Comentario de un fragmento de Hamlet de William Shakespeare.



REY
Señor, os lo agradezco.
Sale Polonio

Sucio es mi delito; su hedor llega hasta el cielo.
Lleva la marca de la más antigua de las maldiciones:
asesinar al hermano. Quisiera rezar, pero no puedo.
Y aunque es mi inclinación tan grande como mi voluntad,
la fuerza de mi delito vence a la de mi deseo.
Soy como esos hombres que, sujetos a dos tareas,
quedan paralizados, sin poder comenzarlas,
desatendiéndolas a un tiempo. ¿Será que esta abominable mano
se ha encallecido con la sangre fraterna?
¿No queda lluvia en el bendito cielo
para dejarla limpia, blanca como la nieve?
Misericordia, ¿para qué sirves, sino para mirar al delito cara a cara?
¿Y la plegaria? ¿No es doble su virtud?
¿No previene el pecado y perdona
tras la caída? A lo alto he de mirar.
Cometí ya mi pecado. ¿Cuál será la oración
que sirva a mi proposito? ¿Diré ‘perdón por crimen’?
No…, no puede ser, puesto que estoy en posesión de todo
lo que me hizo matar: mi corona,               
mi ambición, mi reina. ¿Ser perdonado
y retener todo aquello que es fruto del crimen?
En el proceder corrupto de este mundo,
la mano dorada del delito puede aplastar las leyes;
también vemos a menudo cómo el perverso lucro
puede sobornar la justicia. ¡Pero nunca en el cielo!
Allí no cabe el engaño, y la acción muestra allí
su verdadera naturaleza, nos obliga a enfrentarnos,
cara a cara, con nuestras faltas en toda su evidencia
¿Qué hacer entonces? ¿Hay algo que yo pueda hacer?
¿El arrepentimiento? ¿Y si no puedo arrepentirme?
¿Qué hacer cuando el arrepentimiento no es posible?
¡Miserable es mi estado! Oscuro es mi corazón como la muerte,
Oh, alma mía, prisionera, que cuanto más luchas por liberarte
más te atenazan tus ligaduras. ¿Vosotros, ángeles del cielo, ayudadme!
¡Afanaos! ¡Doblegaos, obstinadas rodillas! Ablanda
tus fibras de acero, corazón, hasta que sean como las de un recién nacido.
         Se arrodilla.
          Entra Hamlet.
Puedo hacerlo ahora mismo; ¡ahora, que está rezando!...      

CONTEXTUALIZACIÓN DEL FRAGMENTO. (2  puntos).
El alumno deberá situar el fragmento en el conjunto de la obra a la que pertenece, comentar su importancia en la misma y mencionar aquellos hechos inmediatamente anteriores o posteriores que sean relevantes.
El texto pertenece al III acto de la obra. Se trata de un soliloquio en el que el rey reflexiona y reza después de que claramente se ha dado cuenta de que la locura de Hamlet no se debe ni a la muerte de su padre ni al despecho de Ofelia. En una representación teatral que acaban de ver, se ha representado una pantomima en la que una reina muy enamorada prometía serle siempre fiel a su marido. Además, se ha escenificado la muerte por envenenamiento del anterior rey mientras dormía una siesta en el jardín. Claramente Claudio, el nuevo rey, se ha visto reflejado en esa dramatización y no ha soportado continuar contemplando el espectáculo y se ha refugiado en sus aposentos. Además, se ha percatado de que Hamlet ha preparado esa escenificación y que por la tanto es consciente de que todos en palacio sospechan que él ha sido el asesino. El rey piensa que Hamlet es un peligro para él y decide alejarlo de la corte cuanto antes, para lo cual piensa enviarlo a Inglaterra en compañía de dos antiguos amigos, Rosencrat y Guildestein. En el momento que se queda solo es cuando reflexiona en voz alta sobre su delito y sobre la posibilidad de arrepentirse. Este momento es clave en el desarrollo de la obra pues es la confesión del propio asesino corroborando lo dicho por el espectro sobre el responsable de su muerte; es también la confirmación rotunda de esa autoría para Hamlet que ha estado espiando junto a Horacio la reacción del monarca. No obstante, el príncipe que se lo encuentra solo y piensa en un primer momento en aprovechar la soledad para cumplir su venganza, la pospondrá en espera de un momento más oportuno para darle muerte y que su alma se condene.
