Comentario de texto de la Rima XI de Bécquer



—Yo soy ardiente, yo soy morena,
yo soy el símbolo de la pasión,
de ansia de goces mi alma está llena.
¿A mí me buscas?
                             —No es a ti, no.

—Mi frente es pálida; mis trenzas, de oro:
puedo brindarte dichas sin fin;
yo de ternura guardo un tesoro.
¿A mí me llamas?
                             —No, no es a ti.

 —Yo soy un sueño, un imposible,
vano fantasma de niebla y luz;
soy incorpórea, soy intangible.
No puedo amarte. 
                            —¡Oh ven; ven tú!


RESUMEN.
A modo de presentación tres mujeres se describen y se ofrecen al poeta. La primera es morena, pasional, desenfrenada e irresistible. La segunda es rubia, tierna, sensual y buena amante. Estos dos tipos de mujer son rechazados por el poeta. En cambio, la mujer espiritual, intangible, idealizada, la que no le ama, es la que persigue.

COMENTARIO CRÍTICO.
Estructura externa.
Se trata de un texto completo escrito en verso. El poema consta de tres estrofas formadas por cuatro versos decasílabos; por tanto son versos simples de arte mayor. Los versos impares riman en asonancia entre sí; mientras que los pares riman en consonante. No hay ninguna estrofa en la métrica clásica española con esta estructura. Ya sabemos que los poetas románticos emprenden una renovación de los esquemas métricos utilizados hasta entonces y que se propusieron una absoluta libertad creadora al escribir.
El acento estrófico recae en sílaba impar; por tanto el ritmo es trocaico.
Conviene subrayar que todos los versos se dividen en dos partes, en algunas ocasiones muy marcadas («Yo soy ardiente, yo soy morena»; «Mi frente es pálida; mis trenzas de oro»; «Soy incorpórea, soy intangible»). La división se aprecia particularmente en el último verso de cada estrofa, donde cada parte se atribuye a una voz o personaje diferente.

Estructura interna.
El poema se organiza como si se tratara de un diálogo entre una voz masculina, -presente en la última parte de cada estrofa-, y tres  voces femeninas, que se describen a sí mismas con el uso reiterado del pronombre «yo» -una mujer morena, otra rubia y,  la última sin unos rasgos precisos- y que interrogan, acto seguido, a la voz masculina que cierra cada estrofa.

Tema.
Modelo de mujer ideal de la que está enamorado el poeta.
Incapacidad de encontrar una mujer concreta que colme los anhelos amatorios del poeta.

Intencionalidad y actitud.
Es obvio decir que la actitud del poeta es subjetiva. Y hablando de un poeta romántico esta subjetividad es aún mayor. Como género principal de este movimiento, la poesía es una muestra del yo más íntimo del poeta, llegando a un exhibicionismo sentimental del que nunca antes se había visto en poesía.
¿Qué persigue Bécquer en este poema? La interpretación ha de continuar con lo expresado en la formulación del tema. Parece reflexionar sobre su incapacidad para enamorarse de una mujer real y quizá próxima. Parece ser que el poeta no se queja de las dificultades para encontrar una mujer que se enamore de él, pues dos mujeres concretas, -las dos se presentan como buenas amantes-, se ofrecen y las rechaza. Y se muestra obsesionado por un modelo de mujer que no existe. ¿Esto cómo puede interpretarse? La primera posibilidad es que la imagen de mujer que se ha formado en su cabeza no se materialice en nadie en concreto. La segunda, que el poeta se haya enamorado de una mujer que le resulta inalcanzable y que, además, lo rechaza.

