(Contextualización
del fragmento) El fragmento
hay que situarlo en las secuencias del pasado de la novela, en la segunda parte
y próxima al desenlace. Don Valeriano y don Gumersindo han regresado al pueblo
y se les ve muy seguros de sí mismos. A los pocos días, llegaron unos señoritos
de la ciudad que instauraron un clima de violencia asesinando y propinando
palizas a ciertos vecinos que estaban en contra del rey. Estas mismas personas
otorgan al duque, con pleno derecho, la propiedad de los montes donde pastaba
el ganado de varios pueblos. En esta tesitura, Paco el del Molino se ha
escondido. Por un afán absurdo y sin una razón de peso, Mosén Millán visita a
su familia y acaba por saber el paradero donde se oculta. El cura, por una
parte, se arrepiente de tener esa información; pero, por otra, le gusta
presumir o dejar que los demás crean que él sabe ese secreto. Al final,
presionado por don Valeriano y, sobre todo, por el centurión, acabará por
revelar el escondite. Además, cuando el prófugo presente oposición a su
captura, mediará para que se rinda pensando que va a tener un juicio justo.
Craso error, porque esa misma noche será fusilado.
TÉCNICA NARRATIVA EN EL FRAGMENTO Y
RELACIÓN CON LA TÉCNICA DE LA OBRA (Tipos de narrador, puntos de
vista empleados, tratamiento del tiempo y del espacio)
El
fragmento comienza con una secuencia del presente que inmediatamente
se conecta con el pasado a través del verbo recordaba
en
la línea 1.
El
personaje
más relevante del fragmento es el cura: aparece como un personaje
atormentado en las secuencias del presente y como muñidor de la
revelación por parte del padre del escondite donde se ocultaba su
hijo, en las secuencias del pasado.
El
espacio
donde se desarrollan las secuencias del presente son la sacristía y
la iglesia. En las secuencias del pasado, el espacio es el pueblo en
general. Es una localidad de la que no se aporta el nombre, aunque se
dice que está ubicada próxima a la línea de la provincia de
Lérida. La escena del pasado del fragmento es la casa del padre de
Paco el del Molino. Es un espacio interior en el que han ocurrido
sucesos ya contados anteriormente, como los banquetes para celebrar
el bautizo y la boda del protagonista. En la secuencia narrativa
comentada aparece la esposa de Paco, por lo que hay que deducir que
el nuevo matrimonio vive con los padres. En todo caso, hay que anotar
que no se proporcionan muchos detalles de la configuración de esos
espacios.
El
tiempo
externo, en la secuencia
del presente corresponde a 1937 -ha pasado un año desde el estallido
de la guerra- y la del pasado a 1936, cuando comienza la Guerra
Civil. El
tiempo interno es la media
hora de meditación y oración en la que está sumido el sacerdote. A
través de sus recuerdos, se recrea la vida de Paco el del Molino
hasta que éste es fusilado con 25 años; en concreto, el fragmento
hace referencia a los últimos días de vida del protagonista, cuando
oculto intenta huir de los señoritos que están sembrando el terror
en el pueblo. También se reconstruyen las circunstancias sociales y
políticas que rodearon a todos los personajes, incluido el propio
cura; lo vemos, por ejemplo, en la línea 2: Disparos
por la noche, sangre, malas pasiones, habladurías, procacidades de
aquella gente forastera, que, sin embargo, parecía educada.
El
ritmo
de la narración es más dinámico en las secuencias del pasado,
sobre todo en la segunda parte. Los hechos se narran como si fuera un
esbozo de la tragedia que vivieron los personajes; por ejemplo, los
desórdenes del comienzo de la contienda son enumerados solo
nombrándolos: “Disparos por
la noche, sangre, malas pasiones, habladurías, procacidades de
aquella gente forastera, que, sin embargo, parecía educada”.
