COMENTARIO DE TEXTO DE UN FRAGMENTO DE MISERICORDIA DE BENITO PÉREZ GALDÓS.


La mujer de negro vestida, más que vieja, envejecida prematuramente, era, además de nueva, temporera, porque acudía a la mendicidad por lapsos de tiempo más o menos largos, y a lo mejor desaparecía, sin duda por encontrar un buen acomodo o almas caritativas que la socorrieran. Respondía al nombre de la señá Benina (de lo cual se infiere que Benigna se llamaba), y era la más callada y humilde de la comunidad, si así puede decirse; bien criada, modosa y con todas las trazas de perfecta sumisión a la divina voluntad. Jamás importunaba a los parroquianos que entraban o salían; en los repartos, aun siendo leoninos, nunca formuló protesta, ni se la vio siguiendo de cerca ni de lejos la bandera turbulenta y demagógica de la Burlada. Con todas y con todos hablaba el mismo lenguaje afable y comedido; trataba con miramiento a la Casiana, con respeto al cojo, y únicamente se permitía trato confianzudo, aunque sin salirse de los términos de la decencia, con el ciego llamado Almudena, del cual, por el pronto, no diré más sino que es árabe, del Sus, tres días de jornada más allá de Marrakesh. Fijarse bien.
Tenía la Benina voz dulce, modos hasta cierto punto finos y de buena educación, y su rostro moreno no carecía de cierta gracia interesante que, manoseada ya por la vejez, era una gracia borrosa y apenas perceptible. Más de la mitad de la dentadura conservaba. Sus ojos, grandes y obscuros, apenas tenían el ribete rojo que imponen la edad y los fríos matinales. Su nariz destilaba menos que las de sus compañeras de oficio, y sus dedos, rugosos y de abultadas coyunturas, no terminaban en uñas de cernícalo. Eran sus manos como de lavandera, y aún conservaban hábitos de aseo. Usaba una venda negra bien ceñida en la frente; sobre ella pañuelo negro, y negros el manto y vestido, algo mejor apañaditos que los de las otras ancianas. Con este pergenio y la expresión sentimental y dulce de su rostro, todavía bien compuesto de líneas, parecía una Santa Rita de Casia que andaba por el mundo en penitencia. Faltábanle sólo el crucifijo y la llaga en la frente, si bien podría creerse que hacía las veces de esta el lobanillo del tamaño de un garbanzo, redondo, cárdeno, situado como a media pulgada más arriba del entrecejo.
A eso de las diez, la Casiana salió al patio para ir a la sacristía (donde tenía gran metimiento, como antigua), para tratar con D. Senén de alguna incumbencia desconocida para los compañeros y por lo mismo muy comentada. Lo mismo fue salir la caporala, que correrse la Burlada hacia el otro grupo, como un envoltorio que se echara a rodar por el pasadizo, y sentándose entre la mujer que pedía con dos niñas, llamada Demetria, y el ciego marroquí, dio suelta a la lengua, más cortante y afilada que las diez uñas lagartijeras de sus dedos negros y rapantes.
«¿Pero qué, no creéis lo que vos dije? La caporala es rica, mismamente rica, tal como lo estáis oyendo, y todo lo que coge aquí nos lo quita a las que semos de verdadera solenidá, porque no tenemos más que el día y la noche.
— Vive por allá arriba — indicó la Crescencia — , orilla en ca los Paúles.
— ¡Quiá, no, señora! Eso era antes. Yo lo sé todo — prosiguió la Burlada, haciendo presa en el aire con sus uñas — . A mí no me la da ésa, y he tomado lenguas. Vive en Cuatro Caminos, donde tiene corral, y en él cría, con perdón, un cerdo; sin agraviar a nadie, el mejor cerdo de Cuatro Caminos.
— ¿Ha visto usted la jorobada que viene por ella?
— ¿Que si la he visto? Esa cree que semos bobas. La corcovada es su hija, y por más señas costurera, ¿sabes?, y con achaque de la joroba, pide también. Pero es modista, y gana dinero para casa... Total, que allí son ricos, el Señor me perdone; ricos sinvergonzonazos, que engañan a nosotras y a la Santa Iglesia católica, apostólica. Y como no gasta nada en comer, porque tiene dos o tres casas de donde le traen todos los días los cazolones de cocido, que es la gloria de Dios... ¡a ver!
— Ayer — dijo Demetria quitándole la teta a la niña — , bien lo vide. Le trajeron...
— ¿Qué?
— Pues un arroz con almejas, que lo menos había para siete personas.
— ¡A ver!... ¿Estás segura de que era con almejas? ¿Y qué, golía bien?
— ¡Vaya si golía!... Los cazolones los tiene en ca el sacristán. Allí vienen y se los llenan, y hala con todo para Cuatro Caminos.
— El marido... — añadió la Burlada echando lumbre por los ojos — , es uno que vende teas y perejil... Ha sido melitar, y tiene siete cruces sencillas y una con cinco riales... Ya ves qué familia. Y aquí me tienes que hoy no he comido más que un corrusco de pan; y si esta noche no me da cobijo la Ricarda en el cajón de Chamberí, tendré que quedarme al santo raso. ¿Tú qué dices, Almudena?
[…]
Cortó los despotriques vertiginosos de la Burlada, produciendo un silencio terrorífico en el pasadizo, la repentina aparición de la señá Casiana por la puerta de la iglesia.
— Ya salen de misa mayor — dijo; y encarándose después con la habladora, echó sobre ella toda su autoridad con estas despóticas palabras: «Burlada, pronto a tu puesto, y cerrar el pico, que estamos en la casa de Dios».
Empezaba a salir gente, y caían algunas limosnas, pocas. Los casos de ronda total, dando igual cantidad a todos, eran muy raros, y aquel día las escasas moneditas de cinco y dos céntimos iban a parar a las manos diligentes de Eliseo o de la caporala, y algo le tocó también a la Demetria y a señá Benina. Los demás poco o nada lograron, y la ciega Crescencia se lamentó de no haberse estrenado.