Situación de la obra a la que el fragmento pertenece en su contexto histórico-literario. (2 puntos). El alumno deberá situar la obra y a su autor en el contexto histórico y en el movimiento literario al que pertenece. En lo que respecta al autor, se mencionará lo más significativo de su producción literaria y, en cuanto al movimiento, se precisarán las características más relevantes del mismo.
La obra de Shakespeare y su vida transcurren coincidiendo con el reinado de Isabel I (1558/1603) y de Jacobo I (1603/1625). En general, el país tiene un desarrollo notable que se manifiesta en un aumento de la población y en que Inglaterra va consolidándose como potencia mundial compitiendo con España y Francia. Desde el punto de vista económico hay un despegue industrial, sobre todo de la metalurgia, y financiero y comercial gracias al puerto de Londres.
Desde el punto de vista religioso, Inglaterra se ha terminado de separar de la iglesia católica en el reinado de Enrique VII. La siguiente reina, María Tudor, como católica, intenta restablecer los vínculos con Roma, pero esta separación religiosa es la clave de la cohesión política de la población que se somete al liderazgo de la corona, y fracasa en su propósito.
Sin embargo, el autor se mueve en una dualidad entre el protestantismo y el catolicismo. Precisamente el fragmento es muy interesante para analizar la cuestión religiosa. Hay pasajes en la obra que son reflejo de las dos religiones. Por ejemplo, son manifestaciones del catolicismo el hecho de que la sombra está en el purgatorio y la escena donde se representa la ceremonia del entierro de Ofelia. Este fragmento que analizamos en el que el rey intenta obtener el perdón de Dios y la ciudad de Wittemberg, ciudad en la que Lutero expuso sus tesis, es en la que estudiaron Hamlet y su amigo Horacio, son referencias del protestantismo.
Desde un punto de vista filosófico, Shakespeare coincide con Montagne en las ideas relativistas, escépticas y filosóficas de la época.
Desde el punto de vista cultural, el Renacimiento llega bastante tarde y sus postulados se identifican con los del Clasicismo. Sin embargo, en la obra se aprecia el espíritu humanista y el gusto por los autores clásicos griegos y latinos. De todas maneras, Hamlet también refleja la crisis, la incertidumbre, la angustia existencial del Barroco y del siglo XVII en general. Y desde el punto de vista estético, también presenta muchos rasgos de ingenio literario y creador propios de este movimiento.
La obra dramática de Shakespeare hay que situarla en el momento en que el teatro como espectáculo logra cierto prestigio que no había tenido a lo largo del siglo XVI. El teatro va evolucionando desde las Moralidades y los Interludios de principios de siglo que transmitían sobre todo mensajes morales o religiosos. Poco a poco, a partir de 1550, se empiezan a representar comedias y dramas, algunos de los cuales servirán de inspiración a Shakespeare. Y en 1576, se construye el primer teatro en Londres. Hay también una serie de autores anteriores que preparan el terreno para la eclosión de nuestro autor; incluso, con alguno de ellos probablemente colaboró, como Cristopher Marlowe. La obra de este autor titulada La famosa tragedia de rico judío de Malta, que está protagonizada por un judío llamado Barrabás, se puede considerar como un antecesor de Shylock, personaje de El mercader de Venecia. También se podría destacar la figura de John Lyly, sobre todo como creador de comedias.
Algo fundamental a la hora de estudiar su teatro, es que el autor de la obra, además fue actor, director de escena y empresario y, por lo tanto, era conocedor de todas las facetas necesarias para la representación de la obra. Y no le fue mal en el negocio pues consiguió hacer dinero y retirarse relativamente pronto del oficio y vivir de las rentas. Hay que recordar, que los únicos escritores que podían vivir de la escritura en este tiempo, eran los autores teatrales, como es el caso también de Lope de Vega.
El teatro de Shakespeare presenta las siguientes características. De las reglas clásicas de las tres unidades, respeta la de la acción única; esto lo podemos observar en Hamlet. También respeta la división de la obra en cinco actos con un desarrollo de la trama clásico: exposición, complicación, clímax y peripecia, retardo y catástrofe. En cambio, no  respeta las otras dos. El tiempo en el que sucede la acción es muy prolongado e impreciso en muchas escenas. Y se cambia de espacio de una escena a otra con mucha facilidad. Esto es posible porque apenas existe escenificación en el teatro de la época con lo cual no había dificultad de pasar de un espacio a otro. La información sobre esos cambios está implícita en los diálogos de los personajes.