En cambio, en la primera parte de las secuencias del pasado, el ritmo
es más lento recreando en muchas ocasiones el ambiente idílico del
pueblo.
El autor
cuenta la historia a través de un narrador
omnisciente (que sabe todo
de los personajes y de los hechos); una muestra lo vemos en la línea
7: “Nadie
más que el padre de Paco sabía dónde su hijo estaba.
Mosén Millán fue a su casa”.
Su presencia es absoluta en las secuencias del presente.
A este narrador omnisciente,
en las secuencias del pasado, se añaden los puntos de vista de Mosén
Millán y del monaguillo: éste aporta su punto de vista sobre los
hechos contados en el romance de composición popular, que cuenta el
momento en que prenden a Paco hasta que lo ejecutan. El monaguillo es
un narrador testigo porque él estuvo presente en la ejecución del
protagonista. La recitación del romance anónimo por el auxiliar del
cura permite al lector conocer de antemano detalles del final.
En esta cita de la línea 4 y 5 se puede observar la participación
del cura, aunque rápidamente se pasa al punto de vista del narrador
omnisciente: “Pensaba el
cura en Paco. Su padre estaba en aquellos días en casa. Cástulo
Pérez lo había garantizado diciendo que era trigo
limpio.
Los otros ricos no se atrevían a hacer nada contra él esperando
echarle mano al hijo”.
Para
finalizar, hay que resaltar que el interés del narrador se reparte
entre el qué (la historia, los hechos narrados) y las circunstancias
en que se produjeron los hechos: el espacio físico y el carácter de
los personajes a través de lo que dicen, de cómo van vestidos, de
su manera de actuar y, sobre todo, a través de lo que piensan.
ANÁLISIS
Y COMENTARIO DE LOS PERSONAJES DEL FRAGMENTO Y SU FUNCIONALIDAD EN LA OBRA.
Los personajes que aparecen en el
fragmento son el cura y el padre de Pepe el del Molino. Se mencionan también a
dos ricos del pueblo: don Valeriano y don Cástulo.
Mosén Millán aparece en las secuencias
del pasado y del presente. En las secuencias del presente está sentado en un
sillón de la sacristía rezando y recordando a la vez la vida de Paco el del
Molino. No abre los ojos para no hablar con los ricos del pueblo, que son los
únicos que han acudido a misa y se adentran en la sacristía. Parece un hombre
muy fatigado y atormentado.
Quería a Paco como si fuese su hijo,
pero, al final, lo delató cuando éste se escondió en las Pardinas para evitar
ser apresado por los señoritos llegados de la ciudad. Es precisamente en esta
entrevista con el padre del muchacho cuando éste le dice sin pensar el lugar
exacto dónde se encuentra su hijo creyendo que no decía nada nuevo.
Absurdamente, por una parte, se lamenta tener esta información comprometedora;
pero, por otra, se pavonea de que sabe el escondite delante, por ejemplo, de
don Valeriano.
A esta traición hay que sumar su
insensibilidad social. Se llevaba mejor con los ricos que con los pobres.
También era un defensor de lo tradicional desde el punto de vista político. No
supo valorar los cambios que se estaban produciendo. Fue incapaz de comprender
la sensibilidad de Paco con los pobres y los que sufrían desde cuando éste era
niño.
El padre de Paco es un agricultor
acomodado. Cultiva sus propias tierras y, en ocasiones, contrata a jornaleros
para tareas puntuales. Como persona, es un padre preocupado por el bienestar de
su familia y la prosperidad de su hacienda. Por su hijo, está dispuesto a
realizar penitencia en una procesión de Semana Santa para que se librara de
cumplir el servicio militar. Su deseo es que su hijo continúe de labrador.
Aunque no es muy religioso, respeta la figura del cura, al que agradece en este
fragmento su silencio sobre el paradero de su hijo, y contribuye con la iglesia
con dos donativos anuales. Con preocupaciones de justicia social, aunque se
presenta como concejal, pronto delegará también en su hijo esta
responsabilidad, como espera ceder el testigo en el cultivo del campo.
