El texto es clave en el
desarrollo de la obra. Es el momento cumbre al enfrentarse los dos protagonistas
por el conflicto fundamental planteado en la obra: el obedecer o desobedecer
órdenes de los hombres que atentan contra los principios religiosos. A esto
habría que añadir dos notas que definen el carácter de los dos personajes.
Antígona se presenta como una persona desilusionada que desprecia su vida llena de calamidades,
viendo la muerte como una salida. Esta desesperación se va a ir atenuando a
partir del momento en que sepa que tiene que cumplir su pena, pero no mostrará
nunca arrepentimiento. Y Creonte mostrará por primera vez una de sus
debilidades que intenta ocultar ordenando que sus mandatos se cumplan a
rajatabla. El problema ya no es solo la
práctica de los rituales mortuorios, sino su propia autoridad puesta en
entredicho, además, por una mujer. Él se consideraría “una mujer” si no hiciera
cumplir sus órdenes y no aplicara los castigos correspondientes a las
infracciones. El desprecio hacia las mujeres aparecerá más adelante cuando
critique a su propio hijo por dejarse llevar por su novia, que no es otra que
Antígona, cuando este intenta convencer al padre de que no está procediendo
correctamente.
2.
Situación de la obra a la que
pertenece el fragmento y su autor en su contexto histórico-literario.
Antígona es una tragedia de Sófocles. El origen del teatro
está ligado al culto de Dionisio; es decir, tiene un origen religioso. Desde el
punto de vista de la historia de la literatura, el teatro, como género
literario es posterior a la épica. Podemos situar el comienzo del teatro en el
siglo VI antes de Cristo. El teatro era un espectáculo público. Se escribía
pensando en su representación, que era un acontecimiento esperado por todo el
pueblo. A la función acudía prácticamente toda la sociedad griega. El teatro, y
más concretamente la tragedia, se relaciona con la democracia y cumplía
principalmente dos funciones: la cohesión social, - como unificadora de una
misma cosmovisión, junto al papel de la religión -; y la educación en la
transmisión de una serie de valores. En ocasiones, se presenta al personaje
principal como modelo de comportamiento político ya caduco –pues muchas piezas
están ambientadas en épocas pasadas-, no acorde al tipo de político que rige la
ciudad en el momento en que se representa la obra, la democracia. Otra función
de la tragedia es la catarsis que producen los conflictos dramatizados en los
espectadores al liberarles de los males del espíritu. Y en esta obra,
observamos también la presencia de Hybris, que es la desmesura, la soberbia del
héroe que cree poder desafiar a los dioses.
La
obra fue escrita por uno de los tres grandes triunfadores del teatro de
Dionisios o, al menos, uno de los tres autores trágicos de los que conservamos
obras completas, Sófocles, junto a
Esquilo y Eurípides. Como novedad en el desarrollo del género, Sófocles,
con respecto a Esquilo, introdujo en la
escena un tercer actor, relegó el coro a un segundo plano y perfeccionó la
técnica dramática. Por otra parte, sus
diálogos poseen gran belleza en los que intercala algunas veces pinceladas
cómicas, sobre todo en las intervenciones del corifeo, como es el caso de la
obra de la que hablamos.
Sus
personajes, aunque proceden de las leyendas y mitos, tienen un carácter
realista, próximos a modelos de comportamientos de sus época –la Atenas de Pericles.
Escribió 123 tragedias de las que conocemos siete: “Edipo Rey”,” Electra”, “Ayax”,
“Antígona”, “Edipo en Colona”, “Las Traquinianas “y “Filóctetes”.
3. ANÁLISIS DEL CONTENIDO
Y FORMA DEL TEXTO.
Estructura externa.
El texto es un fragmento de la tragedia Antígona de Sófocles. Está escrita en prosa. El tipo de discurso es
el diálogo, un diálogo teatral.
ESTRUCTURA INTERNA.