En cuanto a la obra del autor inglés la podemos dividir en dos grandes grupos: las no dramáticas, como el poema de Adonis y Venus, en la que relata la seducción de un joven por parte de una mujer mayor, y las dramáticas. Éstas a su vez se clasifican en comedias, como El sueño de una noche de verano, El mercader de Venencia, La doma de la furia…; dramas históricos, como Ricardo III, Enrique IV…; y tragedias, entre las cuales está la obra que comentamos, Romeo y Julieta, Otelo, El rey Lear
Análisis del contenido y forma del texto (tema o temas; estructura, tipología textual, género y rasgos estilísticos). (4 puntos).
En cuanto al contenido, el alumno deberá identificar y comentar brevemente el tema y, en su caso, los temas secundarios del fragmento propuesto. Así mismo deberá relacionar el tema del fragmento con la temática general de la obra a la que pertenece.
En lo que respecta a la forma, el alumno identificará y comentará la estructura, tipología textual, el género y los rasgos estilísticos más relevantes del fragmento propuesto (técnica dramática, caracterización de los personajes y recursos expresivos).

Resumen.
Soliloquio del rey en que atormentado reflexiona sobre la muerte dada a su hermano. Su delito es muy grave y él es consciente de la dificultad de ser perdonado y de que su conciencia no puede estar tranquila. Se preocupa sobre todo por su purificación espiritual, mucho más difícil de alcanzar que la absolución de la justicia de este mundo a la que puede domeñar con más facilidad. Duda que con la oración, que por una parte previene del mal, y por otra, sirve para poder limpiar las culpas, pueda saldar el daño de su delito por su gravedad. La oración ha de ir acompañada de una penitencia que él no está dispuesto a cumplir, que sería la restitución de todo de lo que se ha aprovechado con su crimen: la corona y la mujer de su hermano. Pero, además, hay otro impedimento en su absolución, su arrepentimiento, que no siente, por lo cual su situación es un problema irresoluble. Intenta cambiar y se encomienda al cielo para que acuda en su ayuda. En esta situación contrita y de rodillas lo ve Hamlet que cree que es un buen momento para vengarse.

Temas.
El tema principal del texto es la zozobra interior del rey Claudio como consecuencia de no ser capaz de asumir las consecuencias del arrepentimiento del crimen que ha cometido: renunciar a la corona y a su esposa Gertrudis.
El rey se plantea el problema derivado del crimen que ha cometido. Sabe que engañar a las personas que lo rodean y solventar los problemas de justicia es posible sin mayores problemas; no así el juicio al que se enfrentará su alma cuando tenga que acudir a la justicia divina. Aún sabiendo que no podrá librarse de ella, no tiene fuerza suficiente para asumir lo que conllevaría el perdón divino.
Así que podríamos establecer como temas secundarios la corrupción de la justicia por las personas poderosas y acaudaladas. Otro, podía ser el poder de la oración para lograr el perdón de Dios y ser guía de buena moralidad para los creyentes.
Otro tema que es representativo de la obra, que está asociado sobre todo al protagonista, es el de la duda a la hora de actuar. Pues bien, este tema se puede comprobar también en el pasaje que se encuentra en los versos 8/10  referidos al rey:
Soy como esos hombres que, sujetos a dos tareas,
quedan paralizados, sin poder comenzarlas,
desatendiéndolas a un tiempo.
Estructura.
En cuanto a la estructura externa, el texto es un fragmento en verso del III acto de la tragedia cuyo título es Hamlet. Corresponde a un soliloquio del rey que se ha quedado solo en el escenario y reflexiona en voz alta sobre el crimen que ha cometido y los tormentos que sufre como consecuencia.
Los tipos de discursos que predominan son la descripción de su alma (1/3), (8/10) y también la argumentación 24/31. En la reflexión intenta resolver su problema de conciencia y va analizando los impedimentos para conseguir el perdón.
De todas maneras, en el texto predomina la función expresiva por el estado de ánimo en el que se encuentra el personaje: desahogándose, pidiendo perdón, orando, reflexionando sobre su culpa, pecado y crimen.