Tipo de texto.
Se trata de un texto literario perteneciente al género lírico. Como ya se ha comentado en otro momento, es un poema que consta de tres estrofas. También se ha dicho el poco respeto que los románticos mostraron por las estructuras métricas anteriores y cómo inventaron otras, llevados por un afán creador que no se impuso límites. En concreto, además, Bécquer, muy influenciado por una lírica muy íntima que venía de Alemania, Heine –también por el poeta inglés Byron-, huyó de la poesía grandilocuente y demasiado retoricista de otros poetas románticos.
Por el asunto que trata y la actitud, el poema es el mejor formato para comunicar su mensaje. Y como texto literario encontramos recursos retóricos que son especialmente utilizados en estos mensajes.

Valoración personal.
De una manera al mismo tiempo sencilla y también expresiva y muy bella, el poeta ha logrado plasmar sus inquietudes amorosas.
Creo que el poema es una muestra de perfección, tanto desde un punto de vista formal, como en cuanto al desarrollo del tema que el poeta quiere comunicar.
Estos son algunos de los aspectos de este arte de comunicar poéticamente.
En primer lugar, estructurar el conflicto amoroso en forma de diálogo en el que participan tres mujeres, que representan tres modelos diferentes, que hablan con el poeta. Se describen y se ofrecen en el caso de las dos primeras para rechazarlas, y el poeta es a su vez rechazado en el tercer caso. El análisis del mundo amoroso, por su propia naturaleza, abstracto, se concreta de una forma precisa de este modo. Además, la forma de diálogo proporciona dinamismo y brevedad. En tan solo unos versos, Bécquer ha logrado comunicar un sentimiento muy complejo.
Pero, además, observamos una correlación magistral entre el acierto del contenido y la forma de comunicarlo, no solo por la perfección métrica –ritmo, organización paralela de los contenidos…- sino por la propia selección de los términos y por su sencillez.
La forma de sentir de cada ser humano es particular, especialmente la experiencia amorosa. Sin embargo, se puede afirmar que la mayor parte de los sentimientos de este tipo son muy parecidos y entran a formar parte de los conflictos relacionados con el entendimiento amoroso.
No se ha dicho anteriormente, pero sabemos el rechazo que Bécquer sintió por la musa de sus poemas, la elegante cantante de ópera Julia Espín. Parece como si el poeta sufriera por enamorarse de una mujer que no le corresponde. Este desdén que sufrió Bécquer es difícil que haya persona que no lo haya sentido en alguna ocasión. Por eso, se comprende tan bien la desazón emocional que expresa el poeta por no ser correspondido por la persona que ama.
Con todo no queda muy claro si el asunto principal es este rechazo. El discurso literario, y más el poético, por esencia es evocador y casi nunca denotativo en cuanto su significado. Si no conociéramos su biografía, la otra interpretación podría ser las dificultades que siente el poeta para encontrar una mujer concreta en la que fijar su amor. Se le presentan los dos modelos de mujer más común, con sus características positivas en los dos casos, y son rechazadas. Es como si el poeta no fuera capaz de enamorarse de una mujer de carne y hueso. Como si la imagen de mujer ideal que se ha formado en su cabeza no fuera capaz de representarla en ninguna amante concreta. Esta dificultad le produce angustia porque es un amor imposible.