La primera parte la podemos
situar entre las líneas 1 y 8. En ellas encontramos el reconocimiento por parte
de Antígona de que era conocedora de la orden que prohibía enterrar a su
hermano Polinices y, a pesar de ello, lo hizo.
La segunda parte abarcaría
desde la línea 9 a la 23. La protagonista esgrime las razones de su
desobediencia: esa orden no era dictada por los dioses y, además, va en contra
la religión. Por otra parte, no tiene miedo al castigo, a su muerte, porque su
vida es muy desgraciada. El diálogo acaba con una invitación de la mujer a
Creonte para que recapacite y revoque la orden de no enterrar a su hermano.
La tercera parte iría desde
la línea 24 hasta el final. Interviene el corifeo para dialogar con el rey para
resaltar el carácter tan obstinado de la muchacha recordando que es igual a su
difunto padre Edipo. Creonte, sin
embargo, cree que Antígona cederá y se someterá. Por otra parte, el desafío de
su sobrina ya no solo se reduce a la prohibición de practicar los rituales
fúnebres, sino que afecta a su propia autoridad, que quedaría en entredicho si
ella no cede y él no la castigara en este caso.
TEMAS.
El tema principal es el
enfrentamiento entre dos ideas representadas por dos personajes antagónicos: el
enfrentamiento entre las normas religiosas y las leyes humanas; el
enfrentamiento entre Antígona y el tirano Creonte por la desobediencia de ella
al enterrar a un hermano, que el rey había ordenado dejar insepulto. Es también
la oposición general entre la condición femenina y la masculina. Este asunto es
el más importante de la obra y al que se dedica mayor extensión del desarrollo
dramático. La postura de Antígona cada vez va a ser defendida por más
personajes, el coro, el adivino Tiresias, Hemón, y terminará por imponerse en
el mismo rey que intentará corregir el error practicando él mismo los ritos
fúnebres sobre su sobrino Polinices. Este arrepentimiento no será suficiente
para apartar el castigo de los dioses.
Como temas secundarios podemos
señalar la débil personalidad de Creonte que intenta no desmerecer ante la
oposición firme de Antígona de no cumplir sus leyes.
En el fragmento también
queda reflejada la desesperanza vital de la protagonista, que se queja del poco
aprecio que siente por su vida, llena de sufrimientos y, por tanto, la
disposición a aceptar la muerte como una salida a su dolor.
TIPOLOGÍA TEXTUAL.
El texto pertenece a una
obra de teatro. El discurso fundamental es el diálogo. El diálogo teatral
reproduce lo que dicen los personajes en estilo directo. El parlamento está
precedido del nombre del personaje que habla. En el teatro no hay partes
narrativas, aunque sí pequeñas acotaciones con las que el autor aclara la
acción dramática; por ejemplo, en la línea 1: (Dirigiéndose a Antígona).
Podríamos destacar, aparte
del diálogo, otro tipo de discurso: la argumentación. La intervención de
Antígona a partir de la línea 9 es una muestra de esta forma de elocución:
esgrime los argumentos por los cuales ha desobedecido a su rey.
Género literario.
El fragmento analizado
pertenece al género dramático, en concreto, es una tragedia. Ésta trata temas
serios y transcendentales. Se recrean conflictos en unos personajes
–normalmente nobles- relacionados con leyendas o la historia que actúan
condicionados por el peso del destino y aunque luchan contra él, siempre
sucumben; en otros casos se mueven condicionados por una pasión irrefrenable
que les lleva a la muerte. El final es siempre trágico. En la presente obra,
Edipo lucha durante su vida contra un destino marcado por los dioses antes de
su nacimiento, pero, al final es irremediable cumplido.
