Capítulo V.
Gabriel
habla a solas con don Celestino para convencerlo de que no permita que los Requejo, con muy torcidas
intenciones, se apoderen de Inés, pero fracasa porque el cura cree que la vida
de su sobrina va a ser mejor si vive en Madrid con sus otros tíos, ya que él no
puede ofrecerla mucho. Gabriel persiste recordando a don Celestino que los Requejo nunca se
habían preocupado de ella, ni mucho antes de la madre de Inés, cuando estaba
enferma, por lo cual deduce que el interés actual en Inés se debe a que
tal vez hayan descubierto el verdadero origen de la muchacha, que no es otro
que el de ser hija de una
gran señora. El párroco, sin embargo, cree en la sinceridad de las
personas. En todo caso, le replica a Gabriel que, si la muchacha no estuviera
contenta allí, puede
volver a recogerla, porque, como tío carnal, le corresponde la tutela. El
sacerdote espera que la muchacha encuentre un buen esposo entre los comerciantes de Madrid. Al
oír esto, Gabriel le replica que Inés solo se casará con él. El tío se ríe de la
petulancia del muchacho de 17 años que quiere casarse sin tener oficio ni
beneficio. Pero el pretendiente sigue desafiando al destino y cree que su vida
puede cambiar si logra un
buen empleo. A propósito, se le ocurre que sea don Celestino el que interceda ante Godoy para
conseguir un empleo en la visita que le va a realizar al día siguiente,
lunes. Después de discutir un poco, logra convencerlo de que le deje acompañar.
Después
de un rato, regresaron los Requejo y, a pesar de la oposición de la muchacha y
de las protestas de Gabriel, se
acabaron llevando a Inés.
Capítulo VI.
El lunes, 15 de
marzo, don Celestino, acompañado de Gabriel, se dirige al palacio de Godoy.
Antes de entrar, el cura cuenta al muchacho la conversación mantenida con su
sacristán. Según éste, la permanencia del gobernante en el cargo va a durar
poco. Lamenta que el sacristán se haya convertido en un revolucionario y que se
junte con malas compañías. Gabriel le confirma que él ha oído lo mismo en una
taberna. Comentan que hay gente en el pueblo con muy malas pintas y que la
revuelta en ciernes está dirigida por el propio príncipe de Asturias, es decir,
Fernando, hijo de Carlos IV.
Ya en el palacio de Godoy comprueban que la sala
de espera está atestada de personas que esperan para ser recibidas por el
gobernante, sin estar seguros de que ese día dé audiencia. La gente que espera
también comenta el ambiente enrarecido y la incertidumbre sobre el papel que
los franceses están desempeñando. Para sorpresa de los concurrentes, don
Celestino es el primero al que recibe Godoy. Cuando entran en su despacho lo
ven absorto en la lectura de unos papeles y, de hecho, no sabe a quién recibe.
En la
presentación, y en palabras del propio gobernante, nos enteramos que a quien
realmente debe don Celestino el favor de ser el cura de la parroquia castrense
de Aranjuez es a la señora condesa de X (la madre verdadera de Inés). Godoy
continúa absorto en sus preocupaciones y cuando el cura presenta el poema
latino lo hace titubeando y sin aclarar que lo ha escrito él, no el muchacho
por lo cual el gobernante le promete a Gabriel una plaza en la oficina de
Interpretación de Lenguas.
Capítulo VII.
De
regreso a casa, observan a mucha gente en las calles de Aranjuez. Cuando don Celestino
y Gabriel vuelven a casa, se presenta allí Santurrias, el sacristán, a mofarse
de la buena relación que don Celestino mantiene con Godoy y a anticiparle lo
que va a pasar al Príncipe de la Paz cualquier día. El cura se lamenta de no
haber aprovechado la entrevista para haber advertido a su protector del peligro
que corría. En la conversación, se aprecia claramente el poco respeto del
sacristán hacia su superior y la paciencia de éste para tratar con un ser
despreciable.
Don
Celestino manda a Gabriel a enterarse de lo que se cuece en la calle. La gente
cree que Godoy, de acuerdo con Napoleón, está preparando la salida de los reyes
hacia alguna colonia americana. Gabriel se encuentra con Lopito, al que conoció
cinco meses antes como pinche de las reales cocinas del palacio de El Escorial
y que ahora sirve el infante don Antonio Pascual de Borbón, tío del Príncipe de
Asturias, el luego rey Fernando VII, y uno de los conjurados para echar del poder
a Godoy para poner en el trono a su sobrino.
