Comentario de texto del poema CXXXI: “Del pasado efímero” (De Campos de Castilla) / Antonio Machado


Del pasado efímero[1].

que vio a Carancha[2] recibir[3] un día,
tiene mustia la tez, el pelo cano,
ojos velados por melancolía;
bajo el bigote gris, labios de hastío,
y una triste expresión, que no es tristeza,
sino algo más y menos: el vacío
del mundo en la oquedad de su cabeza.
Aún luce de corinto terciopelo
chaqueta y pantalón abotinado,
y un cordobés color de caramelo,
pulido y torneado.
Tres veces heredó; tres ha perdido
al monte[4] su caudal; dos ha enviudado.
Sólo se anima ante el azar prohibido,
sobre el verde tapete reclinado,
o al evocar la tarde de un torero,
la suerte de un tahúr, o si alguien cuenta
la hazaña de un gallardo bandolero,
o la proeza de un matón, sangrienta.
Bosteza de política banales
dicterios[5] al gobierno reaccionario,
y augura que vendrán los liberales,
cual torna la cigüeña al campanario.
Un poco labrador, del cielo aguarda
y al cielo teme; alguna vez suspira,
pensando en su olivar, y al cielo mira
con ojo inquieto, si la lluvia tarda.
Lo demás, taciturno, hipocondriaco,
prisionero en la Arcadia[6] del presente,
le aburre; sólo el humo del tabaco
simula algunas sombras en su frente.
Este hombre no es de ayer ni es de mañana,
sino de nunca; de la cepa hispana
no es el fruto maduro ni podrido,
es una fruta vana
de aquella España que pasó y no ha sido,
esa que hoy tiene la cabeza cana.

ESTRUCTURA INTERNA:
Primera parte, de los versos 1 al 14. Se trata del retrato de un señorito andaluz viudo en tres ocasiones: se destaca su aspecto físico y su forma de vestir y su personalidad ensimismada y tediosa. Se añade en la segunda parte otro rasgo: es hipocondriaco, en el verso 29.
La segunda parte abarcaría desde el verso 15 al 33. Es un análisis de la vida que lleva el señorito: sus aficiones -juegos de azar, la tauromaquia, los relatos truculentos-, sus inclinaciones políticas -liberal- y su ocupación -labrador.
La última parte iría desde los versos 33 al 38. Recoge el juicio del poeta sobre este tipo de hombres: no han aportado en el pasado nada al país y tampoco se puede esperar nada de ellos en el futuro.
Contextualización del poema en el movimiento al que pertenece el autor y su obra.
Campos de Castilla es un poemario de Antonio Machado, poeta sevillano nacido en 1875 y muerto en Collioure (Francia) cuando salía camino del exilio después de la derrota de la República en la Guerra Civil Española (1936-1939). El poeta realizó dos ediciones de este título: una en 1912, poco antes de la muerte de su joven esposa Leonor y otra, en 1917, cuando residía en Baeza (Jaén).
Antonio Machado es un escritor que vive el cambio de época literaria en las postrimerías del siglo XIX y comienzos del XX. Es uno de los modernistas que se oponen a la estética vulgar y decadente de los realistas. Sus primeros pasos como poeta los da siguiendo la estela iniciada por Rubén Darío, aunque su poesía expresa unos contenidos personales de corte existencial, con temas como el paso inexorable del tiempo, la muerte…, que tan solo aparecerán en el modernismo y en el poeta nicaragüense en las etapas posteriores, sobre todo en Cantos de vida y esperanza, en 1905. Precisamente su obra poética inicial, Soledades. Galerías. Otros poemas, ve la luz en 1903, un poco antes de la publicación de esa obra del poeta nicaragüense, aunque la edición definitiva la realiza Machado en 1907.
Las preocupaciones personales pronto se ampliaron a la preocupación por el momento difícil que pasa España por esos años. Cuando surge esta inquietud se produce una aproximación al movimiento noventaiochista. Le generación del 98 está formada por un grupo de escritores a cuya cabeza podemos situar a Miguel de Unamuno; otros miembros destacados fueron Azorín. Ramiro de Maeztu, Pío Baroja, Valle-Inclán y el mismo Rubén Darío. Con su labor creativa pretenden analizar las causas por la cuales España ha llegado a la situación de postración en la que se encuentra en ese momento. Y, también, proponer una serie de medidas regeneracionistas que acercaran al país a Europa. En definitiva, intentan ayudar a su modernización. Buscando la esencia de lo verdaderamente auténtico del carácter del pueblo español, creen que la esencia de España está en Castilla, en su paisaje y en sus gentes. En esto coincide Antonio Machado y la obra que mejor refleja esta inquietud es el poemario de Campos de Castilla.
Dentro de esta obra, el poema que se comenta lo podríamos incluir en el grupo de poemas en los que aparece una actitud crítica denunciando el atraso y la pobreza de Castilla, o denuncia los males de la España presente. En esto coincide Machado con la Generación del 98 y los regeneracionistas. Esta denuncia tiene dos vertientes: por una parte, muestra un espíritu satírico contra lo que considera los defectos fundamentales de España (Del pasado efímero CXXXI, Llanto de la virtudes y coplas por la muerte de don Guindo, CXXXIII; por otra, elogia a los que brindan una vía de progreso hacia el porvenir; se trata de la serie "elogios", dedicados a Giner, Ortega, Unamuno...) Tampoco faltan los ejemplos de denuncia de abusos o actitudes caducas. En composiciones andaluzas ahondará esa crítica social, como en El mañana efímero. Aunque en algunos poemas se nos dé una visión pesimista del mundo castellano, y por ende de España, en estos mismos poemas se percibe una fuerte aspiración a volver a los valores intrínsecos de la tierra, del trabajo, a la producción, además de una conciencia de la latente potencialidad de los habitantes. En estas ocasiones se aproxima a los ideales de los noventaiochistas.