No es fácil establecer partes en cuanto al contenido. El soliloquio presenta una unidad temática total. Se reflexiona sobre el sentimiento de culpa, de una culpa que no es fácil expiar pues su origen es un crimen del que se han conseguido unos beneficios que el rey no está dispuesto a renunciar: su coronación y su matrimonio con Gertrudis.
1/10 Confesión de Claudio de que él ha sido el asesino del rey Hamlet, su hermano. Le gustaría rezar y confesarse, pero duda de que este crimen pueda ser perdonado.
11/23 Reflexión sobre el perdón, la misericordia divina y el poder de la oración, que él no puede usar porque cree que no surtirá efecto al no estar dispuesto a perder todo lo que ha ganado con su crimen.
24 /30 Diferencias entre la justicia humana, que Claudio puede comprar, y la divina, insobornable.
31/39 Lamentaciones por no ser capaz de arrepentirse.
40/41 Hamlet considera que es un buen momento para matar al rey cuando lo ve arrodillado.
Tipología textual.
El fragmento es un monólogo. El rey se queda solo y en voz alta reflexiona sobre sus preocupaciones morales derivadas del crimen que cometió. El monólogo es un recurso que permite conocer la interioridad del personaje y por tanto su personalidad. El soliloquio es un parlamento en estilo directo, que se dice sin que haya otros actores/personajes en el escenario, y por tanto, el discurso principal es el diálogo. En este parlamento a su vez encontramos muestras de otros discursos. Por ejemplo hay varias descripciones: del delito en los versos 3/5, del rey mismo en los versos 8/10. Otras formas de elocución son las argumentaciones que le sirven al personaje para analizar la sensación de culpa y la duda sobre su arrepentimiento que vemos en los versos 6/7 y 20/23.
No obstante, la función del lenguaje que encontramos, a pesar de la variedad de discursos, es la expresiva pues el rey intenta desahogarse.

Género.
El texto que se comenta pertenece al género dramático, en concreto, Hamlet es una tragedia. El carácter trágico de la obra es innegable por el tema tratado: la venganza, la justicia, la ambición…; los personajes de la obra son en su gran mayoría de carácter noble: reyes, príncipes, nobles…; y por el final funesto al que se ven abocados la mayor parte ellos: mueren los personajes más importantes. El estilo del lenguaje es el característico de estas obras: culto, solemne, retórico, lleno de artificios literarios…
No obstante, se puede resaltar algún aspecto que hace que la obra sea peculiar. Por supuesto, no se puede hablar de tragicomedia, pero hay pasajes distendidos y divertidos en el desarrollo de la acción en los que se pone de manifiesto la ridiculez de los personajes mediante la ironía y la sátira, como son muchas escenas en las que aparece Polonio, y otras escenas en las que la comicidad es indiscutible, como la escena de los sepultureros preparando la tumba de Ofelia. La presencia de estos graciosos, de los clowns, incluso en obras serias, es una característica del teatro de Shakespeare.

ESTILO.
Ya se han comentado en el apartado anterior al hablar de la contextualización de la obra algunos de los rasgos literarios de las tragedias shakesperianas y en general del teatro. No hay apenas escenificación; no se respetan las unidades de tiempo y espacio; la única unidad que validan es la de la única acción; la no pureza en cuanto al carácter de las obras, pues hay elementos y acciones protagonizadas por clowns; la variedad de registros… Solo señalaremos la importancia de los personajes y la misión dramática de los más importantes. En realidad, pocos son los personajes nobles en cuanto a su papel dramático. Con claridad el personaje malvado por antonomasia es el rey; los demás terminan por pagar las consecuencias de sus hechos. Pero el resto de los personajes también presentan conductas irresponsables:  Gertrudis, la reina, al principio podemos pensar que es inocente, pero cuando Hamlet le quita la venda del los ojos, no quiere ver realmente lo que ha pasado y termina pagándolo; Polonio, tan servicial, acaba muriendo por sus excesos; Ofelia, por su desmedida sumisión a su padre y a su hermano, acaba loca y suicidándose; Hamlet, se supone el personaje positivo, acaba muriendo no exento de culpa, pues ha cometido muchos errores y él es el responsable directo o indirecto de la muerte de toda la familia Polonio. Y así podríamos continuar con las otras muertes. El único personaje honrado y limpio es Horacio, que, aun queriendo morir en solidaridad con su amigo Hamlet, éste le ordena ser el albacea con el cargo de contar todo lo que ha sucedido.