Con menos protagonismo en el fragmento,
se mencionan dos de los ricos del pueblo: don Valeriano y don Cástulo.
Don Valeriano es otro rico propietario
de tierras y administrador de la hacienda del duque. Defiende los intereses de
la oligarquía terrateniente y el sistema político conservador. En el primer
papel, de administrador, cobra una cantidad de dinero a los vecinos que lleven
a pastar su ganado a los montes del duque; por esta razón se enfrentará a Paco
y al pueblo entero. Desde el punto de vista político, cuando se produce la
sublevación militar, colabora con los rebeldes, a los que anima a liquidar a
muchos de sus vecinos de ideología contraria a la suya. Los señoritos le
nombrarán alcalde.
Por último, el señor Cástulo, aunque
defiende su estatus por su condición de rico, sabe en qué lugar y con quién
debe estar en cada momento, según la situación política. Sin embargo, es
llamativa la protección que brinda al padre de Paco cuando la sublevación ya se
ha producido.
ANÁLISIS Y COMENTARIO DEL LENGUAJE Y EL ESTILO DEL
FRAGMENTO EN RELACIÓN CON LA OBRA A LA QUE PERTENECE. (Concepción del autor del
género literario, lenguaje que configura el estilo de la obra)
(Concepción
del autor del género literario)
Esta novela mezcla la ficción con sucesos reales o históricos, algo que ha sido
habitual en la producción narrativa de Sender, ya que casi todas las obras
intentan novelar hechos concretos: así su obra más ambiciosa, los nueve tomos
de la Crónica del alba, escritos
entre 1942 y 1966, Sender evocó su propia juventud y adolescencia para hacer un
testimonio de las circunstancias históricas de esa época.
Otra característica de su novela es su
simbolismo y la intencionalidad política de denuncia. El título de “Réquiem por un campesino español”
resalta la intención política. Según palabras del propio autor, los sublevados
lo único que hicieron fue defender los derechos feudales de una tradición ya
olvidada en el resto del mundo. En la novela, el duque representa la
aristocracia terrateniente de la época, que se apoya en don Valeriano (el
cacique) que era su administrador. Se resistían a cualquier intento de cambio,
contando con el apoyo de la Iglesia.
Hablando de los postulados del Realismo
Social propios de la literatura de los años cincuenta, la novela pretende
reflejar una situación concreta, que el autor cree injusta, para denunciarla.
Junto a esta intención social y política, podemos hablar de intención moral. A
Mosén Millán lo abate su sentido de culpabilidad. Acepta resignadamente el
estado de la sociedad, por más que se le rebele injusto pensando que si Dios lo
permite, es por algo.
(Estilo) En
cuanto al estilo, podemos decir que se mezcla narración con pocas descripciones
y diálogos no muy extensos.
En
la narración predominan los perfectos simples y compuestos y pluscuamperfectos
con los que se relatan hechos concretos del pasado ya acabados, que dan un
ritmo más o menos rápido según la parte de la novela. En el fragmento podemos
ver cómo de manera esquemática se cuentan todos los disturbios de esos días en
la línea 2: Disparos por
la noche, sangre, malas pasiones, habladurías, procacidades de aquella gente
forastera… Las
oraciones son breves, muchas de ellas, oraciones simples, sobre todo en esta
segunda parte en la que los hechos se relatan rápidamente. Una muestra de este
estilo de frase corta la podemos ver en las líneas 4, 5 y 6: Pensaba el cura en Paco. Su padre estaba en aquellos días en casa.
Cástulo Pérez lo había garantizado diciendo que era trigo limpio. Los otros ricos no se atrevían a hacer nada contra
él esperando echarle mano al hijo.