ESTILO DE LA OBRA Y APLICACIÓN RAZONADA DE SUS ELEMENTOS AL TEXTO.
La poesía de Bécquer se caracteriza por un ritmo musical, sencillo y sugerente, propiciado por la asonancia y el uso de formas métricas armónicas.
Bécquer supo renovar el lenguaje poético, liberándolo de la retórica y el énfasis de que hacían gala autores como Zorrilla o Núñez de Arce. En sus obras, el poeta intenta apresar el sonido, el color, el estado anímico. Esta emotividad requiere una forma desnuda y directa cercana a la poesía popular.
Lo primero que hemos de comentar de esta rima es la aparente sencillez conseguida por Bécquer. Como ya se ha comentado, en tan solo unos versos el poeta ha trasmitido unos sentimientos bastante complejos de una manera ágil y al mismo tiempo muy original, como es la estructura dialogada.
Desde el punto de vista métrico, también se ha comentado la novedad en el uso de los versos que no se ajustan a los cánones tradicionales. La poesía de Bécquer es una poesía menor en comparación a los largos y grandilocuentes poemas de románticos como Espronceda, Zorrilla…
El recurso lingüístico más importante del texto es, sin duda, el paralelismo, que se manifiesta a través de la constante repetición de la estructura SUJETO + VERBO + ATRIBUTO («Yo soy ardiente»; «yo soy morena»; «mi frente es pálida»; «yo soy un sueño», etc.) y de la anáfora de los dos primeros versos. La estructura sintáctica es de una esticomitia[1] indiscutible: casi todos los versos (casi todos los hemistiquios, de hecho) tienen sentido semántico y plenitud sintáctica en sí mismos, sin depender de los que les siguen o les preceden.
Los verbos son de estado: soy ardiente, mi alma está llena… Estos verbos además están en presente de indicativo, en primera persona con repeticiones abundantes del pronombre personal Yo, para incrementar la sensación de realidad, de existencia… frente a la imagen irreal, intangible de la tercera mujer.
Al ser estrofas descriptivas abunda la adjetivación: ardiente, morena, pálida, incorpórea, intangible… Todos ellos son adjetivos que funcionan como atributos de un sujeto YO referido a las tres mujeres. Tan solo encontramos un adjetivo adyacente de un nombre que es precisamente un epíteto: vano –ilusorio- fantasma en el v. 10 para significar la irrealidad de la mujer ideal que no existe.
Figuras literarias complementarias al proceso descriptivo encontramos las siguientes metáforas: una metáfora lexicalizada «trenzas de oro» en el verso quinto, donde, evidentemente, significa «cabello rubio». La del verso 7 “Guardo un tesoro de ternuras”, expresión metafórica utilizada para significar lo cariñosa que es. Y donde encontramos más expresiones metafóricas es en la tercera estrofa para referirse a la mujer irreal que no existe: Yo soy un sueño, un imposible, vano fantasma de niebla y de luz, v. 9 y 10.
Y también figura usada en la descripción es la presencia de enumeraciones presentes en todo el poema.
En definitiva, nos encontramos con una serie de autorretratos efectuados sobre todo por las dos primeras mujeres ya que encontramos prosopografía: morena, trenzas de oro; y etopeya: ardiente, pasional, alegre, generosas, tierna… En la tercera mujer no encontramos rasgos ni de su carácter físico ni psicológico. Se resaltan en cualidades o notas de ella que inciden en lo abstracto: sueño, fantasma, niebla, luz.
También adquieren cierta relevancia el hipérbaton, o alteración del orden de los elementos, presente en los versos tercero (de ansia de goces mi alma está llena, en lugar de: «mi alma está llena de ansia de goces») y séptimo (Yo de ternura guardo un tesoro, en lugar de: Yo guardo un tesoro de ternura). Y el zeugma o elipsis de elementos sobreentendidos, presente en el verso quinto (Mi frente es pálida, mis trenzas [son] de oro) y en los versos noveno y décimo (Yo soy un sueño, [soy] un imposible, / [soy un] vano fantasma).

