—Yo
soy ardiente, yo soy morena,
yo
soy el símbolo de la pasión,
de
ansia de goces mi alma está llena.
¿A
mí me buscas?
—No es a ti, no.
—Mi
frente es pálida; mis trenzas, de oro:
puedo
brindarte dichas sin fin;
yo
de ternura guardo un tesoro.
¿A
mí me llamas?
—No, no es a ti.
—Yo soy un sueño, un imposible,
vano
fantasma de niebla y luz;
soy
incorpórea, soy intangible.
No
puedo amarte.
—¡Oh ven; ven tú!
RESUMEN.
A
modo de presentación tres mujeres se describen y se ofrecen al poeta. La
primera es morena, pasional, desenfrenada e irresistible. La segunda es rubia,
tierna, sensual y buena amante. Estos dos tipos de mujer son rechazados por el
poeta. En cambio, la mujer espiritual, intangible, idealizada, la que no le
ama, es la que persigue.
COMENTARIO
CRÍTICO.
Estructura
externa.
Se
trata de un texto completo escrito en verso. El poema consta de tres estrofas
formadas por cuatro versos decasílabos; por tanto son versos simples de arte
mayor. Los versos impares riman en asonancia entre sí; mientras que los pares
riman en consonante. No hay ninguna estrofa en la métrica clásica española con
esta estructura. Ya sabemos que los poetas románticos emprenden una renovación
de los esquemas métricos utilizados hasta entonces y que se propusieron una
absoluta libertad creadora al escribir.
El
acento estrófico recae en sílaba impar; por tanto el ritmo es trocaico.
Conviene
subrayar que todos los versos se dividen en dos partes, en algunas ocasiones
muy marcadas («Yo soy ardiente, yo soy morena»; «Mi frente es pálida; mis
trenzas de oro»; «Soy incorpórea, soy intangible»). La división se aprecia
particularmente en el último verso de cada estrofa, donde cada parte se
atribuye a una voz o personaje diferente.
Estructura
interna.
El
poema se organiza como si se tratara de un diálogo entre una voz masculina, -presente
en la última parte de cada estrofa-, y tres voces femeninas, que se describen a sí mismas
con el uso reiterado del pronombre «yo» -una mujer morena, otra rubia
y, la última sin unos rasgos precisos- y
que interrogan, acto seguido, a la voz masculina que cierra cada estrofa.
Tema.
Modelo
de mujer ideal de la que está enamorado el poeta.
Incapacidad
de encontrar una mujer concreta que colme los anhelos amatorios del poeta.
Intencionalidad
y actitud.
Es
obvio decir que la actitud del poeta es subjetiva. Y hablando de un poeta
romántico esta subjetividad es aún mayor. Como género principal de este
movimiento, la poesía es una muestra del yo más íntimo del poeta, llegando a un
exhibicionismo sentimental del que nunca antes se había visto en poesía.
¿Qué
persigue Bécquer en este poema? La interpretación ha de continuar con lo
expresado en la formulación del tema. Parece reflexionar sobre su incapacidad
para enamorarse de una mujer real y quizá próxima. Parece ser que el poeta no
se queja de las dificultades para encontrar una mujer que se enamore de él,
pues dos mujeres concretas, -las dos se presentan como buenas amantes-, se
ofrecen y las rechaza. Y se muestra obsesionado por un modelo de mujer que no
existe. ¿Esto cómo puede interpretarse? La primera posibilidad es que la imagen
de mujer que se ha formado en su cabeza no se materialice en nadie en concreto.
La segunda, que el poeta se haya enamorado de una mujer que le resulta
inalcanzable y que, además, lo rechaza.
Tipo
de texto.
Se
trata de un texto literario perteneciente al género lírico. Como ya se ha
comentado en otro momento, es un poema que consta de tres estrofas. También se
ha dicho el poco respeto que los románticos mostraron por las estructuras
métricas anteriores y cómo inventaron otras, llevados por un afán creador que
no se impuso límites. En concreto, además, Bécquer, muy influenciado por una
lírica muy íntima que venía de Alemania, Heine –también por el poeta inglés
Byron-, huyó de la poesía grandilocuente y demasiado retoricista de otros
poetas románticos.
Por
el asunto que trata y la actitud, el poema es el mejor formato para comunicar
su mensaje. Y como texto literario encontramos recursos retóricos que son
especialmente utilizados en estos mensajes.
Valoración
personal.
De
una manera al mismo tiempo sencilla y también expresiva y muy bella, el poeta
ha logrado plasmar sus inquietudes amorosas.