Desde el punto de vista del estilo propiamente dicho, dos son las características de los monólogos y en general de la obra: la profundidad de las ideas que se muestran en el conflicto de la obra y la belleza del propio discurso.
El tono predominante es el solemne, como corresponde a la categoría social de los personajes que intervienen en la obra. Aunque no toda la obra tiene esa seriedad, como se acaba de comentar pues hay escenas en las que predominan otros registros más coloquiales o populares, como cuando los sepultureros dialogan entre ellos o con Hamlet.
La utilización de monólogos, y en concreto éste, suelen aparecer en los momentos oportunos en el desarrollo de la acción. El rey se ha visto descubierto y solo, analiza las consecuencias de sus actos. El personaje que más reflexiones íntimas realiza es Hamlet, pero los soliloquios de éste tal vez pequen más de artificiales, posiblemente por sus recursos lingüísticos y literarios, que el texto que nos ocupa que, a pesar de tener también esos recursos, transmite bastante sinceridad y la certeza al lector de que el sufrimiento del rey es verosímil, sensación que no siempre consigue el discurso del príncipe quizá por las dosis elevadas de sarcasmo e ironía.
El uso de estos soliloquios es fundamental en esta obra en la que la acción no es lo más importante, pues el propósito del autor es la construcción de unos personajes muy complejos, especialmente el del protagonista. En este sentido, el monólogo sirve para profundizar en la personalidad del personaje. Solo ante el público, saca a relucir lo que hay en su conciencia. En el pasaje comentado, el espectador, además de conocer ya sin dudas que el rey es el asesino, sabe certeramente que el destino de éste no puede ser bueno y que la obra irremediablemente se encamina a un final trágico al no estar dispuesto a renunciar al trono ni a la reina.
Aunque se ha dicho que el texto parece bastante sincero y natural en su elocución, no deja de ser un discurso elaborado y complejo en cuanto a los recursos retóricos, como  corresponde a un lenguaje cortesano.
El discurso del rey en este fragmento, aunque se produce en soledad y sirve de examen de conciencia, tiene ese tono. El ritmo es pausado, los enunciados se ajustan en la mayor parte de las ocasiones a la medida del verso, la llamada esticomitía, como en los versos 3, 14. La seriedad del tema sobre el que reflexiona, las dudas, el dolor, las incertidumbres se expresan con numerosas interrogaciones retóricas: 10/19, 31/33 y alguna oración exclamativa/exhortativa: v. 37 ¡Afanaos! ¡Doblegaos, obstinadas rodillas! Con todo, da la sensación de que estas estructuras ayudan al personaje a ordenar sus pensamientos y sentimientos, aunque al final del monólogo desee un arrepentimiento que no es capaz de asumir.
En este proceso de reflexión también  utiliza distintos apóstrofes para interpelarse a sí mismo: v. 35 Oh, alma mía, v.38 Ablanda…, corazón,…; o para encomendar sus plegarias a los ángeles: v.36 ¡Vosotros, ángeles del cielo, ayudadme!
Desde el punto de vista semántico, hay una serie de términos negativos relacionados con distintos sentidos para referirse a su falta: Verso 1, Sucio es mi delito; su hedor llega… En contraposición a esos términos encontramos: Verso 13, lluvia, limpia, blanca como la nieve.
