Comentario crítico de "Aprendiendo modales en el supermercado" de ROSA MONTERO

Aprendiendo modales en el supermercado. ROSA MONTERO

Hace algunos días, una amiga mía estaba haciendo cola delante de la caja de un supermercado. Era una hora punta y había mucha gente. Cuando llegó su turno, mi amiga, que ya había vaciado su cesta sobre la cinta, dijo: “Buenas tardes”. La cajera, una chica de aspecto andino, levantó sobresaltada la cabeza de su afanoso marcar y marcar. “Ay, señora, perdone, buenas tardes”, dijo con su suave acento ecuatoriano: “Es que una termina perdiendo los modales”. Y, mientras cobraba, le contó a mi amiga que llevaba cinco años en España y que, cuando llegó, se le habían saltado las lágrimas en más de una ocasión por la rudeza del trato de la gente: no pedían las cosas por favor, no daban las gracias, a menudo ni contestaban sus saludos. “Al principio pensaba que estaban enfadados conmigo, pero luego ya vi que eran así”.

De todos es sabido que el español tiene modales de bárbaro. Aún peor: consideramos nuestra grosería un rasgo idiosincrásico y hasta nos enorgullecemos de ella. “Somos ásperos pero auténticos”, he oído decir en más de una ocasión. Y también: “Es mejor ser así que andarse con esas pamemas hipócritas y cursis que se gastan otros pueblos”. Y por pamemas cursis nos estamos refiriendo pura y simplemente a la buena educación. En muchas cosas, por desgracia, seguimos siendo un país de pelo en pecho al que le gusta alardear de ser muy macho.

Resulta sorprendente que nos hayamos convertido en un pueblo tan áspero y tan zafio, porque, en mi infancia, a los niños se nos enseñaba todavía a saludar, a dar las gracias, a ceder el asiento en el autobús a las embarazadas, a sostener la puerta para dejar pasar a un incapacitado, por ejemplo. Hoy todos esos usos corteses, esas convenciones amables que las sociedades fueron construyendo a lo largo de los siglos para facilitar la convivencia, parecen haber desaparecido en España barridas por el huracán del desarrollo económico y de una supuesta modernización de las costumbres. En no sé qué momento de nuestra reciente historia se llegó a la tácita conclusión de que ser educado era una rémora[1], una práctica vetusta e incluso un poco de derechas. Me temo que defender los buenos modales, como hago en este artículo, puede parecerles a muchos una reivindicación casposa y obsoleta. Pero en realidad los buenos modales no son sino una especie de gramática social que nos enseña el lenguaje del respeto y de la ayuda mutua. Alguien cortés es alguien capaz de ponerse en el lugar del otro.

Dentro de esta educación en la mala educación que estamos llevando a cabo de modo tan eficiente, son los chicos más jóvenes quienes, como es natural, aprenden más deprisa. No sólo es bastante raro que un muchacho o una muchacha levanten sus posaderas del asiento para ofrecerle el sitio a la ancianita más renqueante y temblorosa que imaginarse pueda, sino que además empieza a ser bastante común ver a una madre por la calle cargada hasta las cejas de paquetes y flanqueada por el gamberro de su hijo adolescente, un grandullón de pantalones caídos que va tocándose las narices con las manos vacías y tan campante.

Algunas de estas madres llenas de impedimenta y acompañadas de hijos caraduras son emigrantes, lo que demuestra la inmersión cultural de la gente extranjera: las nuevas generaciones crecidas aquí enseguida se hacen tan maleducados como nosotros. Pero, por fortuna, también sucede lo contrario. Quiero decir que, en los últimos años, muchos de los trabajos que se realizan de cara al público, como los empleos de cajero o de dependiente en una tienda, han sido cubiertos por personas de origen latinoamericano. Dulces, amables y educados, esas mujeres y esos hombres siguen insistiendo en dar los buenos días, en pedir las cosas por favor y en decir gracias. Algunos, sobre todo aquellos que vinieron hace años, como la cajera que se encontró mi amiga, tal vez hayan relajado un poco su disciplina cortés, contaminados por nuestra rudeza. Pero la mayoría continúa siendo gentil con encomiable tenacidad, y así, poco a poco, están ayudando a desasnar al personal celtíbero. ¿No se han dado cuenta de que estamos volviendo a saludar a las dependientas? Yo diría que en el último año la situación parece haber mejorado. Las colas de los supermercados, con sus suaves y atentas cajeras latinoamericanas, son como cursillos acelerados de educación cívica. Quién sabe, quizá los emigrantes consigan civilizarnos.