Creo
que el poema es una muestra de perfección, tanto desde un punto de vista formal,
como en cuanto al desarrollo del tema que el poeta quiere comunicar.
Estos
son algunos de los aspectos de este arte de comunicar poéticamente.
En
primer lugar, estructurar el conflicto amoroso en forma de diálogo en el que
participan tres mujeres, que representan tres modelos diferentes, que hablan
con el poeta. Se describen y se ofrecen en el caso de las dos primeras para
rechazarlas, y el poeta es a su vez rechazado en el tercer caso. El análisis
del mundo amoroso, por su propia naturaleza, abstracto, se concreta de una
forma precisa de este modo. Además, la forma de diálogo proporciona dinamismo y
brevedad. En tan solo unos versos, Bécquer ha logrado comunicar un sentimiento
muy complejo.
Pero,
además, observamos una correlación magistral entre el acierto del contenido y
la forma de comunicarlo, no solo por la perfección métrica –ritmo, organización
paralela de los contenidos…- sino por la propia selección de los términos y por
su sencillez.
La
forma de sentir de cada ser humano es particular, especialmente la experiencia
amorosa. Sin embargo, se puede afirmar que la mayor parte de los sentimientos
de este tipo son muy parecidos y entran a formar parte de los conflictos
relacionados con el entendimiento amoroso.
No
se ha dicho anteriormente, pero sabemos el rechazo que Bécquer sintió por la
musa de sus poemas, la elegante cantante de ópera Julia Espín. Parece como si
el poeta sufriera por enamorarse de una mujer que no le corresponde. Este
desdén que sufrió Bécquer es difícil que haya persona que no lo haya sentido en
alguna ocasión. Por eso, se comprende tan bien la desazón emocional que expresa
el poeta por no ser correspondido por la persona que ama.
Con
todo no queda muy claro si el asunto principal es este rechazo. El discurso
literario, y más el poético, por esencia es evocador y casi nunca denotativo en
cuanto su significado. Si no conociéramos su biografía, la otra interpretación
podría ser las dificultades que siente el poeta para encontrar una mujer
concreta en la que fijar su amor. Se le presentan los dos modelos de mujer más
común, con sus características positivas en los dos casos, y son rechazadas. Es
como si el poeta no fuera capaz de enamorarse de una mujer de carne y hueso.
Como si la imagen de mujer ideal que se ha formado en su cabeza no fuera capaz
de representarla en ninguna amante concreta. Esta dificultad le produce
angustia porque es un amor imposible.
ESTILO
DE LA OBRA Y
APLICACIÓN RAZONADA DE SUS ELEMENTOS AL TEXTO.
La poesía de Bécquer se caracteriza por un ritmo musical, sencillo y
sugerente, propiciado por la asonancia y el uso de formas métricas armónicas.
Bécquer supo renovar el lenguaje poético, liberándolo de la retórica y el
énfasis de que hacían gala autores como Zorrilla o Núñez de Arce. En sus obras,
el poeta intenta apresar el sonido, el color, el estado anímico. Esta
emotividad requiere una forma desnuda y directa cercana a la poesía popular.
Lo
primero que hemos de comentar de esta rima es la aparente sencillez conseguida
por Bécquer. Como ya se ha comentado, en tan solo unos versos el poeta ha
trasmitido unos sentimientos bastante complejos de una manera ágil y al mismo
tiempo muy original, como es la estructura dialogada.
Desde
el punto de vista métrico, también se ha comentado la novedad en el uso de los
versos que no se ajustan a los cánones tradicionales. La poesía de Bécquer es
una poesía menor en comparación a los largos y grandilocuentes poemas de románticos
como Espronceda, Zorrilla…
El
recurso lingüístico más importante del texto es, sin duda, el paralelismo, que
se manifiesta a través de la constante repetición de la estructura SUJETO +
VERBO + ATRIBUTO («Yo soy ardiente»; «yo soy morena»; «mi frente es pálida»;
«yo soy un sueño», etc.) y de la anáfora de los dos primeros versos. La
estructura sintáctica es de una esticomitia
indiscutible: casi todos los versos (casi todos los hemistiquios, de hecho)
tienen sentido semántico y plenitud sintáctica en sí mismos, sin depender de
los que les siguen o les preceden.
Los
verbos son de estado: soy ardiente, mi alma está llena… Estos verbos
además están en presente de indicativo, en primera persona con repeticiones
abundantes del pronombre personal Yo, para incrementar la sensación de
realidad, de existencia… frente a la imagen irreal, intangible de la tercera
mujer.