La construcción de imágenes metafóricas transmite en ocasiones, como la cita anterior, un intenso lirismo: ¿No queda lluvia en el bendito cielo / para dejarla limpia, blanca como la nieve? O la del verso 10: ¿Será que esta abominable mano / se ha encallecido con la sangre fraterna? La acción de encallecerse muestra un proceso de endurecimiento de la sensibilidad del rey que entre otros efectos tiene el de ser incapaz de arrepentirse y concienciarse del mal causado. De manera poética se muestra la maldad del personaje. En los mismos versos encontramos dos sinécdoques: la mano es utilizada para referirse a todo él; y la sangre fraterna, se refiere a la muerte del hermano. Otra vez se utiliza una metáfora en la que aparece otra vez el mismo término: verso 25, la mano dorada del delito, para referirse a la impunidad de los delitos cometidos por las personas poderosas. Y en esta expresión hallamos también una personificación para ponderar y desarrollar esa idea: En el proceder corrupto de este mundo, / la mano dorada del delito puede aplastar las leyes; / también vemos a menudo cómo el perverso lucro / puede sobornar la justicia. ¡Pero nunca en el cielo! Otra metáfora junto a un símil muy expresiva y acertada encontramos en los versos 37 y 38: ¡Afanaos! ¡Doblegaos, obstinadas rodillas! Ablanda / tus fibras de acero, corazón, hasta que sean como las de un recién nacido. Aquí además vemos personificación, pues se dirige a las rodillas como si ellas por sí mismas pudieran ser receptoras de órdenes. En realidad, se está hablando a sí mismo, con el término rodillas se refiere a todo él (Sinécdoque). Y siendo exhaustivos, habría otra metáfora en fibras de acero para referirse a la incapacidad del corazón –de él mismo-  para sentir culpa.
Valoración personal. (2 puntos).
El alumno redactará una valoración personal acerca de las ideas que la obra –no el fragmento- le sugiere. Se valorará su capacidad para relacionar la obra con otras manifestaciones artísticas, sean literarias o no, de cualquier época.

Hay que reconocer que Hamlet es una obra redonda por muchos motivos. Trataremos de resaltar algunos. El argumento, -al igual que los personajes-, aunque alejado en el tiempo, merece la atención del lector. Es un asunto de honor mancillado en un personaje especial, un príncipe. Este tema también está presente en el teatro español de la época, aunque los personajes son villanos que también creen tener este derecho y, por tanto, a defenderlo ante cualquiera que atente contra ellos que no sea el rey. Por este diferente protagonismo, en Hamlet hablamos de tragedia y en el teatro español de drama. Pero este conflicto de honor se enmarca en un contexto de inestabilidad política. Por una parte, la sucesión en el trono danés; por otra, la amenaza de la guerra con Noruega. En este momento de agitación es cuando surge el conflicto. Recordemos que una de las razones que se dan al principio de la obra para explicar la aparición del espectro vestido con armadura es relacionar este hecho extraordinario con los preparativos militares por parte del ejército danés. No es baladí esta cuestión, pues el príncipe Hamlet, sabedor de su deshonra, no es capaz de lavar su honor personal ni asumir el papel que como príncipe le corresponde. Esta inoperancia será catastrófica para solucionar el problema que surge al final cuando muere Claudio, la reina y el mismo príncipe, hasta Laertes, que había sido proclamado rey por el pueblo. La corona será para Fortimbrás, el enemigo del pueblo danés, el que sin el conocimiento de su tío el rey noruego, preparaba levas para guerrear con Dinamarca al principio de la obra. En este sentido, la pasividad de Hamlet trae consigo la desgracia del pueblo. Pero, además, en la propia obra aparecen las ideas políticas de la época, recogidas en El Príncipe de Nicolás Maquiavelo, que abogaba por un gobernante absoluto, fuerte y responsable, algo que no es nuestro protagonista.
Continuando con los méritos de la obra, Shakespeare ha creado unos personajes plenos y contundentes, comenzando por el propio protagonista con una personalidad muy compleja que el autor ha conseguido plasmar magistralmente. Cualquier lector encuentra en este personaje matices, aristas interpretativas que lo enriquecen en cuanto a su personalidad, independientemente de la simpatía que despierte. Tres son las notas que llaman la atención: su tardanza en ejecutar la venganza, los errores que comete y su forma genial de hablar. Los motivos por los cuales no es capaz de cumplir con las exigencias propias de su responsabilidad son complejas y todas pueden ser consideradas, y de ahí, como se ha dicho antes, la riqueza del personaje: simple argucia para prolongar un argumento ya de por sí muy extenso –la obra dura cuatro horas-, el propio carácter indeciso de la personalidad, la paralización como consecuencia del complejo de Edipo de Hamlet… En todo caso, parece ser claro que el propio discurso interno, conciencia del personaje, o externo, lo que manifiesta a los demás, termina siendo una traba para la acción. Es un discurso, desde el punto de vista retórico, que busca en él mismo la razón de ser, de ahí el interés en la perfección y la belleza y la obsesión por ridiculizar el habla de los demás buscando su torpeza, su pobreza, sus contradicciones… La superioridad de Hamlet sobre los demás personajes no se logra por la razón o por la superioridad de las ideas, sino por el dominio de la retórica. Incluso, en sus momentos de soledad, cuando no serían precisos esos alardes, la propia forma de pensar y de hablar, termina por tener un peso determinante que le impide cumplir su misión como personaje que debe lavar su honra personal y cumplir lo que se espera de un príncipe con ya treinta años con una nación en peligro.