 ESTRUCTURA EXTERNA.

Es un texto en prosa completo. Es un artículo de opinión. En él encontramos gran variedad de discursos, aunque el predominante es el discurso argumentativo. Sin embargo, hay partes narrativas, expositivas, descriptivas (Línea 31...); incluso, algún retazo de intervenciones de un diálogo.

ESTRUCTURA INTERNA.
Introducción: 1/9 Anécdota de la cajera ecuatoriana que sirve para plantear el tema de los buenos modales.
10/15 Exposición de una verdad universal: los españoles no somos educados y nos enorgullecemos de ello.Cuadro de texto: Cuerpo argumentativo
16/27 La autora recuerda que de pequeña a los niños se les enseñaba a ser educados. Cree que el cambio de costumbres ha venido con el desarrollo económico y con la modernización de España al considerar algunos esas prácticas propias de la derecha. Rosa Montero contraargumenta afirmando que la educación es una muestra de empatía.
28/34 Los peor educados y descorteses son los jóvenes. 55/ 61 Algunos de los peor educados son inmigrantes que se han contagiado de la idiosincrasia del país.

Tesis: 35/48 Pero también gracias a la influencia de los buenos modales de los inmigrantes hispanoamericanos que ocupan puestos en los supermercados, poco a poco, va mejorando la educación.

TEMA. El principal es una reflexión sobre el origen, las causas de la mala educación de los españoles y el cambio de tendencia que se está produciendo por influencia de los hispanoamericanos.
Como tema secundario y subyacente está la sensibilidad que demuestra la autora por la inmigración, considerando que ésta aporta a los españoles un modelo de comportamiento en el trato social que está calando.

RESUMEN.
Partiendo de una anécdota ocurrida al pagar en un supermercado a una cajera ecuatoriana, que no saludó a la amiga de la autora y que después se disculpó con ella por olvidarse de los buenos modales, se reflexiona sobre el poco valor que los españoles dan a la buena educación en la actualidad. Sin embargo, ella recuerda que cuando era pequeña se enseñaba educación cívica. Sitúa la degradación de costumbres coincidiendo con el desarrollo económico del país y la llegada de la modernidad. En este sentido, recuerda que para un sector de la izquierda estos valores son propios de la derecha. Nada más lejos de la realidad, pues para ella simplemente la buena educación es una muestra de empatía, de saber ponerse en lugar del otro y de respetarlo.
Los peor educados son los jóvenes; incluso, cree que algunos chicos de origen sudamericano se han contagiado de la idiosincrasia del país. No obstante, también cree que hay otro sector importante que influye con su buena educación al ocupar puestos laborales muy visibles, como las cajeras.

INTENCIÓN Y ACTITUD.
La actitud de la autora, por el tipo de texto –un artículo de opinión- en una revista dominical, y por el tratamiento que se da al tema, es de bastante subjetivad. En primer lugar, habla de experiencias personales que no necesariamente representan con objetividad las características de la sociedad actual en cuanto a su nivel de educación. Más subjetiva es la apreciación final, a modo de tesis, de que la presencia de inmigrantes hispanoamericanos pueda influir en los modales. Alguno de los rasgos lingüísticos propios de la subjetividad que podemos comentar es la aparición de un plural sociativo en la línea 10. … consideramos…; otro en la línea 11: nos enorgullecemos…. También, la intervención en primera persona en la línea 23: me temo. Además, uso de determinantes posesivos de primera persona del plural en la línea 10: nuestra grosería. Por último, el uso de adjetivos valorativos como los de la línea 24. Una reivindicación casposa y obsoleta

En cuanto a la intención, el primer objetivo de Rosa Montero es hacer reflexionar a lo lectores y concienciarlos de la necesidad de ser educados y corteses como muestra del respeto a los demás. En esta línea pedagógica, defiende la integración de los inmigrantes en la sociedad considerando que éstos aportan, en este caso concreto, algo positivo, como son sus buenos modales. La intención de la autora es convencer a los lectores de que su punto de vista es cierto, por tanto, las funciones del lenguaje que predominan son la expresiva y la conativa. Las referencias en el texto al conjunto de lectores son constantes, como se han señalado en el análisis de la actitud.