TEMAS DE LA OBRA Y SU RELACIÓN CON LOS QUE APARECEN EN EL TEXTO.
Los temas desarrollados en esta rima están relacionados con la experiencia amorosa y dos pueden ser los sentimientos expresados por Bécquer: expresar el rechazo que siente por parte de la mujer de la que está enamorado o bien las dificultades para fijar o concretar sus ansias amatorias en una mujer concreta.
El amor y la poesía son los temas más importantes del conjunto de de rimas. El tema de la poesía se presenta como una reflexión sobre su propio quehacer literario: analiza las dificultades que el escritor debe vencer para expresar en palabras lo que le sucede; muestra el deseo de lograr un estilo que transmita sensaciones que lleguen al lector; repasa los temas que siempre inspirarán a los poetas; o, incluso, se defiende vehementemente el discurso poético como algo inherente al ser humano… Estas preocupaciones se pueden vislumbrar en cada una de sus rimas con mayor o menor intensidad.
Sin embargo, en esta rima predomina mucho más el asunto amoroso. Sabemos que sus amigos, ordenaron la edición de sus poemas según unos criterios que nunca Bécquer dispuso. El orden obedecía al deseo de Correa, amigo y editor, de estructurar el libro como si de una historia amorosa se tratara, a imitación de las publicaciones de poetas europeos, como el propio poeta alemán Heine. Dentro de esa historia amorosa, la rima se refiere a la primera etapa, la del enamoramiento; mejor dicho, la reflexión personal de este sentimiento.
En las siguientes se presenta el asunto amoroso desde una perspectiva positiva y optimista y comprende las rimas desde la XII hasta la XXIX, con la excepción de la XIV; es el goce del amor, de la unión plena de los amantes.
Las siguientes rimas –XXX a la LI- es la etapa de la desilusión, del sufrimiento, de la reflexión de las causas de la separación de los amantes. En estas rimas Bécquer se siente traicionado porque él cree que ha llevado la parte peor en esa relación. Incluso, duda de la sinceridad de la amada.
Desde la rima LII hasta el final el poeta expresa sobre todo dolor, soledad, angustia, repulsa de la muerte… Son las rimas existenciales, donde con amargura Bécquer muestra su visión pesimista y dubitativa del mundo y de la vida.

