Comentario crítico de Lo real, columna de Félix de Azúa

Varios alcaldes, entre ellos Giuliani en Nueva York, se vieron obligados a exigir la censura cuando las fotografías de Mapplethorpe, muchas de ellas dedicadas a la exhibición de genitales masculinos de considerables dimensiones, se expusieron en público. Como no colgaban en instituciones del Estado sino en galerías privadas no pudieron ser secuestradas, pero se les retiró todo tipo de subvenciones, ayudas o publicidad. No obstante, para mí lo más relevante fue el comentario de un propio que dijo: “Si en lugar de fotografías hubieran sido cuadros al óleo no habría pasado nada”. A finales del siglo XX todavía la fotografía tenía la consideración de “verdad” o “realidad”. Lo que se veía en las fotos era auténtico.
Me he preguntado a veces cómo es posible que mucha gente se tome en serio los mensajes digitales, el mundo de las redes y toda esa parafernalia. ¿Cómo puede ser que políticos y redactores reaccionen como menores de edad ante la basura telemática? Es evidente que la mayor parte de esos mensajes, si no fueron producidos por esbirros rusos al servicio del caos o por clérigos al servicio de los separatistas, son infames venganzas de gente impotente. ¿Por qué entonces concederles nuestro muy escaso tiempo? Y sin embargo sabemos con qué terror retroceden los responsables públicos ante ellos y cómo los periodistas afirman una y otra vez que “la red arde con furiosas reacciones”. ¿Por qué las leen? Pues bien, una posible explicación es la sacralidad del soporte. A día de hoy es difícil que alguien crea en “la verdad” de una fotografía, tan fácil es falsearla. En cambio, la superstición quiere que el nuevo soporte de lo real sea la red electrónica. El soporte es el mensaje y la verdad, hoy, tiene cara de pantalla.

1.      ESTRUCTURA EXTERNA.
Nos encontramos con un texto completo en prosa. El discurso fundamental es argumentativo, ya que el autor intenta alertar a sus lectores de la excesiva importancia que se da a la información que circula en red.
2.      ESTRUCTURA INTERNA.
Desde la línea 1 a la 8, nos encontramos la introducción para reflexionar sobre la importancia concedida al soporte de la información y cómo afecta a la verdad, partiendo del relato de una pequeña anécdota relacionada con una exposición fotográfica considerada sicalíptica.
Desde la línea 9 a la 17, parte en la que comienza el cuerpo argumentativo, el autor se sorprende de la importancia/relevancia que conceden a los mensajes digitales.
Desde la línea 18 hasta la 20, la tesis del autor, que considera que la sociedad actual concede al soporte digital el don de la veracidad incuestionable.

3.      TEMA.
Crítica a la importancia que los medios digitales tienen en la formación de la opinión pública.

4.      RESUMEN.
Partiendo de una pequeña anécdota relacionada con la censura de una exposición fotográfica de Mapplehorpe sobre desnudos masculinos, el autor centra el tema planteando la importancia de los soportes de la información. Así, a finales del siglo XX, el mensaje fotográfico era incuestionable porque no se podía alterar. En cambio, hoy día, todo el mundo sabe que eso ya no es verdad. La perplejidad del autor se manifiesta por la ingenuidad de la gente que concede importancia a la información que circula en la red, aun sabiendo la nula rigurosidad de esta y que cualquiera puede difundir fácilmente las mayores infamias.
5.      ACTITUD E INTENCIONALIDAD.
La actitud del articulista es subjetiva. Es verdad que la primera parte, la introducción, cuando cuenta la anécdota, la podemos considerar objetiva. Sin embargo, el desarrollo es claramente subjetivo. Esta subjetivad se refleja en el uso de la primera persona en varias ocasiones. En la línea 9, Me he preguntado…; el plural sociativo de la línea 15, Sabemos…; esa implicación se observa también en la línea 14, con el adjetivo determinativo posesivo, nuestro muy escaso tiempo, -en este ejemplo, también vemos la valoración personal con el empleo del adverbio muy modificando al adjetivo escaso tiempo. La aproximación al tema a desarrollar con la presencia de numerosas interrogaciones retóricas es una metodología claramente subjetiva, si bien también sirve para interpelar a sus propios lectores sobre el contenido de esas preguntas. Por último, la inclusión de ciertos coloquialismos confiere además ese acercamiento subjetivo al asunto a desarrollar, como podemos vislumbrar en expresiones como toda esa parafernalia, de la línea 10. El uso de símiles, claramente valorativos, acrecienta el carácter que tratamos de demostrar, como, por ejemplo, la comparación de la línea 9, …reaccionan como menores de edad
La intención del autor es plantear a sus lectores, de manera concisa, unas preguntas para reflexionar sobre la importancia que se concede a los mensajes que circulan en las redes sociales y de cómo puede afectar a la necesaria información para que los ciudadanos puedan tomar decisiones consecuentes. El canal en el que se dirige a sus lectores, un periódico, exige unas condiciones que el autor respeta: brevedad del contenido, planteamientos sucintos y un lenguaje comprensible para la generalidad de receptores. Así, podemos ver, como se ha resaltado anteriormente, la formulación de una serie de preguntas retóricas para incitar a la reflexión, y cómo el autor escribe utilizando un registro formal, pero en la modalidad estándar. Además, ha elegido un discurso argumentativo con el que defiende su postura desacreditando los mensajes poco elaborados y poco rigurosos que circulan en las redes.
6. TIPO DE TEXTO.
En cuanto a su ámbito de uso los podemos considerar un texto profesional. Se trata de un texto periodístico de opinión; en concreto, de una columna publicada en El País. Este tipo de texto suele ser escrito por personas que colaboran con el periódico de manera regular, normalmente escritores profesionales. Las columnas ocupan un espacio fijo. Abordan temas de interés, aunque no necesariamente deben cumplir la condición de ser rabiosamente actuales como las noticias, algo que claramente podemos ver en el texto que se comenta. La forma de abordar los asuntos se caracteriza por su informalidad: no pretenden agotar el análisis del tema del que escriben y éste es enfocado de manera personal, (en este caso con el uso de varias expresiones coloquiales, con las cuales acrecienta más la actitud con la que aborda el tema: sin esa parafernalia (línea 10); basura telemática, (línea 11)...). Estas expresiones las podemos considerar metáforas, recursos literarios que habitualmente son utilizados por los columnistas. Por otro lado, la aparición de numerosas palabras entrecomilladas la podemos considerar también como un procedimiento emocional de llegar a los conceptos desarrollados: “verdad” o “realidad” (línea 8); “la verdad” (línea 18), que acrecienta el acercamiento subjetivo al tema por parte del autor.