Otra característica de la tragedia griega es la presencia de
un coro que deambula por la orchéstra que tiene como misión dramática comentar
o ampliar lo que sucede a los personajes. Su representante es el corifeo. Éste
entabla conversación con los personajes y, como en este caso, con un carácter
práctico les recuerda cuál es la preocupación principal, que no es la disputa
entre ellos, sino el cumplimiento de lo mandado en los augurios para resolver
la peste.
Los distintos personajes
eran representados tan solo por tres actores que se repartían los papeles, por
lo que en escena nunca había más de tres. Estos, aparte de una vestimenta
particular, representaban con máscaras o carátulas que variaban según el
carácter de los personajes.
En cuanto al espacio donde transcurría la acción, por lo menos
en esta obra, es el palacio del rey, de donde sale y entra Creonte, Ismene,
Eurídice... Las dos puertas laterales servían para lo siguiente: la izquierda,
para que entraran los personajes que llegaban del campo o se dirigían a él,
como por ejemplo, Tiresias; la puerta de la derecha, para los que llegaban de
la ciudad; la puerta central del escenario es la puerta principal del palacio.
Otra característica de la tragedia griega es que ésta no está
dividida en actos ni escenas. La representación se efectúa sin pausas.
ESTILO. (Técnica
dramática, caracterización de los personajes y recursos expresivos).
En cuanto a la técnica dramática hemos
de destacar la ausencia de acotaciones con las informaciones complementarias
para la escenificación. Tan solo hay dos incorporadas en los parlamentos de los
personajes: l. 4: Creonte (al guardián).
En el fragmento
aparecen los dos personajes
principales, junto al corifeo, el representante del coro, que interviene como
un personaje más. Son Antígona, hija de Edipo; Creonte, tío de Antígona
y rey de Tebas y Corifeo, el anciano del coro. Los personajes secundarios que
se nombran a lo largo del texto son Ismene, hermana de Antígona; Edipo, padre
de Antígona; Yocasta y el guardián.
Pasamos a comentar alguno
de los recursos
estilísticos del fragmento. Comenzaremos con parejas de palabras que
forman antítesis:
l. 1 y 2: ¿afirmas o niegas…?;
en la l. 5: sin largos discursos
sino de manera concisa…; l. 11 y 12: …tú, un simple mortal/…las leyes de los dioses…
En la expresión de la l. 3:
…afirmo… y no reniego…
hallamos sinonimia
para reforzar la voluntad inquebrantable de Antígona.
La
vehemencia de algunos enunciados se refuerzan con la repetición de palabras que resultan muy
expresivas; así lo vemos en la l. 10: No,
no fijaron…; l. 24: el terco
genio… del terco de su padre…
Con una motivación similar podemos juzgar el polípote de las l. 22 y
23: la idea de que ahora me estoy comportando estúpidamente,
casi puede afirmarse que es un estúpido aquél ante quien he incurrido en
estupidez.
Es también como un juego de palabras en boca de la muchacha para confundir a su
verdugo.
Muestra del carácter literario
y subjetivo del texto es la presencia de epítetos que juegan un papel valorativo, como
encontramos en l. 4 y 5: grave
responsabilidad; l. 24: el terco
genio…; en la l. 27. El potentísimo
hierro,…
Las
interrogaciones retóricas presentes tienen un carácter exclamativo y muestran
sobre todo emociones, como vemos en la l. 7: ¿Cómo no
iba a saberlo si era conocido de todos?; en la l. 18: ¿cómo se puede negar que hace un gran negocio con morir?
Y, por
supuesto, los enunciados exclamativos
muestran el estado exaltado de los personajes, especialmente el de Antígona. Lo
vemos en la l. 14: ¡No iba yo, por miedo
a la decisión de hombre alguno, a pagar a los dioses el justo castigo por
haberlas transgredido!; también en la l. 19: ¡lo que es a mí, obtener este destino fatal…!
En el
texto hay alguna metáfora
aunque no de una elaboración muy compleja. Así podemos considerar las
siguientes en la l. 18: …todo aquel que
vive en un mar de calamidades… (se utiliza la imagen metafórica del mar para ampliar la profundidad y
extensión de sus desgracias).
