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Mostrando entradas de febrero, 2011

Niño tras un cristal de Luis Cernuda, de La realidad y el deseo

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Niño tras un cristal de Luis Cernuda, poema de “La realidad y el deseo” Al caer la tarde, absorto tras el cristal, el niño mira llover. La luz que se ha encendido en un farol contrasta la lluvia blanca con el aire oscuro. La habitación a solas le envuelve tibiamente, y el visillo, velando [1] sobre el cristal, como una nube, le susurra lunar encantamiento. El colegio se aleja. Es ahora la tregua, con el libro de historias y de estampas bajo la lámpara, la noche, el sueño, las horas sin medida. Vive en el seno de su fuerza tierna, todavía sin deseo, sin memoria, el niño, y sin presagio que afuera el tiempo aguarda con la vida, al acecho. En su sombra la perla ya se forma. ESTRUCTURA EXTERNA. Se trata de un texto escrito en verso formado por cuatro estrofas de cinco versos cada una y un verso final que por su significado funciona como conclusión o idea principal. Los versos son libres; es decir, no miden lo mismo ni riman entr

Marta

10 de Enero de 1988. Acababa de llegar con mi amiga Marta a Bruselas. Cuando salimos del aeropuerto, nos dispusimos a coger un taxi para ir a nuestro hotel. Al día siguiente debíamos ir a clase. Éramos nuevas en la universidad. Una vez en la habitación, colocamos toda nuestra ropa en los armarios. Cenamos un poco y nos fuimos a la cama temprano. A la mañana siguiente nos levantamos y fuimos a la universidad. ¡Cuánta gente!, y eso no era lo peor, ¡éramos las únicas españolas! Bueno, para algo nos sirvieron los seis años de francés del instituto… El día nos fue bastante bien, nos presentamos como veinte veces, varios chicos nos quisieron guiar ( un poco sueltos estos belgas ), no nos perdimos … ¡eso fue un milagro! 31 de enero de 1988. Nos había ido muy bien el mes, habíamos obtenido muy buenas notas, habíamos hecho muchas amistades y nuestro francés había mejorado. El último día de exámenes, Marta y yo decidimos ir a un bar y celebrar lo de las notas. Habíamos pedido un refresco de col

Tema 3. La argumentación

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Salida de Lázaro y el ciego de Salamanca

El Lazarillo. 1 En este tiempo vino a posar al mesón un ciego, el cual, pareciéndole que yo servía para adestrarle [1] , me pidió a mi madre y ella me encomendó a él, diciéndole cómo era hijo de un buen hombre, el cual, por ensalzar la fe, había muerto en la de los Gelves [2] y que ella confiaba en Dios no saldría peor hombre que mi padre y que le rogaba me tratase bien y mirase por mí, pues era huérfano. 5 Él respondió que así lo haría y que me recibía no por mozo, sino por hijo. Y así le comencé a servir y adestrar a mi nuevo y viejo amo. Como estuvimos en Salamanca algunos días, pareciéndole a mi amo que no era la ganancia a su contento, determinó irse de allí, y cuando nos hubimos de partir yo fui a ver a mi madre, y ambos llorando, me dio su bendición y dijo: 10 -Hijo, ya sé que no te veré más. Procura ser bueno y Dios te guíe. Criado te he y con buen amo te he puesto: válete por ti. Y así me fui para mi amo, que esperándome estaba. Salimos de Salamanca y, lleg