TIPO DE TEXTO.
En cuanto a su uso, nos encontramos con un texto periodístico de opinión publicado en un periódico o revista dominical, en el que se analiza sin pretensiones objetivas un asunto o tema de preocupación permanente, como es la educación cívica que ha de regir la convivencia de una comunidad. Por la forma y por el tratamiento del tema, lo podemos considerar un artículo de opinión presentando algunas características propias de los ensayos. En este tipo de textos, el autor aborda los asuntos sin pretender agotar el tema y de una manera muy subjetiva. Además, el articulista suele ser un colaborador habitual del medio.
Otra característica de los artículos de opinión es la búsqueda de un estilo propio, por lo cual, aunque el texto no sea literario, sí que encontramos algún recurso de este registro –metáforas: huracán del desarrollo económico, 21…- junto a expresiones muy coloquiales: un grandullón con pantalones caídos, 38 los buenos modales no son sino una especie de gramática social… 25; enumeraciones paralelísticas:  a los niños se nos enseñaba todavía a saludar, a dar las gracias, a ceder el asiento en el autobús a las embarazadas, a sostener la puerta para dejar pasar a un incapacitado 17 y 18.
En cuanto a la forma de elocución o forma de discurso, el principal es el argumentativo pues intenta convencer a los lectores de que su punto de vista es cierto. Como se ha dicho al analizar la actitud, predomina la subjetividad con la que se aborda el tema. Algunos rasgos propios del enfoque personal de la argumentación, a parte de los rasgos comentados en el apartado anterior, son el uso muy abundante de la primera persona, nuestra grosería, nos enorgullecemos, en las líneas 10 y 11; he oído, de la 12; valoraciones expresada con adjetivos modificados con adverbios: en pueblo tan áspero, tan zafio 16, una supuesta modernización 21,… El discurso que predomina es el argumentativo, aunque hay otros: narración, descripción…

VALORACIÓN PERSONAL.
[VALORACIÓN objetiva. ] Lo primero que habría que resaltar es que un artículo de opinión en un dominical no es el medio más adecuado para analizar profundamente los modales de una nación. Probablemente el propósito de la autora es reflexionar sobre los buenos modales y reflejar impresiones que no pretenden ser rigurosas; es decir, el texto expresa apreciaciones subjetivas. Así, las ideas vertidas desde las líneas 10 a la 27, que la autora presenta como objetivas, son muy discutibles, sobre todo la idea de que los españoles nos enorgullecemos en ser mal educados. Además, la frontera que ella marca en el cambio de costumbres, cuando ella era niña o el comienzo del desarrollo económico, es vaga y poco precisa.
Por otra parte, la estructuración del texto no es muy coherente en cuanto a su distribución en párrafos. Claramente la primera oración del último párrafo debería haber sido incluida en el anterior.
Además, resulta sorprendente la dicotomía de inmigrantes nacidos en España, que son maleducados, e inmigrantes educados, que influyen positivamente. Esta última afirmación resulta bastante arriesgada como tesis central del artículo al afirmar que los inmigrantes están consiguiendo que los españoles sean más educados. En primer lugar, porque esos puestos de trabajo son bastante inestables y no siempre predominan trabajadores hispanoamericanos en la línea de cajas; en segundo lugar, estos trabajadores siguen unos protocolos de relación con el cliente que son estereotipados y marcados por la empresa, que estable los términos de comunicación entre empleado y cliente.
[ACTUALIDAD DEL TEMA TRATADO] Independientemente de lo acertado en el tratamiento del tema principal, la buena educación, podemos decir que éste siempre será un asunto de constante preocupación para un número importante de personas. Como lo es también, la preocupación de integrar a los inmigrantes en la sociedad española. Para ello, la autora resalta un aspecto positivo que enriquece al conjunto de los españoles, como es el trato más delicado que es propio de los hispanoamericanos.
 [VALORACIÓN PERSONAL.] Para finalizar, he de comentar que me parece loable la intención de Rosa Montero de intentar convencer a los lectores de la necesidad de ser educados. Creo que cuanto más educados seamos más a gusto nos sentiremos rodeados de otras personas. Al fin y al cabo, somos educados con los demás porque deseamos que los otros nos respeten y porque la educación es una muestra de la valoración que debemos sentir por el ser humano. También valoro la sensibilidad que la autora muestra por la integración de los inmigrantes en nuestra sociedad. Sin embargo, encuentro muy floja y débil la argumentación que utiliza, especialmente al defender el poder de influencia de las cajeras en los buenos modales de los españoles. Me parece bastante optimista.