Por su temática, lo podemos considerar un texto humanístico que es objeto de estudio por parte del periodismo y de la teoría de la comunicación. Los receptores no buscan una información exhaustiva en estos textos, sino un enfoque personal de los asuntos que abordan sus articulistas preferidos.
En cuanto a su elocución, es un texto principalmente argumentativo, aunque la introducción es narrativa. En esa parte encontramos verbos en 3ª persona, como forma narrativa, que se refieren a sucesos ocurridos en el pasado, por lo cual se utilizan formas verbales perfectivas, como los pretéritos perfectos simples: se vieron (línea 1), se expusieron (línea 3)…; hay cláusulas temporales para enmarcar la acción: cuando las fotografías de Mapplethorpe (línea 2).
Sin embargo, la forma de elocución más resaltable es la argumentativa. Ya se ha hecho referencia a características propias de la argumentación y opinión con el uso de la primera persona. La organización del contenido es la propia del discurso argumentativo: la tesis aparece al final, en las líneas 19 y 20: El soporte es el mensaje y la verdad, hoy, tiene cara de pantalla, por lo tanto, la estructura es sintética.
El registro lingüístico del texto es el medio o estándar propio de la comunicación periodística, con alguna fórmula propia del registro coloquial, como se ha comentado anteriormente. Podemos añadir, algunos enlaces de cohesión que son propios del discurso argumentativo: el conectivo adversativo de la línea 5: No obstante…; otro en la línea 14: Y sin embargo, el enlace fraseológico conclusivo de la línea 17: Pues bien,…; otro enlace fraseológico en la línea 18, En cambio, ...
6.      VALORACIÓN PERSONAL.
El autor comienza su columna con el relato de una pequeña anécdota que ocupa casi el cincuenta por ciento del texto: parece una exageración. Además, no sé si realmente es acertada para abordar el asunto que plantea a los lectores. Él la utiliza para diferenciar la fotografía de la pintura: la primera es un soporte para reflejar la realidad; la otra, es una representación artística, una interpretación de una realidad, aunque la fotografía también pueda ser creada con un fin artístico, como es el caso de la exposición de la que habla. En todo caso, parece cuestionable que la fotografía como soporte sea considerada verdad, porque no solo es la técnica, sino la mirada, es la luz y, sobre todo, es donde se enfoca. En este sentido, se puede hacer fotografías cuyo interés es dudoso, como, quizá, interpretan los críticos de esa muestra.
Hay otras cuestiones que el autor da por sentadas y que para mí no son tan claras, como la idea de que la generalidad de usuarios se cree todos los mensajes que le llegan a sus terminales, la base de su tesis. Parece exagerado, aunque tampoco es de despreciar el asunto porque lo que es indudable es que producen un efecto aún no del todo comprensible. Ahora bien, la influencia de las redes sociales no es, en todo caso, la que, en general, desde siempre, han tenido los medios de comunicación de masas. Ahora son éstas, antes lo fueron la televisión, la radio y los periódicos. Cada uno con su sesgo ideológico determinaba qué información ofrecía a sus seguidores. Estos medios tenían un papel muy importante en el sistema democrático: la de ofrecer información para que los ciudadanos tomaran sus decisiones políticas. Podríamos decir que la información y los mensajes que circulan por las redes sociales son similares a los mensajes tradicionales; sin embargo, no es así. Los medios tradicionales presentaban dos rasgos que daban seguridad al ciudadano: la adscripción ideológica era clara, se sabía de dónde procedía el mensaje, que siempre era personificado en un individuo conocido que se responsabilizaba del contenido de sus textos; por otra parte, en la creación de mensajes había rigurosidad gracias a la formación académica y ética profesional. Estas notas no se cumplen en la mayor parte los mensajes de las redes sociales, que circulan de manera anónima y que claramente están faltos de la rigurosidad profesional. Con la capacidad de difusión que alcanzan son un peligro.
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Sinopsis

El asesinato de un diputado en un museo de Madrid lleva a un inspector inexperto a Salamanca, circunscripción por la que es electo el difunto. Durante la estancia en la ciudad se adentrará en el mundo académico, político y social en busca de indicios que expliquen los motivos que han llevado al verdugo a cometer tal atrocidad. El proceso indagatorio conducirá al detective a plantearse alguno de los principios por los que ha de regirse en su oficio, después de entrevistarse con testigos poco habituales que no parecen entristecerse con la muerte del político y que no aportan datos significativos del caso.

El ambiente de la localidad universitaria de principios de los noventa del siglo pasado, extraño para el protagonista, más la resolución del caso, le dejarán la sensación de fracaso de su valía profesional y, sobre todo, del papel que le corresponde como agente al servicio de la justicia. 

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