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Comentario del texto "Sexismo y lenguaje", de ÁLVARO GARCÍA MESSEGUER, en Lenguaje y discriminación sexual, Ed. Cuadernos para el Diálogo.

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Una madre relata a sus amigos el caso de su hija de doce años, que, con ocasión de encontrarse junto a un río con otros pequeños, y habiendo caído uno de éstos al agua, se lanzó valerosamente a la co­rriente y salvó su vida. La madre, orgullosa, termina su relato con esta frase admirativa: «Desde luego, mi hija se ha portado como un...» LLegada aquí, la madre titubea y termina diciendo: «se ha portado fantásticamente». ¿Qué ha pasado en esta hablante? El lec­tor lo habrá imaginado. (¿Por qué el lector y no la lectora?) Su primer impulso fue de­cir «como un hombre» o «como un verda­dero hombre», pero enseguida comprendió que la expresión no cuadraba. Intentó sus­tituir «hombre» por «mujer», pero el resul­tado no era el que ella quería. Al final, tuvo que recurrir a otra frase. Una persona ofendida escribe al director de una revista: «Espero de su caballerosi­dad que usted publicará esta carta...». Pero el director de la revista resulta ser una mu­jer, cosa que ignora qu

Comentario crítico de "Lágrimas" de Manuel Vicent

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Lágrimas de Manuel Vicent         Qué felices seremos los dos y qué dulces los besos serán, pasaremos la noche en la luna, viviendo en mi casita de papel: eso cantaba Jorge Sepúlveda con voz de terciopelo allá en la posguerra. En esa época gran parte del país aun estaba bajo los efectos de las bombas, pero en medio de los escombros comenzó a brotar el afán de poseer, aunque fuera en la luna, esa casita de papel donde pasar la noche, un sueño que muchos españoles no pudieron cumplir hasta 60 años después. Durante ese tiempo se pasó del boniato [1] a las cocochas [2] carameladas de la nueva cocina, de la nublada tiranía de un general galápago a la soleada playa azul de la libertad, del bacilo de Koch a los espléndidos cuerpos de una juventud saludable y bien alimentada. Finalmente todo parecía ir bien. Por todas partes las grúas de la construcción ayudaban a tapar con ladrillos el horizonte. Por lo demás solo había que entrar en el banco de la esquina, llenar unos formularios, fi