Las
descripciones no son abundantes y las que aparecen son escuetas. La descripción
de lugares o de personajes no es muy precisa y se realiza con unos pocos
adjetivos. Los verbos están en pretérito imperfecto resaltando la duración en
el tiempo, como en la línea 9: El padre de
Paco lo escuchaba sin responder, un poco pálido.
Los
diálogos son muy cortos. En las secuencias del presente el cura solo pregunta
al monaguillo. A los ricos del pueblo, los escucha, pero no los contesta. En el
pasado, los diálogos son más realistas. En todo caso, los diálogos en estilo
directo son pocos; alguna intervención suelta de un personaje, como, por
ejemplo, en la línea 8: -Lo que está
sucediendo en el pueblo -dijo- es horrible y no tiene nombre. Los verbos
introductorios van solos, sin apostillas relativas a la actitud del personaje: dijo. El estilo directo no solo
se utiliza en los diálogos, sino para reproducir los pensamientos de los personajes, con una
actitud propia del narrador externo omnisciente; así lo apreciamos en la línea
16: Miró al cura pensando precisamente lo
que mosén Millán quería que pensara: «Si lo sabe, y no ha ido con el soplo,
es un hombre honrado y enterizo».
No hay alardes retóricos en este estilo sobrio y
preciso. Como mucho encontramos algún símil en descripciones con el objetivo de caracterizar;
por ejemplo, en las líneas 9 y 10: Vio ir
y venir a la joven esposa como una sombra, sin reír ni
llorar… Mosén Millán pensaba que sin risa y sin llanto la vida podía ser
horrible como una pesadilla.
Abunda el léxico religioso y campesino.
Son frecuentes los coloquialismos, las frases hechas, refranes..., como, por
ejemplo, la expresión utilizada en la línea 6: Cástulo
Pérez lo había garantizado diciendo que era trigo limpio. Los otros ricos no se atrevían a hacer nada contra
él esperando echarle mano al hijo.
O, al final del texto
en la línea 15: La ironía de
la vida quiso que el padre de Paco cayera en aquella
trampa. También en la
expresión de la línea 17: no ha ido
con el soplo.
En conclusión, su estilo es conciso,
sencillo, natural, ...
VALOR
ESTILÍSTICO DE LOS ADJETIVOS DEL PRIMER PÁRRAFO.
Desde la sacristía, mosén Millán recordaba la horrible confusión
de aquellos días, y se sentía atribulado y confuso. Disparos por la noche,
sangre, malas pasiones,
habladurías, procacidades de aquella gente forastera, que, sin embargo, parecía
educada. Y don Valeriano se lamentaba de lo que sucedía y al mismo tiempo
empujaba a los señoritos de la ciudad a matar más gente. Pensaba el cura en
Paco. Su padre estaba en aquellos días en casa. Cástulo Pérez lo había
garantizado diciendo que era trigo limpio. Los otros ricos no se atrevían a
hacer nada contra él esperando echarle mano al hijo.
Los adjetivos que encontramos en este párrafo están
sobre todo en las cuatro primeras líneas, que son una descripción, efectuada
según los ojos del cura, de los primeros días de la guerra civil en el pueblo.
En este sentido hallamos estructuras atributivas propias de la descripción: se sentía atribulado y confuso (2) con
un verbo semicopulativo; parecía educada
(4).
De los adjetivos que modifican directamente al
sustantivo hay dos especificativos, necesarios porque seleccionan al nombre: gente forastera (3) y trigo limpio (7); y otros dos
explicativos, antepuestos, que proyectan subjetividad, como son los recuerdos
de una persona al describir los acontecimientos que rememora: horrible confusión (1), un epíteto y malas pasiones (2,3).
La mayor parte de estos adjetivos llevan implícitas
en su significado connotaciones negativas que ayudan a crear en el lector la
atmósfera de caos, miedo, irracionalidad e inseguridad que pretende hacernos
revivir Sender a través de la evocación de Mosén Millán.