AMIG@, SI NO HAS TRABAJADO ANTES EL TEXTO Y LO HAS INTENTADO COMENTAR PERSONALMENTE, NO TE SERVIRÁ DE MUCHO COPIAR LO QUE VIENE A CONTINUACIÓN. 



FRAGMENTO DE MISERICORDIA DE BENITO PÉREZ GALDÓS.
La mujer de negro vestida, más que vieja, envejecida prematuramente, era, además de nueva, temporera, porque acudía a la mendicidad por lapsos de tiempo más o menos largos, y a lo mejor desaparecía, sin duda por encontrar un buen acomodo o almas caritativas que la socorrieran. Respondía al nombre de la señá Benina (de lo cual se infiere que Benigna se llamaba), y era la más callada y humilde de la comunidad, si así puede decirse; bien criada, modosa y con todas las trazas de perfecta sumisión a la divina voluntad. Jamás importunaba a los parroquianos que entraban o salían; en los repartos, aun siendo leoninos, nunca formuló protesta, ni se la vio siguiendo de cerca ni de lejos la bandera turbulenta y demagógica de la Burlada. Con todas y con todos hablaba el mismo lenguaje afable y comedido; trataba con miramiento a la Casiana, con respeto al cojo, y únicamente se permitía trato confianzudo, aunque sin salirse de los términos de la decencia, con el ciego llamado Almudena, del cual, por el pronto, no diré más sino que es árabe, del Sus, tres días de jornada más allá de Marrakesh. Fijarse bien.
Tenía la Benina voz dulce, modos hasta cierto punto finos y de buena educación, y su rostro moreno no carecía de cierta gracia interesante que, manoseada ya por la vejez, era una gracia borrosa y apenas perceptible. Más de la mitad de la dentadura conservaba. Sus ojos, grandes y obscuros, apenas tenían el ribete rojo que imponen la edad y los fríos matinales. Su nariz destilaba menos que las de sus compañeras de oficio, y sus dedos, rugosos y de abultadas coyunturas, no terminaban en uñas de cernícalo. Eran sus manos como de lavandera, y aún conservaban hábitos de aseo. Usaba una venda negra bien ceñida en la frente; sobre ella pañuelo negro, y negros el manto y vestido, algo mejor apañaditos que los de las otras ancianas. Con este pergenio y la expresión sentimental y dulce de su rostro, todavía bien compuesto de líneas, parecía una Santa Rita de Casia que andaba por el mundo en penitencia. Faltábanle sólo el crucifijo y la llaga en la frente, si bien podría creerse que hacía las veces de esta el lobanillo del tamaño de un garbanzo, redondo, cárdeno, situado como a media pulgada más arriba del entrecejo.
A eso de las diez, la Casiana salió al patio para ir a la sacristía (donde tenía gran metimiento, como antigua), para tratar con D. Senén de alguna incumbencia desconocida para los compañeros y por lo mismo muy comentada. Lo mismo fue salir la caporala, que correrse la Burlada hacia el otro grupo, como un envoltorio que se echara a rodar por el pasadizo, y sentándose entre la mujer que pedía con dos niñas, llamada Demetria, y el ciego marroquí, dio suelta a la lengua, más cortante y afilada que las diez uñas lagartijeras de sus dedos negros y rapantes.