En el
proceso argumental de la protagonista, para justificar sus actos, encontramos
una perífrasis en
la l. 20 cuando para referirse a su hermano utiliza la expresión el nacido de la misma madre que yo…, con
lo que consigue una mayor aproximación emocional a Polinices e, indirectamente,
otra razón para justificar su enterramiento como lo
mandaban los dioses.
Hay
también una imagen
metafórica encubierta en el enunciado de las l. 28 y 29, que dice Creonte esperando hacer
entrar en razones a Antígona a pesar de su terquedad: tengo visto que los caballos que se encabritan se sujetan con un simple
bocado… La muchacha sería ese caballo encabritado.
VALORACIÓN PERSONAL.
Después
de leer la obra y este fragmento, la pregunta que se formula el lector es hasta
dónde está dispuesto a llegar para defender lo que se piensa ante normas
sociales o personas con poder. ¿Se adoptaría la postura de la heroína o la de
su cobarde hermana Ismene? Probablemente la mayoría elegiríamos la de no
enfrentarnos a las normas ni a los poderosos. Sin embargo, lo que quieren los
dioses es que se cumplan sus normas, basadas en leyes naturales, no la de los
hombres que pueden ser caprichosas. Así lo entendió Antígona. Pero el
personaje, aparte del dilema planteado anteriormente, se enfrenta a otro
conflicto personal: el sentido de su desgraciada vida. No teme la muerte, casi
la desea como solución a su desesperación; por lo tanto, hemos de pensar que el
enfrentamiento con la autoridad está alentado por la ausencia de miedo a la
muerte. En este sentido, los dioses son implacables: no muestran compasión por
ninguno de los personajes participantes en la tragedia. Antígona, la heroína,
va a morir al final absurdamente suicidándose después de que su verdugo
recapacitara y llegara a la conclusión de que sus órdenes eran contrarias a la
ley natural; Creonte, llevado por la hybris, no teme desafiar a los dioses, pero se arrepiente
a tiempo e intenta enmendar su mal, mas los dioses ya no tendrán piedad de él. Todo
ello como consecuencia de un proceso en el que llega un momento en el
desarrollo del conflicto en el que los dos personajes se plantean si sus
posturas iniciales son acertadas y en los dos se observa inseguridad: Antígona
ya no caminará tan orgullosa a la muerte y Creonte, como hemos visto, se
percata de que ha actuado estúpidamente.
La obra,
situada muy lejanamente en el tiempo, plantea sin embargo un dilema que todo ser
humano tiene constantemente: la de defender honestamente la verdad en la que se
cree o plegarse a la circunstancias para no crearse un problema. A este tema,
desarrollado anteriormente, habría que añadir el del culto a los muertos,
asunto trasnochado si no se para uno a pensar detenidamente. En nuestra
reciente historia hubo un conflicto bélico que dejó muchos enterramientos ilegales
como consecuencia de asesinatos violentos. A pesar de haber transcurrido casi
ochenta años aún es un problema no resuelto por no ponerse de acuerdo las dos
partes enfrentadas: las autoridades civiles y religiosas, que piensan que hay
que dejar a los muertos en paz para no remover antiguas pasiones, y la de los
familiares de las personas desaparecidas que desean recuperar sus despojos para
honrarlos en un lugar conocido. Algo parecido al conflicto planteado en la
obra.
Para acabar señalamos la
gran influencia que el género dramático griego en general y la de Sófocles, en
particular, ha ejercido en autores posteriores como Shakespeare, Garcilaso y el
teatro del absurdo. Con esta obra se inaugura el teatro, y con él los
escenarios: los anfiteatros actuales siguen construyéndose con la misma técnica
que los escenarios de hace más de veinticinco siglos.
Un poco de publicidad personal...
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