Comentario del poema CXXVI: “A José María Palacio” (De Campos de Castilla) / Antonio Machado


A José María Palacio[1]

Palacio, buen amigo,
¿está la primavera
vistiendo ya las ramas de los chopos
del río y los caminos? En la estepa
del alto Duero, Primavera tarda,
¡pero es tan bella y dulce cuando llega!...
¿Tienen los viejos olmos
algunas hojas nuevas?
Aún las acacias estarán desnudas
y nevados los montes de las sierras.
¡Oh mole del Moncayo blanca y rosa,
allá, en el cielo de Aragón, tan bella!
¿Hay zarzas florecidas
entré las grises peñas,
y blancas margaritas
entre la fina hierba?
Por esos campanarios
ya habrán ido llegando las cigüeñas.
Habrá trigales verdes,
y mulas pardas en las sementeras,
y labriegos que siembran los tardíos
con las lluvias de abril. Ya las abejas
libarán del tomillo y el romero.
¿Hay ciruelos en flor? ¿Quedan violetas?
Furtivos cazadores, los reclamos
de la perdiz bajo las capas luengas,
no faltarán. Palacio, buen amigo,
¿tienen ya ruiseñores las riberas?
Con los primeros lirios
Y las primeras rosas de las huertas,
en una tarde azul, sube al Espino,
al alto espino donde está su tierra…
Baeza, 29 de abril 1913.

A JOSÉ MARÍA PALACIO / ANTONIO MACHADO.
Estructura externa.
El poema presenta la forma de una carta con encabezamiento, localización y fecha precisa: Baeza, 29 de abril de 1913; contenido de la misiva y petición al amigo. Faltan las palabras finales de gratitud y despedida, que cabría esperar, que son reemplazadas por puntos suspensivos.
Estructura interna.
V .1: Apelación al receptor de la carta.
V. 2/32: Cuerpo de la carta:
V.2/28: Consideraciones interrogativo-retóricas sobre la llegada de la primavera, sugerentes de la renovación de la vida y alusivas a la esposa muerta cuyo recuerdo se aviva con el renacer de la naturaleza.
29/32: En contraposición al esplendor del renacer primaveral, Machado expresa una pena inmensa por la ausencia de su mujer muerta y le pide a Palacio que lleve las primeras flores a la tumba de su mujer.
No hay despedida, posiblemente por la imposibilidad de continuar por la emoción dolorida del autor.
Resumen.
Después de un primer saludo al destinatario de la carta, y tras una minuciosa descripción del despertar de la naturaleza en primavera, el poeta ruega a su amigo María Palacio que tome las primeras flores -lirios y rosas- y vaya a depositarlas sobre la tierra donde reposa su esposa muerta.
Tema o temas deL POEMA en relación con los temas de la obra.
Podemos señalar varios temas en el poema, pero el principal es la añoranza del poeta de su amada esposa Leonor, sepultada en el cementerio soriano de El Espino. Por tanto, es uno de los poemas del ciclo de Leonor, escrito en Baeza, en Jaén, a donde se trasladó Antonio Machado después del fallecimiento de su esposa. Desde allí, escribe este poema, a modo de carta, dirigido a su amigo José María Palacio, con el que colaboró en la edición del periódico El porvenir soriano, donde el poeta publica por primera vez alguno de los poemas que integran Campos de Castilla. Palacio, además, era primo de Leonor, con lo cual hay un vínculo afectivo común por la chica. Por lo tanto, otra formulación del tema puede ser la siguiente: petición de Machado a su amigo José María Palacio para que lleve flores, a la tumba de su esposa.
En la mayor parte de los versos, el poeta canta el despertar de la naturaleza en tierras sorianas con la llegada de la primavera. El poeta describe con nostalgia elementos de ese paisaje, en este caso mostrado de una manera objetiva. Esto lo hace también en otros poemas del libro. Teniendo en cuenta esto, podríamos señalar, además, como tema: los recuerdos amargos del poeta por la muerte de su esposa en primavera. La nostalgia y el dolor por la ausencia de la amada muerta se acrecienta en el poeta en el momento en que la naturaleza despierta a la vida. Todo cobra vida, las ramas de los chopos, las hojas de los olmos, las zarzas florecidas, las blancas margaritas…, la naturaleza al completo está llena de vida, menos ella, que yace enterrada en el cementerio: al alto espino donde está su tierra (verso 32). Con la petición que el poeta realiza a Palacio para que lleve lirios a la tumba de Leonor, el poeta muestra que ella sigue viva y fresca en su memoria, al igual que las flores recién brotadas.
3. Comentario del simbolismo en el poema con relación a la obra.
El poeta utiliza dos símbolos relacionados con la eclosión de la vida, como es la primavera (versos 2 y 5) y la tierra (verso 32), para, en un principio, contraponerlos al sufrimiento causado por la muerte de su esposa. Esta realidad dolorosa es más palpable en el preciso momento en el que toda la naturaleza manifiesta su potencia vital. Esta estación hace revivir a todas las plantas revistiéndolas de verdor y floración, incluso, en una región, como la castellana, que es que escuálida en sus recursos vegetales. El milagro lo produce la primavera, que poéticamente siempre se asocia a juventud y fertilidad. En el poema se menciona por dos veces la palabra: la primera con minúscula haciendo referencia a la estación en el verso 2: ¿está la primavera // vistiendo ya…?; la segunda, con mayúsculas, en el verso 5: …del alto Duero, Primavera tarda, … En las dos ocasiones se atribuyen a la estación cualidades humanas, por lo cual tenemos prosopopeya o personificación: “la primavera viste…” y “tarda en llegar”. Pero para que el milagro de la vida se produzca no solo es necesaria la primavera, el buen tiempo, más horas de luz…, es necesario otro elemento fundamental: la tierra de donde todas las plantas toman su sustento con las raíces. En el poema nos encontramos con inmensidad de plantas y árboles -chopos, olmos, acacias, zarzas, margaritas, hierba, trigales, sementeras, tardíos, tomillo, romero, ciruelos, violetas, lirios, rosas, huertos y espino-, que todos recobran vida gracias a la primavera y a la madre tierra. En este sentido, la tierra es símbolo de fertilidad. La petición del poeta a su amigo para que suba flores a Leonor muerta no se realiza mencionando su lápida o su tumba, sino que Machado le pide, sin acabar de formular el ruego, que las deposite en su tierra, en el verso 32, …al alto espino donde está su tierra… Leonor está muerta, pero su cuerpo es tierra y como tal, la materia en la que se sustenta la vida. Leonor forma parte del ciclo vital de cualquier elemento de la naturaleza: muere, pero a la vez es fuente de vida. Además, ella sigue viva en el corazón y en la memoria del poeta.