Gabriel
no puede regresar a Madrid el martes, 16 de marzo, porque los trajineros le
piden una fortuna, por lo cual, al siguiente día volvió a encontrarse con
Lopito y van a la taberna del tío Malayerba. Allí, Lopito le propone a Gabriel
que se apunte a la revuelta, pues puede ganar bastante dinero. El muchacho se
sorprende cuando se entera de que la algarabía no es espontánea, sino que la
gente que está por las calles ha ido porque han sido sobornadas. Pero aún se
sorprende más cuando se entera de que la propia tropa ha sido comprada y de que
hay mucha gente poderosa que alienta la revuelta. El mismo rey Carlos IV
publica un bando para desmentir las habladurías y decir que la noticia del viaje
era invención y que no había que temer nada de los franceses. El primero que se
alegró con el bando fue don Celestino confirmando que todo lo que Santurrias
decía era falso. No obstante, este se va a presentar y provocadoramente le
anuncia que algo va a pasar al día siguiente.
Capítulo VIII.
El
miércoles, 17 de marzo, Gabriel, comprobando que nadie lo quiere llevar, decide
regresar a Madrid andando porque estaba deseando saber en qué estado se
encontraba Inés. Se encuentra con Lopito, que le asegura que el bando real es
una farsa y que la intención del rey de salir de España es cierta. Al final,
renuncia a irse y pasa el día con él. Acuden otra vez a la taberna del tío
Malayerba. La mucha concurrencia, atraída a Aranjuez por el dinero que les
pagaban, le repugnó a Gabriel. Aclamado por muchos, Pujitos, un majo, artesano
de profesión, subido en un tonel enardece con sus palabras a los parroquianos
de la taberna. Al poco comienza la marcha contra la casa de Godoy presidida por
el conde de Montijo.
Capítulo IX.
Ya
de noche cerrada, Gabriel recorre junto a Lopito las calles de Aranjuez. Como
ellos, hay una multitud de personas que deambulan en silencio. Gabriel se
sorprende de que ninguna tropa militar aparezca para indagar en tantos
movimientos. Lopito lo explica diciendo que están conchabados con los
insurrectos. Hasta que oyeron un disparo y comenzaron los disturbios. El
fogonazo salió de una de las ventanas del palacio. La sorpresa del muchacho es
mayúscula; es su compañero el que le recuerda quiénes son los que están detrás
de la revuelta: “el centro de la
conjuración estaba en el alcázar, y los principales conspiradores eran, como
todo el mundo sabe, el Príncipe de Asturias, su tío, su hermano, sus amigos y
adláteres, muchos gentiles hombres, altos funcionarios de la casa del Rey y algunos
ministros”. Todos asaltaron el palacio de Godoy, momento en el que las
campanas de las iglesias comenzaron a sonar. En la calle se prendió una hoguera
donde quemaron todas las pertenencias que encontraron en el palacio,
prohibiendo el pillaje personal. El principal objetivo del asalto es la captura
del ministro, pero no lo localizan. A la que sí encuentran es a su esposa y a
su hija, a las que no hacen nada, sacándolas custodiadas de la casa para que
nadie se propasara; las trasladan al palacio real.
Capítulo X.
Prosiguen
los alborotos. Santurrias, borracho, arenga a los alborotadores para enardecer
su ánimo. Cuando el asalto de la casa de Godoy llega a su fin, parece que los
conjurados se proponen como siguiente objetivo asaltar el palacio real para que
el rey Carlos IV abdique en favor de su hijo. Además, en ese momento llega un
destacamento de soldados a custodiar el palacio asaltado.
Gabriel
se retira a dormir. Cuando llega a casa se encuentra a don Celestino fuera de
sí. Le cuenta al muchacho cómo los hijos de Santurrias llevan tocando las
campanas toda la noche y cómo no le han hecho caso cuando les ha ordenado que
dejaran de hacerlo. Le pregunta al chico qué sabe de los alborotos que se están
produciendo. En ese momento llega Santurrias borracho y se ríe de don
Celestino. A éste se le pasa por la cabeza despedirlo, pero no se atreve por su
situación personal, ya que es viudo y con cuatro hijos a su cargo. El sacristán
cuenta lo que había ocurrido y cómo estuvieron a punto de asaltar el palacio
real; sin embargo, aclara Gabriel, no fue necesario porque el rey destituyó a
Godoy. El sacristán cae inconsciente al suelo cuando amanece.
Un poco de publicidad personal...
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