El último hito en la evolución poética de Machado es la publicación en 1924 de su poemario tituladoNuevas canciones. La colección recoge apuntes de paisajes y poemas de circunstancias. Lo más resaltable son “Los nuevos proverbios y cantares”, un centenar de poemas que encierran un pensamiento, una paradoja… Las preocupaciones filosóficas han pasado a primer término. Sin embargo, es el inicio de su decadencia poética: su poesía posterior es escasa y no forma un libro. Solo merecen la pena unas canciones a Guiomar, un amor tardío, y unas cuantas poesías de guerra.
2. Tema o temas del fragmento en relación con los temas de la obra.
El tema principal del poema es el retrato de un señorito andaluz. En este retrato, como se ha visto al analizar la estructura interna, se resalta su aspecto físico: se trata de un hombre de una edad ya avanzada: el pelo cano, el bigote gris. Viste con un atuendo que denota su posición social:  chaqueta y pantalón abotinado de terciopelo; con sombrero cordobés. Su personalidad es quizá lo que llama más la atención por su pasividad y mediocridad: vida tediosa, triste, ensimismada, hipocondriaca… Sus aficiones son improductivas y caducas: juegos de azar, relatos violentos… Aunque campesino, no cultiva directamente los campos -sus olivares- sino que pasa las horas en el casino.
La parte más personal del poema aparece en los últimos versos en los que el poeta pronuncia su veredicto sobre el papel de este tipo de personas de su Andalucía natal: no han aportado nada en el pasado a España y tampoco se puede confiar en ellas en el futuro en el proyecto regenerador que defiende Machado y la Generación del 98. En este sentido el tema del poema se puede ligar a otros en los que poeta analiza la realidad de España de principios del siglo XX para intentar saber cuáles han sido las causas que habían llevado al país al desastre y qué se podía hacer a partir de ese momento para enmendar al país y aproximarnos a Europa. Por lo tanto, en la formulación del tema, si metemos la actitud y la intencionalidad del poeta, quedaría así: crítica del poeta a los señoritos andaluces por el papel que cumplen en la sociedad española. Esa actitud crítica no es solo por su concepción de la vida, sino por no aprovechar los recursos con los que cuentan para que estos reviertan en el conjunto de la sociedad. Su riqueza no es producto del trabajo, sino de la herencia recibida al fallecer sus esposas, por lo cual se ha de entender que sus matrimonios son producto más del interés pecuniario que del amor. Y en vez de aprovechar ese caudal para producir o comerciar, lo gasta vanamente apostando en juegos de azar.
3.Comentario del simbolismo en el poema con relación a la obra.
El principal símbolo que aparece en el poema es el tipo de hombre andaluz descrito; es decir, el señorito andaluz. No aparece nombrado en ninguno de sus versos, pero se refiere a ellos por la vestimenta, por su forma de vida y sus gustos. El señorito andaluz simboliza una forma de entender la vida que el poeta denuesta. Si Machado analiza su personalidad, es para criticar a un grupo social que no ha aportado nada al país y no se puede esperar mucho de ellos en el futuro, como se recoge en los versos finales:
Este hombre no es de ayer ni es de mañana,
sino de nunca; de la cepa hispana
no es el fruto maduro ni podrido,
es una fruta vana
de aquella España que pasó y no ha sido,
esa que hoy tiene la cabeza cana.
 Este análisis y veredicto hay que enmarcarlos dentro de las preocupaciones noventaiochistas de Antonio Machado por analizar las causas de la crisis por la que pasa España al comienzo del siglo XX.
Los señoritos andaluces simbolizan el egoísmo e individualismo; en consecuencia, su poco compromiso social, precisamente en una de las regiones de España más pobres. Su forma de vida está centrada en sí mismos; incluso, aunque el señorito del poema se ha casado tres veces, no tiene ni responsabilidades familiares, en el caso de que hubiera tenido descendencia. Sus aficiones, por otra parte, son las más comunes en esos momentos de comienzos de siglo, aficiones que no pueden considerarse como modélicas: el juego, los toros y oír relatos de personas cuyo modo de vida está basada en la violencia: los bandoleros y los matones. Este programa de vida de los señoritos le resultaba al poeta vacuo. La crítica hacia ellos es clara. porque son personas que por su posición económica podían transformar la sociedad y la economía del país. En cambio, su dinero lo dilapidan en los juegos de azar. No es de extrañar la acumulación de términos relacionados con esta actividad: casino, tahúr, tres veces ha perdido al monte su caudal, azar prohibido