3. Análisis del estilo del poema en relación con la obra a la que pertenece.
Aunque se afirma que las notas estilísticas de Antonio Machado se caracterizan por su sencillez y naturalidad, notas estilísticas compartidas por todos los autores de la Generación 98, es preciso también señalar que no desprecia las posibilidades expresivas de los recursos literarios, como se puede demostrar en el siguiente análisis.

Desde un punto de vista métrico, el poema consta de 32 versos polimétricos; en concreto, endecasílabos y heptasílabos sin una estructura concreta. Riman en asonancia los versos pares, quedando libres los impares. Esta combinación de versos con esta rima se llama silva arromanzada[2].

Encontramos encabalgamientos suaves en los versos 3 y 4, 4 y 5 y 9 y 25 y 26; los encabalgamientos contribuyen a reforzar el ritmo entrecortado del poema. En el verso 12, encontramos un braquistiquio: allá, en el cielo de Aragón, … Al constituir un grupo fónico tan breve, esa la palabra queda marcada tonalmente; se pondera con ella la lejanía de aquellos paisajes tan entrañables para el poeta.

Desde el punto de vista prosodemático, nos encontramos con vocativos o apóstrofes en los versos 1 y 27: Palacio, el amigo de Machado al que se dirige. La entonación de los vocativos es exclamativa y la palabra queda marcada tonalmente. Cumple una función apelativa. También, nos encontramos varias oraciones interrogativas retóricas, como en los versos 2, ¿está primavera // vistiendo ya…?, en el verso 7, ¿Tienen los viejos olmos…? Además, muchas oraciones y frase exclamativas que, junto a las interrogaciones retóricas, sirven al autor para expresar sus sentimientos vehementemente, como en el verso 6, ¡pero es tan bella y dulce cuando llega! O en los versos 11 y 12, ¡Oh mole del Moncayo blanca y rosa, …! Incluso, una oración exhortativa con la que le pide a Palacio que suba al Espino en el verso 31, sube al Espino. Todos estos fenómenos descritos son una manifestación de la fuerte emotividad presente en el poema.
Desde un punto de vista morfosintáctico, comenzamos comentando un determinante en el verso 32: al alto espino donde está su tierra: Este determinante, además de su valor deíctico-pronominal, da sentido a toda la evocación del renacer de la naturaleza: la tierra soriana propicia el despertar de la naturaleza en primavera; en cambio, su esposa, que forma parte de esa tierra, no puede participar de esa renovación.
Los adjetivos son numerosos. Muchos de estos adjetivos son epítetos; es decir, con una intención ornamental resaltando una de las cualidades inherentes de los sustantivos a los que califican: buen amigo, en el verso 1; primavera bella y dulce, en el verso 6; mole... blanca y rosa, en el verso 11; grises peñas, en el verso 14; blancas margaritas, en el verso 15; fina hierba, en el verso 16... El resto de los adjetivos, aunque son especificativos, presentan connotaciones poéticas: hojas nuevas, en el verso 8; acacias desnudas, en el verso 9; zarzas florecidas, trigales verdes, tarde azul... Mediante estos adjetivos, Machado nos da una visión muy idealizada y por tanto valorativa del paisaje soriano que se presenta en todo su esplendor.
En cuanto a los verbos, mencionamos en primer lugar el imperativo del verso 31: sube, con el que concreta el motivo fundamental del poema; sin embargo, es un mandato amable teniendo en cuenta el conjunto del poema. El resto de las formas pertenecen al presente indicativo y al futuro de posibilidad. Con el indicativo describe la realidad; con el presente de indicativo en enunciados enunciativos expresa certezas, como en los versos 4, 5 y 6: En la estepa // del alto Duero, Primavera tarda, // ¡pero es tan bella y dulce cuando llega... Los otros presentes aparecen en enunciados interrogativos, por lo cual especula con la posibilidad de que algunos fenómenos se hayan producido, como vemos en los versos 2, 3 y 4: ¿está la primavera // vistiendo ya las ramas de los chopos // del río y los caminos?  Esto mismo expresa con los futuros imperfectos de posibilidad, como en los versos 17 y 18: Por esos campanarios // ya habrán ido llegando las cigüeñas.