VALORACIÓN
DEL CONTENIDO Y DE LA FORMA DEL TEXTO, ASÍ COMO SU REPRESENTATIVIDAD Y DE SU
RELEVANCIA EN LA TRAYECTORIA DEL AUTOR.
El fragmento que comentamos es muy duro, pero muy
representativo de lo que pasa en conflictos civiles, como sucedió en nuestra
guerra civil. En un conflicto de esa naturaleza, también en cualquier guerra,
no hay vencedores ni vencidos y sí, mucha desgracia generalizada. El cura
pertenecería al bando vencedor, pero para él esa experiencia va a ser
traumática porque, aparte del drama social, vemos sobre todo su conflicto
personal al cabo del año de la muerte de Paco. Si en el intervalo entre el
toque de campanas que anuncia la misa y el comienzo de ésta, el cura repasa la
relación que mantuvo con Paco el del Molino, resaltando los momentos en los que
claramente se vislumbra una simpatía mutua, es para resaltar su papel de
colaborador al decir dónde se esconde Paco y posibilitar su captura.
Las consecuencias de este conflicto las sufrirán
especialmente los que perdieron la guerra, pero también los que la ganaron. El
personaje que representa este drama personal es el de Mosén Millán. Solo, sin
feligreses, acompañado solo por el alcalde y los ricachones, que sucesivamente
se echan la mano a la cartera para pagar la misa, pagar su culpa, como si con
este detalle intentaran honrar la memoria del muerto.
La figura del cura es patética no solo porque no se
opusiera a la violencia que se ejerció, sino por haberse implicado de manera
absurda en el apresamiento de Paco. La consecuencia de su vanidad es que va a
conocer un secreto, cuando el padre le revele el paradero, del que
inmediatamente se arrepiente de saber. Pero no acaba aquí su fatuidad, ya que
tampoco lo sabrá gestionar y, al final, don Valeriano, el alcalde, y el
centurión se percatarán de que sabe el paradero de Paco y no necesitarán
insistir mucho para que el sacerdote lo revele.
El tema que se plantea y los hechos que se narran
son actuales desgraciadamente. Las guerras se suceden constantemente, incluso,
la civiles, como lo es la guerra civil que se libra en Siria. Parece que los
seres humanos no somos capaces de resolver los conflictos, sobre todo cuando
éstos están en manos de líderes megalómanos, si no es guerreando. Esto es
deprimente.
En cuanto a la forma, se ha de resaltar la actitud
casi fría con la que se relatan los hechos, a pesar de que el autor sufrió en
carne propia las consecuencias del conflicto bélico. Con esta impersonalidad
narrativa seguramente busca un distanciamiento porque sus ideas políticas y
sociales eran contrarias a las del bando vencedor. Esta desnudez narrativa se
manifiesta también en la casi inexistencia de recursos literarios.
[REPRESENTATIVIDAD Y RELEVANCIA DE LA OBRA EN LA TRAYECTORIA DEL AUTOR].
Esta novela es una de las numerosas obras
ambientadas en la Guerra Civil Española. Otras novelas del mismo autor
desarrolladas teniendo como fondo histórico este suceso son El rey y la reina de 1949 o Los cinco libros de Ariadna, escrita
ocho años después. De la novela que nos ocupa hay una primera versión de 1953
que lleva el título de Mosén Millán.
Este título era representativo de la prelación de los dos personajes recayendo
el mayor interés en el religioso. Sin embargo, en 1960 se hizo una segunda
edición en EEUU y se tituló ya definitivamente Réquiem por un campesino español. Este segundo título era más
acorde a los postulados del Realismo Social al centrar el conflicto en el
campesino. La censura prohibió su publicación en España hasta 1974.
El hecho de que el autor sitúe los hechos en unos
espacios bien conocidos, como es Aragón, demuestra su interés en rememorar
estas tierras que lo vieron crecer.
Para muchos críticos literarios, es una de las cien
mejores novelas en español del siglo XX.
Un poco de publicidad personal...
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