4. Análisis del estilo del poema en relación con el estilo de la obra a la que pertenece.
Aunque se afirma que las notas estilísticas de Antonio Machado se caracterizan por su sencillez y naturalidad, notas estilísticas compartidas por todos los autores de la Generación 98, es preciso también señalar que no desprecia las posibilidades expresivas de los recursos literarios, como se puede demostrar en el siguiente análisis.
Desde un punto de vista métrico, es un poema formado por 38 versos, la mayoría endecasílabos, aunque hay dos, el 12 y el 36, que son heptasílabos; en estos dos versos encontramos palabras clave que quedan enmarcadas por la ruptura del ritmo de cantidad: es fruta vana, en el verso 36, en el que se recoge el veredicto sobre el personaje descrito; en el anterior, en el verso 12, pulido y torneado, son adjetivos que se refieren al sombrero cordobés, pero al estar la pareja de adjetivos separada por la pausa versal parecen extenderse a la persona que lleva el sombrero. La rima es consonante, con una estructura encadenada, que varía cada cuatro versos. Podemos considerar las estrofas serventesios, teniendo en cuenta que hay dos versos que son heptasílabos.
Encontramos un encabalgamiento suave en el verso 7 y 8, sino algo más y menos: el vacío //del mundo en la oquedad de su cabeza. Al romper el sirrema, quedan resaltadas las dos palabras, sobre todo la primera, “vacío”, palabra que se puede aplicar no solo a los pensamientos originales, sino a todo él.
A continuación, analizaremos algunos procedimientos estilísticos usados por el poeta en este texto.
Desde un punto de vista prosodemático, la entonación de todos los enunciados es enunciativa: nos encontramos una descripción analítica de una persona, un retrato.
Desde un punto de vista morfosintáctico, comprobamos que la adjetivación es numerosa: no es de extrañar, estamos ante una descripción. La mayoría de estos adjetivos sirven para elaborar la prosopografía y la etopeya del señorito. Son más abundantes los adjetivos calificativos especificativos: verso 1, del casino provinciano; verso 3, tiene mustia la tez; verso  5, el bigote gris; verso 38 cabeza cana; verso 29, taciturno, hipocondriaco,… Algunos de los adjetivos son epítetos al resaltar notas intrínsecas de las palabras a las cuales se refieren: en el verso 16, sobre el verde tapete; en el verso 19, hazaña de un gallardo bandolero,
Los verbos se utilizan en presente de indicativo, con valor de presente actual, aún existen esos señoritos: verso 3, tiene mustia la tez; en el verso 9, Aún luce de corinto…; en el verso 25, del cielo aguarda… Solo hay un cambio de tiempo cuando se refiere al pasado, al utilizar los pretéritos perfectos: en el verso 13, Tres veces heredó; tres ha perdido…; dos ha enviudado.
Hay elipsis del verbo tiene en los versos 5, 6, 7 y 8: bajo el bigote gris, labios de hastío, // y una triste expresión, que no es tristeza, // sino algo más y menos: el vacío // del mundo en la oquedad de su cabeza. La ausencia del verbo consigue una unificación mayor de los elementos de los que se ha servido el poeta para efectuar la descripción del señorito.
La sintaxis se caracteriza por el predominio de las oraciones simples, algunas, incluso, con el verbo sobrentendido –elipsis-. Los periodos sintácticos compuestos muchos están yuxtapuestos –versos 13 y 14, Tres veces heredó; tres ha perdido // al monte su caudal; dos ha enviudado.- o bien coordinados, como en los versos 21, 22 y 23: Bosteza de política banales // dicterios al gobierno reaccionario, // y augura que vendrán los liberales, // cual torna la cigüeña al campanario. Los enunciados se van sumando en el análisis que el poeta realiza de la persona a la que describe y esa sensación se logra con esta sintaxis sencilla.