CONTEXTO HISTÓRICO-LITERARIO DEL AUTOR Y DE LA OBRA.
Gustavo Adolfo Bécquer, (1836-1870) pertenece al Romanticismo, pero a una época en la que el esplendor del movimiento ha llegado a su fin[2]. El poeta sevillano se traslada a Madrid en 1854 y es en esta época donde comienza de manera más clara su labor creadora, si bien, es cierto, que sus inquietudes literarias se habían manifestado ya en su tierra.
La etapa histórica que vive Bécquer corresponde primero  al paso del absolutismo al régimen liberal de 1833 a 1843, durante la regencia de María Cristina. Posteriormente desde 1843 a 1874 hay una serie de guerras civiles y golpes militares. Es una época de inestabilidad política. En este régimen de los generales es donde se produce el desarrollo de la sociedad burguesa y donde transcurre la vida de nuestro poeta participando o sufriendo las consecuencias del vaivén político del momento, pues, apoyando a los conservadores escribió en periódicos como El Contemporáneo, fundado en 1860 por González Bravo, político que después le aupará al cargo de censor de novelas y que, en un principio, había proyectado publicar su poesía, para lo cual Bécquer había reunido todas sus poesías en El Libro de los gorriones (1868), que desapareció cuando la casa del ministro conservador fue asaltada y quemada.
Normalmente se habla de que Bécquer pertenece a las etapas finales del movimiento (Postromanticismo) en el sentido de que los grandes escritores románticos ya han desarrollado su obra y los imitadores de éstos lo que hacen es repetir los esquemas y el estilo. Sin embargo, Bécquer, también Rosalía de Castro, desarrollan otra poesía diferente. Continúa siendo la expresión de sentimientos muy subjetivos y de mucha intensidad emocional, pero no van a mostrar preocupaciones sociales y será escrita huyendo del estilo grandilocuente de sus predecesores. Se trata por tanto de una poesía intimista y melancólica. No obstante, este nuevo perfil lírico no es exclusivo de los poetas españoles citados antes, sino que éstos imitan esta nueva poesía de escritores europeos: Lord Byron  o Heine.
Como ya se ha dicho al principio, Bécquer nace en Sevilla en 1836. Pronto se queda huérfano, primero de padre y a los once años de madre. Su educación corre a cargo de una tía y de su madrina. Sus inquietudes literarias comienzan pronto a manifestarse y se verán impulsadas por el ambiente literario en el que se mueve en Sevilla; junto a sus amigos Narciso Campillo, futuro editor de sus obras y Julio Nombela forman una sociedad literaria. Es en esta ciudad, en 1853, donde publica sus primeros poemas en periódicos locales. Sin embargo, pronto el grupo de amigos piensa en trasladarse a Madrid para buscar mayores posibilidades de dar a conocer su obra y para crecer como escritores. Del ambiente poético en el que vive en Madrid irán surgiendo su poesía. Importancia significativa en su obra es su experiencia amorosa que podemos considerar truncada. Primero su enamoramiento de las hermanas Espín, a cuya casa acudía a las tertulias que organizada su padre don Joaquín Espín, un músico conocido de la época. Parece ser que primero sintió inclinación por Josefina, aunque la verdadera musa de bastantes de sus poesías es Julia. Su amor no fue correspondido y el dolor consiguiente parece estar reflejado en alguna de sus rimas. Como también hubo de influir en su cosmovisión el abandono del que fue objeto por parte de su esposa Casta Esteban.
Aunque, mientras vivió, fue moderadamente conocido, sólo comenzó a ganar verdadero prestigio cuando, tras su muerte, fueron publicadas muchas de sus obras.
Una vez muerto el poeta, Ferrán y Correa se pusieron de inmediato a preparar la edición de sus Obras completas para ayudar a la familia; salieron en 1871 en dos volúmenes; en sucesivas ediciones fueron añadidos otros escritos.
Una de sus obras muy relacionada con las Rimas son las Cartas literarias a una mujer, de 1860 en donde explica la esencia de su poesía que alude a lo inefable.
Pero, aparte de su importante lírica, Gustavo Adolfo Bécquer fue también un gran narrador y periodista. Escribió veintiocho leyendas, muchas de ellas pertenecientes al género del relato gótico o de terror, otras, auténticos esbozos de poesía en prosa, y otras narraciones de aventuras.
Escribió además las Cartas desde mi celda en el Monasterio de Veruela, a las faldas del Moncayo, adonde fue a reponerse de su tuberculosis o tisis, enfermedad entonces mortal; sus cartas desbordan vitalidad y encanto.
Por último, Bécquer es, a la vez, el poeta que inaugura —junto a Rosalía de Castro— la lírica moderna española y el que acierta a conectar de nuevo con la poesía tradicional. Las Rimas se encuadran dentro de dos corrientes heredadas del Romanticismo: la revalorización de la poesía popular (que la lírica culta había abandonado en el siglo XVIII) y la llamada «estética del sentimiento». El ideal poético de Bécquer es el desarrollar una lírica intimista, expresada con sinceridad, sencillez de forma y facilidad de estilo. Bécquer y sus Rimas son el umbral de la lírica en español del siglo XX.