«¿Pero qué, no creéis lo que vos dije? La caporala es rica, mismamente rica, tal como lo estáis oyendo, y todo lo que coge aquí nos lo quita a las que semos de verdadera solenidá, porque no tenemos más que el día y la noche.
— Vive por allá arriba — indicó la Crescencia — , orilla en ca los Paúles.
— ¡Quiá, no, señora! Eso era antes. Yo lo sé todo — prosiguió la Burlada, haciendo presa en el aire con sus uñas — . A mí no me la da ésa, y he tomado lenguas. Vive en Cuatro Caminos, donde tiene corral, y en él cría, con perdón, un cerdo; sin agraviar a nadie, el mejor cerdo de Cuatro Caminos.
— ¿Ha visto usted la jorobada que viene por ella?
— ¿Que si la he visto? Esa cree que semos bobas. La corcovada es su hija, y por más señas costurera, ¿sabes?, y con achaque de la joroba, pide también. Pero es modista, y gana dinero para casa... Total, que allí son ricos, el Señor me perdone; ricos sinvergonzonazos, que engañan a nosotras y a la Santa Iglesia católica, apostólica. Y como no gasta nada en comer, porque tiene dos o tres casas de donde le traen todos los días los cazolones de cocido, que es la gloria de Dios... ¡a ver!
— Ayer — dijo Demetria quitándole la teta a la niña — , bien lo vide. Le trajeron...
— ¿Qué?
— Pues un arroz con almejas, que lo menos había para siete personas.
— ¡A ver!... ¿Estás segura de que era con almejas? ¿Y qué, golía bien?
— ¡Vaya si golía!... Los cazolones los tiene en ca el sacristán. Allí vienen y se los llenan, y hala con todo para Cuatro Caminos.
— El marido... — añadió la Burlada echando lumbre por los ojos — , es uno que vende teas y perejil... Ha sido melitar, y tiene siete cruces sencillas y una con cinco riales... Ya ves qué familia. Y aquí me tienes que hoy no he comido más que un corrusco de pan; y si esta noche no me da cobijo la Ricarda en el cajón de Chamberí, tendré que quedarme al santo raso. ¿Tú qué dices, Almudena?
[…]
Cortó los despotriques vertiginosos de la Burlada, produciendo un silencio terrorífico en el pasadizo, la repentina aparición de la señá Casiana por la puerta de la iglesia.
— Ya salen de misa mayor — dijo; y encarándose después con la habladora, echó sobre ella toda su autoridad con estas despóticas palabras: «Burlada, pronto a tu puesto, y cerrar el pico, que estamos en la casa de Dios».
Empezaba a salir gente, y caían algunas limosnas, pocas. Los casos de ronda total, dando igual cantidad a todos, eran muy raros, y aquel día las escasas moneditas de cinco y dos céntimos iban a parar a las manos diligentes de Eliseo o de la caporala, y algo le tocó también a la Demetria y a señá Benina. Los demás poco o nada lograron, y la ciega Crescencia se lamentó de no haberse estrenado.




