Comentario de texto de la leyenda La promesa, de Gustavo Adolfo Bécquer
IV Muerta la llevan al soto; la han enterrado en la umbría; por más tierra que la echaban, la mano no se cubría: la mano donde un anillo que le dio el conde tenía. De noche, sobre la tumba, diz que el viento repetía: ¡Mal haya quien en promesas de hombre fía! Apenas el cantor había terminado la última estrofa, cuando rompiendo el muro de curiosos, que se apartaban con respeto al reconocerle, el conde llegó adonde se encontraba el romero, y cogiéndole con fuerza del brazo, le preguntó en voz baja y convulsa: -¿De qué tierra eres? -De tierra de Soria -le respondió éste sin alterarse. -¿Y dónde has aprendido ese romance? ¿A quién se refiere la historia que cuentas? -volvió a exclamar su interlocutor, cada vez con muestras de emoción más profunda. -Señor -dijo el romero clavando sus ojos en los del conde con una fijeza imperturbable-, esta cantiga la repiten de unos en otros los aldeanos del campo de Gómara y