 Encontramos hipérbaton en el verso 34: de la cepa hispana // no es el fruto maduro ni podrido. Se adelanta el complemento del núcleo nomina del atributo. También en los versos 9 y 10, Aún luce de corinto terciopelo // chaqueta y pantalón abotinado, con la misma estructura del anterior.
Localizamos una anáfora en el verso 13: Tres veces heredó; tres ha perdido; con la repetición del numeral cardinal, remarca las ocasiones desperdiciadas y acentúa la torpeza e inutilidad como persona responsable.
Hallamos una enumeración en el verso 29: -Lo demás, taciturno, hipocondriaco, prisionero…-, en la que además hay asíndeton al no colocar una conjunción entre el penúltimo y último término. Esta enumeración sirve para aproximarse a la personalidad del señorito.
Encontramos varios  paralelismos: en los versos 17 y 18, o al evocar la tarde de un torero, // la suerte de un tahúr; o en los verso 19 y 20, la hazaña de un gallardo bandolero, // o la proeza de un matón. Con ellas el poeta consigue marcar el ritmo.
Desde un punto de vista léxico-semántico, lo principal que debemos comentar es que el poema es un retrato. Como tal, encontramos prosopografía, sobre todo, al comienzo, en los doce primeros versos, aunque en esta descripción también encontramos algunas palabras que connotativamente ayudan a construir la etopeya, o personalidad: en el verso 4, ojos velados por la melancolía; en el verso 5, labios de hastío; en el verso 6, una triste expresión.  Otros rasgos de su carácter los hallamos en el verso 29, Lo demás, taciturno, hipocondriaco
            Encontramos dos palabras de la misma familia léxica en los versos 35 y 36, no es el fruto maduro ni podrido, // es una fruta vana, que en el poema funcionan casi como sinónimos. Al mismo tiempo forman parte de una metáfora continuada, que comienza en el verso 24, de la cepa hispana; “la cepa” es el término real correspondiente a “el país”, España; “el señorito” es el termino real del metafórico “fruta”. Como se ha comentado antes, la conclusión final de todo el análisis que efectúa Machado se concentra aquí: España no puede esperar nada de estas personas.
En el análisis de las figuras literarias de este plano del lenguaje destacamos las siguientes figuras. Hay un símil en el verso 24: y augura que vendrán los liberales, //cual torna la cigüeña al campanario, haciendo referencia al turnismo en el ejercicio del poder entre conservadores y liberales.
A este símil podemos sumar bastantes metáforas, sobre todo en la parte final del poema. En el verso 30: prisionero en la Arcadia del presente, aparte de metáfora, lo podemos considerar una ironía, pues en ese presente el tedio predomina en su vida. Por otra parte, hay contradicción en la metáfora: no se puede estar prisionero en la Arcadia, la forma feliz en la que los seres se sienten realizados. Su ociosidad no le produce felicidad, mientras que la ociosidad de la Arcadia hace feliz a sus habitantes.


[1] Publicada en El porvenir castellano el 6 de marzo de 1913.
[2]Cara-Ancha fue un célebre torero andaluz, José Sánchez del Campo, que perfeccionó la suerte de matar recibiendo.
[3] Tauromaquia: suerte de recibir o suerte de matador.
[4] Juego de cartas.
[5] Insultos
[6] Arcadia era una región de la antigua Grecia. Con el tiempo, se ha convertido en el nombre de un país imaginario, creado y descrito por diversos poetas y artistas, sobre todo del Renacimiento y el Romanticismo. En este lugar imaginado reina la felicidad, la sencillez y la paz en un ambiente idílico habitado por una población de pastores que vive en comunión con la naturaleza, como en la leyenda del buen salvaje. En este sentido posee casi las mismas connotaciones que el concepto de Utopía o el de la Edad de oro.


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