FUNCIONES DEL LENGUAJE PRESENTES EN EL TEXTO.
Por el tono empleado a la hora de abordar el tema de los buenos modales, se podría afirmar que la función del lenguaje que predomina es la expresiva. Aunque se aporten ideas o datos de carácter general, como sucede en el segundo párrafo cuando habla de lo mal educados que son los españoles, la implicación del emisor en su comunicación es evidente: seguimos siendo un país de pelo en el pecho… 14 y 15. Por otra parte, la valoración u opinión de la articulista en el texto es significativa: Resulta sorprendente que nos hayamos convertido en un pueblo tan áspero… 16. Además, para confrontar la realidad actual en la que predomina la mala educación con un pasado en el que la gente era más cívica, no duda en ponerse ella como paradigma de la buena educación que les inculcaron.
La función conativa o apelativa, aunque no aparece de manera explícita, se supone. La articulista toca el tema de la mala educación para concienciar a los lectores de la necesidad de desterrar comportamientos incívicos que perturban la convivencia en la sociedad. No en vano, el toque que da a la gente de izquierda cuando afirma que para ellos no es un valor primordial los buenos modales, es evidente teniendo en cuenta que el medio donde escribe es más bien progresista.
Tampoco la autora se muestra cauta a la hora de plantear un tema secundario ya señalado, como es la integración de los inmigrantes, buscando para ello argumentos muy arriesgados como es la conclusión final cuando afirma que están influyendo en los españoles con sus buenos modales. Parece obvio que lo que busca la autora también es concienciar a los lectores de la necesidad de que la sociedad integre a este grupo de personas. La implicación del lector en el proceso argumentativo lo podemos ver en el empleo del plural sociativo en la línea 10. … consideramos…; otro en la línea 11: nos enorgullecemos….
La función referencial la encontramos sobre todo en el primer párrafo, cuando narra la anécdota de la cajera. Es una narración en tercera persona y los verbos están en el tiempo propio de este discurso, el pretérito perfecto, como en la línea 2: Cuando llegó su turno, mi amiga, que ya había vaciado su cesta sobre la cinta, dijo
La función poética o estética también aparece a lo largo del texto en numerosas ocasiones. Ya sabemos que en los artículos de opinión el estilo es un elemento importante en su éxito. Cada articulista busca el suyo propio. Además, como es el caso, la mayoría son escritores profesionales, por lo que no es de extrañar que esa preocupación literaria aparezca reflejada en sus artículos. Ya se ha comentado la presencia de varias metáforas, paralelismos y otros extrañamientos del lenguaje: metáforas: en la línea 21, huracán del desarrollo económico, en la 38, los buenos modales no son sino una especie de gramática social… 25; enumeraciones paralelísticas: a los niños se nos enseñaba todavía a saludar, a dar las gracias, a ceder el asiento en el autobús a las embarazadas, a sostener la puerta para dejar pasar a un incapacitado, en las líneas 17 y 18.


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Sinopsis de Asesinato en el Reina Sofía

El asesinato de un diputado en un museo de Madrid lleva a un inspector inexperto a Salamanca, circunscripción por la que es electo el difunto. Durante la estancia en la ciudad se adentrará en el mundo académico, político y social en busca de indicios que expliquen los motivos que han llevado al verdugo a cometer tal atrocidad. El proceso indagatorio conducirá al detective a plantearse alguno de los principios por los que ha de regirse en su oficio, después de entrevistarse con testigos poco habituales que no parecen entristecerse con la muerte del político y que no aportan datos significativos del caso.

El ambiente de la localidad universitaria de principios de los noventa del siglo pasado, extraño para el protagonista, más la resolución del caso, le dejarán la sensación de fracaso de su valía profesional y, sobre todo, del papel que le corresponde como agente al servicio de la justicia. 

[1] Rémora: pez ventosa que se pega a objetos flotantes. Fig. Lastre, o cualquier cosa que dificulta la acción.

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