Y hablando de personajes, tenemos otros que merecen la pena comentar. En muchos casos, son complementarios. Entre los amigos de Hamlet encontramos reflejado las distintas concepciones de la amistad: la de Horacio, que ha acudido voluntario a la corte a acompañar al amigo en un momento delicado, la muerte de su padre, que, cuando Hamlet, está a punto de morir, desea también quitarse la vida…; y la de Rosencraz y Guildestein, que han acudido a la corte llamados por el rey y servirán a éste anteponiendo la amistad con Hamlet y que serán castigados al condenarles éste a ser decapitados cuando llegaran a Inglaterra y entregaran su embajada donde iba escrita su sentencia de muerte.
También entre los personajes femeninos hay una contraposición clara: Gertrudis, que muestra la infidelidad prematura, no obedeciendo a su marido y que es dramáticamente castigada muriendo envenenada por el propio amante-marido, y Ofelia, que representa el amor puro, obediente a los dictados de padre y hermano que la desaconsejan su amor por razones de estado, que soporta las vejaciones del amante Hamlet y que paradójicamente, pero coherentemente, termina enloqueciendo ante las sinrazones personales –de Hamlet- y políticas –el pobre entierro de su padre.

En cuanto al pasaje es de capital importancia por varios motivos. Hasta el momento  en el desarrollo de la obra se había presenciado la tormentosa personalidad del protagonista: sus angustias, sus dudas, sus pensamientos más íntimos en cuanto a la existencia. Y el rey Claudio había desempeñado un papel secundario, cuyas acciones transcendentales en realidad no se habían ejecutado en el escenario, sino solamente se sabía de su participación en ellas por otros personajes. En este momento clave es el propio personaje el que se descubre al espectador y se muestra humano, débil, atormentado… Cierto es que ese sufrimiento es merecido por su pecado, por su delito. Pero inmediatamente se percibe que no es un personaje plano. Este monólogo le acerca al espectador. Sabemos que sufre, que su culpa le está pasando factura, aunque en su relación con el resto de los personajes no se refleje ese sufrimiento.
Su tormento es parecido al de Hamlet aunque con direcciones completamente opuestas: la duda. La duda del protagonista de ejecutar la venganza; la duda del rey de arrepentirse sinceramente y obrar con lo que eso implica. La incertidumbre del espectador a partir de este momento es saber quién de los dos hará algo para cumplir su obligación. El rey no asumirá su responsabilidad de arrepentirse y será ejecutado por el príncipe Hamlet cuando ya no le quede más remedio después del encadenamiento de una serie de actos funestos. Tanto Laertes, como su madre Gertrudis, y él mismo herido de muerte, tras oírles cómo acusan al rey, mata de una estocada a Claudio y le obliga a beber de la copa envenenada que éste le había preparado para él. Por todo lo cual, la muerte del rey parece más obedecer al propio devenir de los hechos que a un plan mínimo de venganza.
El pasaje también merece un comentario desde el punto de vista religioso. El propio rey reconoce que su crimen es horrible: matar a un hermano. Y menciona el crimen de Adán contra Abel. Supone un estigma perenne. No obstante, el rey intenta obtener el perdón de Dios. En este sentido, el pasaje es interesante. Si la obra, desde el punto de vista religioso, es  católica en algunos pasajes, como el entierro de Ofelia; en otros, es más bien protestante. El rey intenta obtener el perdón de Dios directamente, a través de la oración, sin la mediación de un confesor. Los protestantes buscan la relación íntima del alma con Dios. Así se encomienda a él, pero en esa comunicación no cabe la mentira, -la cual sí es posible en la justicia humana-. Consciente de que la oración, cuando el arrepentimiento es verdadero, consigue el perdón, reza. Sin embargo, para lograr el perdón y la paz espiritual, falta cumplir la penitencia. Y ésta no es necesario que la dicte una tercera persona; la sabe él: abdicar a favor de Hamlet y renunciar a Gertrudis. Y a todo esto no es está dispuesto. Su culpa y su responsabilidad aumenta al ya de por sí delito grave de matar. Y asumiendo su estado persiste en su mal, no solo por no cumplir los requisitos para obtener el perdón, sino porque su postura es la de tramar más muertes: encargará directamente la muerte Hamlet cuando llegue a Inglaterra e indirectamente es responsable de la muerte de Polonio y su dos hijos: primero Ofelia y Alertes y además, la muerte de Gertrudis, al haber envenenado una copa destinada a Hamlet sin haber comunicado su plan a su madre.