Al
ser estrofas descriptivas abunda la adjetivación: ardiente, morena, pálida,
incorpórea, intangible… Todos ellos son adjetivos que funcionan como
atributos de un sujeto YO referido a las tres mujeres. Tan solo
encontramos un adjetivo adyacente de un nombre que es precisamente un epíteto: vano
–ilusorio- fantasma en el v. 10 para significar la irrealidad de la mujer ideal
que no existe.
Figuras
literarias complementarias al proceso descriptivo encontramos las siguientes
metáforas: una metáfora lexicalizada «trenzas de oro» en el verso
quinto, donde, evidentemente, significa «cabello rubio». La del verso 7 “Guardo
un tesoro de ternuras”, expresión metafórica utilizada para significar lo
cariñosa que es. Y donde encontramos más expresiones metafóricas es en la
tercera estrofa para referirse a la mujer irreal que no existe: Yo soy un
sueño, un imposible, vano fantasma de niebla y de luz, v. 9 y 10.
Y
también figura usada en la descripción es la presencia de enumeraciones
presentes en todo el poema.
En
definitiva, nos encontramos con una serie de autorretratos efectuados sobre
todo por las dos primeras mujeres ya que encontramos prosopografía: morena,
trenzas de oro; y etopeya: ardiente, pasional, alegre, generosas, tierna… En la
tercera mujer no encontramos rasgos ni de su carácter físico ni psicológico. Se
resaltan en cualidades o notas de ella que inciden en lo abstracto: sueño,
fantasma, niebla, luz.
También
adquieren cierta relevancia el hipérbaton, o alteración del orden de los
elementos, presente en los versos tercero (de ansia de goces mi alma está
llena, en lugar de: «mi alma está llena de ansia de goces») y séptimo (Yo
de ternura guardo un tesoro, en lugar de: Yo guardo un tesoro de ternura).
Y el zeugma o elipsis de elementos sobreentendidos, presente en el verso quinto
(Mi frente es pálida, mis trenzas [son] de oro) y en los versos noveno y
décimo (Yo soy un sueño, [soy] un imposible, / [soy un] vano fantasma).
TEMAS
DE LA OBRA Y
SU RELACIÓN CON LOS QUE APARECEN EN EL TEXTO.
Los
temas desarrollados en esta rima están relacionados con la experiencia amorosa
y dos pueden ser los sentimientos expresados por Bécquer: expresar el rechazo
que siente por parte de la mujer de la que está enamorado o bien las
dificultades para fijar o concretar sus ansias amatorias en una mujer concreta.
El
amor y la poesía son los temas más importantes del conjunto de de rimas. El
tema de la poesía se presenta como una reflexión sobre su propio quehacer
literario: analiza las dificultades que el escritor debe vencer para expresar
en palabras lo que le sucede; muestra el deseo de lograr un estilo que
transmita sensaciones que lleguen al lector; repasa los temas que siempre
inspirarán a los poetas; o, incluso, se defiende vehementemente el discurso
poético como algo inherente al ser humano… Estas preocupaciones se pueden
vislumbrar en cada una de sus rimas con mayor o menor intensidad.
Sin
embargo, en esta rima predomina mucho más el asunto amoroso. Sabemos que sus
amigos, ordenaron la edición de sus poemas según unos criterios que nunca
Bécquer dispuso. El orden obedecía al deseo de Correa, amigo y editor, de
estructurar el libro como si de una historia amorosa se tratara, a imitación de
las publicaciones de poetas europeos, como el propio poeta alemán Heine. Dentro
de esa historia amorosa, la rima se refiere a la primera etapa, la del
enamoramiento; mejor dicho, la reflexión personal de este sentimiento.
En
las siguientes se presenta el asunto amoroso desde una perspectiva positiva y
optimista y comprende las rimas desde la
XII hasta la
XXIX, con la excepción de la XIV; es el goce del amor, de la unión plena de
los amantes.
Las
siguientes rimas –XXX a la LI-
es la etapa de la desilusión, del sufrimiento, de la reflexión de las causas de
la separación de los amantes. En estas rimas Bécquer se siente traicionado
porque él cree que ha llevado la parte peor en esa relación. Incluso, duda de
la sinceridad de la amada.
Desde
la rima LII hasta el final el poeta expresa sobre todo dolor, soledad,
angustia, repulsa de la muerte… Son las rimas existenciales, donde con amargura
Bécquer muestra su visión pesimista y dubitativa del mundo y de la vida.
CONTEXTO
HISTÓRICO-LITERARIO DEL AUTOR Y DE LA OBRA.