1.     Aclaración de términos.
Pergenio: pergeño; traza, aspecto de una persona o cosa.
  1. Estructura externa.
Fragmento en prosa de la novela de Benito Pérez Galdós titulada Misericordia. La primera parte, los dos primeros párrafos, es descriptiva: se describe el personaje de la señá Benina.
La narración comienza en el tercer párrafo y después de una parte dialogada -en estilo directo-, al final se vuelve a utilizar narración con la cual avanza la acción.
  1. Estructura interna: el texto presenta cuatro partes:
- Primera arte: 1/28: descripción detallada del personaje de Benigna con los rasgos positivos que la diferencian de sus compañeros.
- Segunda parte: 29/35: Marcha de la Casiana, la caporala, la jefa del grupo de pobres, para ir a hablar con el sacristán de la parroquia, momento que aprovechan los compañeros, especialmente la Burlada, para criticarla.
-Tercera parte: 36/61: Sus compañeros critican a la Caporala por ser rica y dedicarse a mendigar.
-Cuarta parte: 62/71. Reaparición de la Casiana para imponer silencio y para avisar de que los feligreses estaban a punto de salir de misa. Y después, recuento de las limosnas que recibe cada uno de los menesterosos.

4. Tema.
Retrato del personaje de Benina y descripción del ambiente de mendicidad en Madrid en la segunda mitad del siglo XIX.

5. Resumen:
Galdós nos presenta en el texto una descripción del personaje de Benigna en comparación con el resto de los compañeros mendigos que pululan por el atrio de una iglesia buscando limosnas de los feligreses que acuden a misa. Benina mendigaba solo ocasionalmente y además era diferente de los otros porque vestía más decentemente, era más limpia y más educada en el trato. De todos los mendigos, mantenía un trato especial con un ciego de nombre Almudena.
Cuando la jefa del grupo de pordioseros, la Casiana, abandona un momento la reunión, los demás aprovechan para criticarla por dedicarse a pedir siendo rica. Su vuelta y la salida de misa les hacen guardar silencio. Una vez despejada la iglesia, hacen recuento de lo recibido.

6. Características de la novela realista presentes en este texto.
El género al que pertenece el texto es el de la novela que fue el género más típico del Realismo. En general, la novela, como el texto objeto de comentario, presenta unas características bastante semejantes:
- Reproducción de la vida cotidiana. En este caso de cómo es el mundo de la mendicidad en Madrid en la segunda mitad del siglo XIX.
- Objetividad en la presentación de la acción.
- Novela comprometida con su tiempo: muestra el mundo de una familia burguesa en decadencia. El escritor tiene un compromiso político y como tal lo defiende.
-Utilización de un lenguaje común del pueblo: reproduce los vulgarismos y localismos propios de los mendigos.
*Uso del artículo con nombres propios: la Casiana, la Burlada.
*Arcaísmos: vos (34), ca (37), Golía (52)
*Vacilaciones vocálicas: semos (35), melitar, riales.
*Reducción de grupos cultos: solenidá
                                                           