En cuanto a la sintaxis, el texto está compuesto por una serie de oraciones independientes, interrumpidas tan solo por tres oraciones compuestas en los versos 4/6, En la estepa // del alto Duero, Primavera tarda, // ¡pero es tan bella y dulce cuando llega...; en los 19/22, Habrá trigales verdes, // y mulas pardas en las sementeras, // y labriegos que siembran 'los tardíos // con las lluvias de abril. -en estos versos, además, hay un polisíndeton con el que se intensifica cada uno de los elementos de la enumeración; etc. La secuencia de las numerosas oraciones simples, a modo de yuxtaposición, producen la sensación de pinceladas impresionistas creando un delicado y sugerente cuadro de la primavera soriana.
Buena parte del poema es una enumeración intensificativa del despertar de la primavera. También, podemos considerar como anáforas o polípotes muchas de las formas verbales impersonales o interrogativas con las que se abren los enunciados interrogativos: en el verso 7; ¿Tienen los viejos olmo?, en el verso 13; ¿Hay zarzas florecidas?, en el verso 19, Habrá trigales verdes; en el verso 24, ¿Hay ciruelos en flor?; en el verso 28, ¿tienen ya los ruiseñores las riberas?
Para acabar de comentar las figuras retóricas de este plano, mencionamos un hipérbaton llamativo en los versos 11 y 12: ¡Oh, mole del Moncayo blanca y rosa, // allá, en el cielo de Aragón, tan bella! El adjetivo “tan bella”, se refiere a “mole”. Con este desplazamiento la belleza parece expandirse no solo a la montaña, sino al paisaje en su totalidad.

Desde un punto de vista léxico- semántico, señalamos la presencia de un campo semántico formado por elementos de la naturaleza en eclosión de vida primaveral: primavera, ramas (vestidas) de los chopos, hojas nuevas (de viejos olmos), zarzas florecidas, blancas margaritas, fina hierba, llegando las cigüeñas, trigales verdes, lluvias de abril, abejas libarán del tomillo y romero, ciruelos en flor, ruiseñores en las riberas, primeros lirios, primeras rosas, tarde azul. Podemos considerar otro campo semántico, como son los elementos de la naturaleza estáticos: río, estepa del alto Duero, montes... de las sierras, mole del Moncayo blanca y rosa, cielo de Aragón, grises peñas, los tardíos, riberas, tierra.
El léxico es sencillo y hace referencia, como se ha dicho al analizar los campos semánticos, casi exclusivamente al mundo de la naturaleza, del paisaje.
            En cuanto a las figuras literarias, hay una metáfora en los versos 2 y 3; el término imaginarios (T.I.): ¿está la primavera vistiendo ya las ramas...? Corresponde al término real (T.R.): en primavera brotan las hojas y los tallos en las ramas que han estado desnudas durante el invierno. También es una personificación. Encontramos otra en el verso 5, Primavera tarda. En este caso la estación va en mayúscula; en el verso 2, en minúscula. El significado parece ser más bien la primavera se retrasa, pero como si fuera una tardanza intencionada. Además, hay una antítesis en los versos 7 y 8, Tienen los viejos olmos / algunas hojas nuevas. Contraste paradójico: hasta los viejos olmos se renuevan.
Y como ya se ha dicho a la hora de hablar de los símbolos, la primavera que explota en mil formas de vida, sugiere el recuerdo vivo de la amada muerta.


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El ambiente de la localidad universitaria de principios de los noventa del siglo pasado, extraño para el protagonista, más la resolución del caso, le dejarán la sensación de fracaso de su valía profesional y, sobre todo, del papel que le corresponde como agente al servicio de la justicia. 


[1] Publicada en el porvenir castellano el 8 de mayo 1916.
Palacio fue un periodista soriano y gran amigo de Machado. Palacio se casó con una prima de Leonor.
[2] Silva: serie de versos endecasílabos y heptasílabos mezclados libremente, con distribución libre de rimas, pudiendo quedar algún verso suelto.


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