Gustavo
Adolfo Bécquer, (1836-1870) pertenece al Romanticismo, pero a una época en la
que el esplendor del movimiento ha llegado a su fin.
El poeta sevillano se traslada a Madrid en 1854 y es en esta época donde
comienza de manera más clara su labor creadora, si bien, es cierto, que sus
inquietudes literarias se habían manifestado ya en su tierra.
La
etapa histórica que vive Bécquer corresponde primero al paso del absolutismo al régimen liberal de
1833 a 1843, durante la regencia de María Cristina. Posteriormente desde 1843 a
1874 hay una serie de guerras civiles y golpes militares. Es una época de
inestabilidad política. En este régimen de los generales es donde se produce el
desarrollo de la sociedad burguesa y donde transcurre la vida de nuestro poeta
participando o sufriendo las consecuencias del vaivén político del momento,
pues, apoyando a los conservadores escribió en periódicos como El Contemporáneo, fundado en 1860 por
González Bravo, político que después le aupará al cargo de censor de novelas y
que, en un principio, había proyectado publicar su poesía, para lo cual Bécquer
había reunido todas sus poesías en El
Libro de los gorriones (1868), que desapareció cuando la casa del ministro
conservador fue asaltada y quemada.
Normalmente
se habla de que Bécquer pertenece a las etapas finales del movimiento
(Postromanticismo) en el sentido de que los grandes escritores románticos ya
han desarrollado su obra y los imitadores de éstos lo que hacen es repetir los
esquemas y el estilo. Sin embargo, Bécquer, también Rosalía de Castro,
desarrollan otra poesía diferente. Continúa siendo la expresión de sentimientos
muy subjetivos y de mucha intensidad emocional, pero no van a mostrar
preocupaciones sociales y será escrita huyendo del estilo grandilocuente de sus
predecesores. Se trata por tanto de una poesía intimista y melancólica. No
obstante, este nuevo perfil lírico no es exclusivo de los poetas españoles
citados antes, sino que éstos imitan esta nueva poesía de escritores europeos:
Lord Byron o Heine.
Como
ya se ha dicho al principio, Bécquer nace en Sevilla en 1836. Pronto se queda
huérfano, primero de padre y a los once años de madre. Su educación corre a
cargo de una tía y de su madrina. Sus inquietudes literarias comienzan pronto a
manifestarse y se verán impulsadas por el ambiente literario en el que se mueve
en Sevilla; junto a sus amigos Narciso Campillo, futuro editor de sus obras y
Julio Nombela forman una sociedad literaria. Es en esta ciudad, en 1853, donde
publica sus primeros poemas en periódicos locales. Sin embargo, pronto el grupo
de amigos piensa en trasladarse a Madrid para buscar mayores posibilidades de
dar a conocer su obra y para crecer como escritores. Del ambiente poético en el
que vive en Madrid irán surgiendo su poesía. Importancia significativa en su
obra es su experiencia amorosa que podemos considerar truncada. Primero su
enamoramiento de las hermanas Espín, a cuya casa acudía a las tertulias que
organizada su padre don Joaquín Espín, un músico conocido de la época. Parece
ser que primero sintió inclinación por Josefina, aunque la verdadera musa de
bastantes de sus poesías es Julia. Su amor no fue correspondido y el dolor
consiguiente parece estar reflejado en alguna de sus rimas. Como también hubo
de influir en su cosmovisión el abandono del que fue objeto por parte de su
esposa Casta Esteban.
Aunque,
mientras vivió, fue moderadamente conocido, sólo comenzó a ganar verdadero
prestigio cuando, tras su muerte, fueron publicadas muchas de sus obras.
Una
vez muerto el poeta, Ferrán y Correa se pusieron de inmediato a preparar la
edición de sus Obras completas para ayudar a la familia; salieron en
1871 en dos volúmenes; en sucesivas ediciones fueron añadidos otros escritos.
Una
de sus obras muy relacionada con las Rimas son las Cartas literarias
a una mujer, de 1860 en donde explica la esencia de su poesía que alude a
lo inefable.
Pero,
aparte de su importante lírica, Gustavo Adolfo Bécquer fue también un gran
narrador y periodista. Escribió veintiocho leyendas, muchas de ellas
pertenecientes al género del relato gótico o de terror, otras, auténticos
esbozos de poesía en prosa, y otras narraciones de aventuras.
Escribió
además las Cartas desde mi celda en el Monasterio de Veruela, a las
faldas del Moncayo, adonde fue a reponerse de su tuberculosis o tisis,
enfermedad entonces mortal; sus cartas desbordan vitalidad y encanto.