Encontramos un retrato del personaje principal: descripción detallada, minuciosa, precisa tanto de los rasgos físicos como psíquicos.
El punto de vista narrativo es el de un narrador externo en tercera persona con muestras de una total omnisciencia. El narrador interviene en el relato comentando su papel y se dirige al lector para orientarle en el sentido con el que ha de entender el relato: línea 14: Fijarse bien. "No diré más".
Galdós ha elegido unos nombres simbólicos para sus personajes: Benigna, que significa persona buena. Benina no duda en mendigar para sustentar a la familia de su ama y a otros personajes que ve necesitados.
 Galdós tiene poco cuidado e interés por la belleza de la forma; en cambio es un vigoroso narrador y maestro en la creación de ambientes y personajes. En este sentido, la consecución del ambiente de la mendicidad lo consigue:
-Presentando un cuadro costumbrista, modalidad iniciada con el romanticismo.
-Mediante los diálogos de los mendigos. Este diálogo es ágil y fiel a la realidad.
Tal vez, el ejemplo más llamativo del uso instrumental de la lengua sea la utilización de numerosos adjetivos, pero no con un afán embellecedor, sino como muestra de precisión.
Galdós, en la utilización de la lengua, va a usar un párrafo largo y frase amplia bien trabada mediante nexos causales, concesivos, etc. e interrumpida por cláusulas aclaratorias, línea 4 (de lo cual se infiere que Benigna se llamaba); línea 22 (donde tenía gran metimiento como antigua)
                                  
Figura
Líneas
Cita
Interpretación
Hipérbaton
1
la mujer de negro vestida
Al anteponer el complemento circunstancial antes del verbo se resalta la vestimenta de luto del personaje.
Paralelismo
10…
trataba con miramiento a la Casiana, con respeto al cojo…
Repetición de las mismas estructuras sintácticas.
Enumeración
6…
bien criada, medosa y con todas las trazas…
Se aportan una serie de notas que se refieren a la personalidad de Benina. Estas enumeraciones son propias de las descripciones.
Metáfora
(Personificación)

…la bandera turbulenta y demagógica de la Burlada…
En primer lugar, encontramos una personificación al atribuir a la bandera unas cualidades humanas. En segundo lugar, los pobres se dividen en bandos, uno de cuyos líderes es la Burlada que se opone a la Casiana. Esa bandera, término metafórico, se refiere a la capacidad de liderazgo de la Casiana.

Símil
21
Eran sus manos como de lavandera
Figura propia de las descripciones. Manos limpias y blancas.
32
…como un envoltorio que se echara a rodar…
Forma muy expresiva que sirve para explicar el movimiento rápido de la Burlada.
Hipérbole
(Símil y metáfora)
34…
lengua más cortante y afilada que las diez uñas lagartijeras de sus dedos negros…
Exageración de lo parlanchina y pérfida que era la Burlada. Al mismo tiempo, hay comparación de la lengua con las uñas, a las que se refiere con el término metafórico “uñas lagartijeras”, que es una metáfora redundante de la de “uñas de cernícalo”.
Hipérbole.
38
no tenemos más que al día y la noche
Exageraciones de la Burlada.
Personificación
16
no carecía de cierta gracia que, manoseada por la edad, …
Se aplica a la edad la cualidad de manosear que solo es posible en las personas: la edad manoseaba a la gracia.
Retrato
1/28

Descripción física y psíquica de Benina.


Metáforas
19
uñas de cernícalo…
Uñas largas, sucias… apropiadas para la rapiña, para el robo.
39
he tomado lenguas
Término real: me he informado por las personas apropiadas.
55
echando lumbre por los ojos,
Los ojos le brillaban de envidia.
                                  
                                  


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Sinopsis

El asesinato de un diputado en un museo de Madrid lleva a un inspector inexperto a Salamanca, circunscripción por la que es electo el difunto. Durante la estancia en la ciudad se adentrará en el mundo académico, político y social en busca de indicios que expliquen los motivos que han llevado al verdugo a cometer tal atrocidad. El proceso indagatorio conducirá al detective a plantearse alguno de los principios por los que ha de regirse en su oficio, después de entrevistarse con testigos poco habituales que no parecen entristecerse con la muerte del político y que no aportan datos significativos del caso.

El ambiente de la localidad universitaria de principios de los noventa del siglo pasado, extraño para el protagonista, más la resolución del caso, le dejarán la sensación de fracaso de su valía profesional y, sobre todo, del papel que le corresponde como agente al servicio de la justicia. 


            

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