ESTRUCTURA DE LA OBRA.
Sabemos que sus amigos, ordenaron la edición de sus poemas según unos criterios que nunca Bécquer dispuso, pues las rimas, tal y como los conocemos hoy, fue decisión de aquéllos. El orden obedecía al deseo de Correa, amigo y editor, de estructurar el libro como si de una historia amorosa se tratara, a imitación de las publicaciones de poetas europeos, como el propio poeta alemán Heine. Bécquer había ido publicando alguna de sus poesías en periódicos desde 1860, pero es por iniciativa de Luis Bravo, el ministro conservador amigo suyo, cuando Bécquer se propone reunir toda su producción. Ese trabajó se plasmo en el llamado de Libro de los gorriones. Sin embargo, este manuscrito se perdió en el asalto que sufrió el palacio del político. Por terminar de explicar las vicisitudes de la publicación de las poesías de Bécquer, hay que comentar que éste volvió a reescribir sus poesías en un segundo manuscrito que se conserva en la Biblioteca Nacional. El orden de las poesías que dispuso Correa no se corresponde con el de El Libro de los gorriones.
Volviendo a rodríguez Correa, su editor, éste quiso ordenar las rimas en torno a una historia amorosa en la línea de Heine. En esta historia se apreciarían tres etapas: en la primera, la amada aparece idealizada: son los idilios, la poesía y las flores que entornan la visión de un ideal femenino inalcanzable. En la segunda, se describe la ansiedad. La mujer se convierte casi en estatua de piedra en un sueño letal; al final, en la tercera, el poeta transmite sus sentimientos más puros, es la etapa de la ruptura amorosa y de la soledad.
Por otra parte, José Pedro Díaz ha extendido una clasificación de las rimas por temas. Según este habría cuatro apartados:
- Rimas de I a XI: el tema principal es la poesía, aunque el amor está también presente e íntimamente relacionado con ella.
En las siguientes se presenta el asunto amoroso desde una perspectiva positiva y optimista y comprende las rimas desde la XII hasta la XXIX, con la excepción de la XIV; es el goce del amor, de la unión plena de los amantes.
Las siguientes rimas –XXX a la LI- es la etapa de la desilusión, del sufrimiento, de la reflexión de las causas de la separación de los amantes. En estas rimas Bécquer se siente traicionado porque él cree que ha llevado la parte peor en esa relación. Incluso, duda de la sinceridad de la amada.
Desde la rima LII hasta el final el poeta expresa sobre todo dolor, soledad, angustia, repulsa de la muerte… Son las rimas existenciales, donde con amargura Bécquer muestra su visión pesimista y dubitativa del mundo y de la vida.



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Sinopsis

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El ambiente de la localidad universitaria de principios de los noventa del siglo pasado, extraño para el protagonista, más la resolución del caso, le dejarán la sensación de fracaso de su valía profesional y, sobre todo, del papel que le corresponde como agente al servicio de la justicia. 



[1] Esticomitia.  Concentrar en un solo verso un pensamiento completo.
[2] Cuando escribe Bécquer está en pleno auge el Realismo, cuando otros autores adscritos a esta tendencia (Campoamor, Tamayo y Baus, Echegaray) se reparten el favor del público. La poesía triunfante está hecha a medida de la sociedad burguesa que consolidará la Restauración, y es prosaica, pomposa y falsamente trascendente. Pero una notable porción de líricos se resistió a sumarse a esa corriente, y además hallaban vacía y retórica la poesía de la lírica esproncediana, la del apogeo romántico, que aún encontraban cultivada con gusto general en autores como José Zorrilla. El Romanticismo que les atrae ya no es el de origen francés o inglés, sino alemán, especialmente el de Heine. Estos autores forman el ambiente prebecqueriano: Augusto Ferrán, Ángel María Dacarrete y José María Larrea. Todos estos poetas buscaban un lirismo intimista, sencillo de forma y parco de ornamento, refrenado en lo sensorial para que mejor trasluzca el sentir profundo del poeta. Es una lírica no declamatoria, sino para decir al oído.

Comentarios

Anabel:) ha dicho que…
Muy bien y útil el comentario. Solo le veo un fallo: Bécquer no es un autor romántico.
Luis ha dicho que…
Bécquer no es un autor romántico. Junto a Rosalía de Castro, por mencionar otra escritora conocida, se consideran postrománticos... Pero por sensibilidad y por los asuntos de sus poemas, están más próximos al movimiento romántico que al realista. Y esto referido a su poesía; de un buen número de sus Leyendas, se puede decir otro tanto: tienen el gusto historicista, el ambiente fantástico y misterioso, y un estilo que, en este caso sí, se asemeja al de otros escritores románticos...
Luis Ignacio Marín ha dicho que…
Bravo, interesantísimo, el mejor homenaje que se le podría hacer a Bécquer, iniciador de la poesía moderna en castellano.

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