Para acabar citaremos algunas obras artísticas  en la que se ha dejado notar la influencia de Hamlet. Lo primero, sin embargo, será anotar la relación de la obra con otras anteriores. Parece ser que Shakespeare desarrolló su argumento basándose en la Leyenda de Amlet, relato del siglo XIII.
La influencia de Hamlet en la literatura posterior es enorme. Ya en vida de Shakespeare, la obra fue uno de sus trabajos más reconocidos y una de sus piezas más representadas. Además,  ha ejercido una influencia duradera en el teatro y la literatura posterior. En particular,  sus soliloquios que Shakespeare utiliza para explorar la mente de los personajes. Ha influido sobre todo en los novelistas como Dickens y Joyce o en escritores americanos como  William Faulkner o Herman Melville en “Movy Dick”. También, su obra influyó en gran medida en la poesía posterior, sobre todo en la de los poetas románticos. 
Podemos mencionar la influencia de Hamlet  en otras artes. Por ejemplo, se han identificado 20.000 piezas de música vinculadas a las obras de Shakespeare. Estos incluyen dos óperas de Giuseppe Verdi, “Otello” y “Falstaff”. 
Shakespeare también ha inspirado a muchos pintores, entre ellos los románticos y los prerrafaelistas, como Delacroix.
Y para terminar, hablaremos de cine. Existen infinitas adaptaciones sumando las cinematográficas, teatrales y televisivas de la obra Hamlet. Haremos referencia a unas pocas.
Ya en 1900 tenemos “Le duel a Hamlet”, con Sarah Bernhardt disfrazada de hombre interpretando al príncipe de Dinamarca.
En 1990, apareció Hamlet de Franco Zefirelli protagonizada por Mel Gibson que se mete bien en el papel de Hamlet, pero lleva su locura hacia el extremo paranoico.
En 1994 se estrena El Rey León de Rob Minkoff & Roger Allers, 1994). La película de animación producida por Disney, si bien no es una adaptación directa del libro, su argumento sí que está basado en él.
En 1996 Kenneth Branagh aporta su visión del clásico dirigiendo e interpretando a Hamlet. Es la versión más fiel, literalmente, al texto de Shakespeare; dura más de cuatro horas.
 Para acabar, la última película es la del 2000, Hamlet, de Michael Almereyda, una adaptación ambientada en el mundo de la tecnología.
Y, aunque no es una película directamente basada en la obra, habremos de mencionar la película Anonymous, de Roland Emmrich, que refleja muy bien cómo era el teatro isabelino y desarrolla la teoría de que Shakespeare no fue el autor de sus obras, sino el conde de Oxford.



Te presento esta novela ambientada en Salamanca que acabo de publicar, por si te animas a leerla.

SINOPSIS

El asesinato de un diputado en un museo de Madrid lleva a un inspector inexperto a Salamanca, circunscripción por la que es electo el difunto. Durante la estancia en la ciudad se adentrará en el mundo académico, político y social en busca de indicios que expliquen los motivos que han llevado al verdugo a cometer tal atrocidad. El proceso indagatorio conducirá al detective a plantearse alguno de los principios por los que ha de regirse en su oficio, después de entrevistarse con testigos poco habituales que no parecen entristecerse con la muerte del político y que no aportan datos significativos del caso.

El ambiente de la localidad universitaria de principios de los noventa del siglo pasado, extraño para el protagonista, más la resolución del caso, le dejarán la sensación de fracaso de su valía profesional y, sobre todo, del papel que le corresponde como agente al servicio de la justicia. 

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