Por
último, Bécquer es, a la vez, el poeta que inaugura —junto a Rosalía de Castro—
la lírica moderna española y el que acierta a conectar de nuevo con la poesía
tradicional. Las Rimas se encuadran dentro de dos corrientes heredadas
del Romanticismo: la revalorización de la poesía popular (que la lírica culta
había abandonado en el siglo XVIII) y la llamada «estética del sentimiento». El
ideal poético de Bécquer es el desarrollar una lírica intimista, expresada con
sinceridad, sencillez de forma y facilidad de estilo. Bécquer y sus Rimas son el umbral de la lírica en
español del siglo XX.
ESTRUCTURA DE LA OBRA.
Sabemos
que sus amigos, ordenaron la edición de sus poemas según unos criterios que
nunca Bécquer dispuso, pues las rimas, tal y como los conocemos hoy, fue decisión
de aquéllos. El orden obedecía al deseo de Correa, amigo y editor, de estructurar
el libro como si de una historia amorosa se tratara, a imitación de las
publicaciones de poetas europeos, como el propio poeta alemán Heine. Bécquer
había ido publicando alguna de sus poesías en periódicos desde 1860, pero es por
iniciativa de Luis Bravo, el ministro conservador amigo suyo, cuando Bécquer se
propone reunir toda su producción. Ese trabajó se plasmo en el llamado de Libro de los gorriones. Sin embargo,
este manuscrito se perdió en el asalto que sufrió el palacio del político. Por
terminar de explicar las vicisitudes de la publicación de las poesías de Bécquer,
hay que comentar que éste volvió a reescribir sus poesías en un segundo manuscrito
que se conserva en la Biblioteca Nacional. El orden de las poesías que dispuso
Correa no se corresponde con el de El Libro
de los gorriones.
Volviendo
a rodríguez Correa, su editor, éste quiso ordenar las rimas en torno a una
historia amorosa en la línea de Heine. En esta historia se apreciarían tres
etapas: en la primera, la amada aparece idealizada: son los idilios, la poesía
y las flores que entornan la visión de un ideal femenino inalcanzable. En la
segunda, se describe la ansiedad. La mujer se convierte casi en estatua de
piedra en un sueño letal; al final, en la tercera, el poeta transmite sus
sentimientos más puros, es la etapa de la ruptura amorosa y de la soledad.
Por
otra parte, José Pedro Díaz ha extendido una clasificación de las rimas por
temas. Según este habría cuatro apartados:
-
Rimas de I a XI: el tema principal es la poesía, aunque el amor está también
presente e íntimamente relacionado con ella.
En
las siguientes se presenta el asunto amoroso desde una perspectiva positiva y
optimista y comprende las rimas desde la
XII hasta la
XXIX, con la excepción de la XIV; es el goce del amor, de la unión plena de
los amantes.
Las
siguientes rimas –XXX a la LI-
es la etapa de la desilusión, del sufrimiento, de la reflexión de las causas de
la separación de los amantes. En estas rimas Bécquer se siente traicionado
porque él cree que ha llevado la parte peor en esa relación. Incluso, duda de
la sinceridad de la amada.
Desde
la rima LII hasta el final el poeta expresa sobre todo dolor, soledad,
angustia, repulsa de la muerte… Son las rimas existenciales, donde con amargura
Bécquer muestra su visión pesimista y dubitativa del mundo y de la vida.
Un poco de publicidad personal...
Cuando escribe Bécquer
está en pleno auge el Realismo, cuando otros autores adscritos a esta tendencia
(Campoamor, Tamayo y Baus, Echegaray) se reparten el favor del público. La
poesía triunfante está hecha a medida de la sociedad burguesa que consolidará
la Restauración, y es prosaica, pomposa y falsamente trascendente. Pero una
notable porción de líricos se resistió a sumarse a esa corriente, y además
hallaban vacía y retórica la poesía de la lírica esproncediana, la del apogeo
romántico, que aún encontraban cultivada con gusto general en autores como José
Zorrilla. El Romanticismo que les atrae ya no es el de origen francés o inglés,
sino alemán, especialmente el de Heine. Estos autores forman el ambiente
prebecqueriano: Augusto Ferrán, Ángel María Dacarrete y José María Larrea.
Todos estos poetas buscaban un lirismo intimista, sencillo de forma y parco de
ornamento, refrenado en lo sensorial para que mejor trasluzca el sentir
profundo del poeta. Es una lírica no declamatoria, sino para decir al oído.
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